La presentación de la futura canciller Diana Mondino en la 29 Conferencia Industrial Anual de la Unión Industrial Argentina generó mucha repercusión porque les dijo a los empresarios que la escuchaban que “aguanten seis meses más” y porque los mandó a “comprar generadores” para el verano porque “no hay pa’ todos”.
Sin embargo, quien haya visto completo el diálogo público entre la economista surgida de la ultraliberal Universidad del CEMA con el director ejecutivo de la UIA, Diego Coatz, y el vicepresidente de Relaciones Internacionales, Luis Tendlarz, habrá visto como pocas veces una combinación muy reveladora entre la soberbia con la que exponía la entrevistada y los errores en los que incurría.
Un momento cumbre fue cuando Tendlarz, con una amabilidad que contrastaba con el tono de bardeo tuitero de Mondino, le preguntó por la necesidad de que se avance con la obra llamada “reversión” del gasoducto que antes traía el fluido de Bolivia a las provincias del Norte y que ahora por el declino de la producción en el país vecino se podría usar a la inversa para llevar el gas que se está sacando ahora del yacimiento de Vaca Muerta, en Neuquén.
Se trata de una obra que -como se contó en esta columna el domingo pasado- entrará en revisión por el nuevo gobierno aunque la licitación está lanzada, tiene el financiamiento asegurado, implica un muy bajo aporte estatal y puede garantizar abastecimiento crítico de energía para una zona del país, además de que eventualmente puede generar divisas por ahorro de importaciones o por una futura exportación a Brasil.
-Hoy las provincias del Norte necesitan urgentemente la reversión del gasoducto, ¿eso va a seguir en manos privadas?, inquirió el ejecutivo de la UIA.
-Hoy viene con la licitación pública, ¿no? Para comprar el gas en Bolivia que no hay más, ¿vamos a hacer una obra que dura tres meses?-, retrucó con un énfasis y una sorna como de quien no registra que estaba diciendo una burrada, porque el motivo de la obra es exactamente al revés.
Como se acaba la provisión de Bolivia, el trabajo es “dar vuelta” las plantas compresoras y hacer el “enganche” de 128 kilómetros de caño desde Tío Pujio hasta La Carlota para que el gas fluya desde Neuquén al Norte.
Pero Mondino siguió con su razonamiento pifiado, pero qué va, si estaba en modo “yo-las-sé-todas”. “¿Qué querés que te diga? Vamos a hacer una obra que dura poquito, no sé cuánto dura la obra, pero a Bolivia se le acaba el gas en poquito”, repitió, en un loop de equivocaciones.
Tendlarz, que notó que por más que hablara con locuacidad la futura funcionaria estaba mandando fruta, osó insistir: “Pero se le acaba el gas a nuestras provincias del Norte”.
Ante la pregunta concreta, llegó una respuesta con una generalidad que nada que ver: “¿La reversión es para que llegue a las provincias del Norte o para que llegue a San Pablo?”, preguntó, como si una cosa no fuera el primer paso para la otra, y como si ambas no fueran igualmente deseables en la planificación de un Estado: garantizar que no se te quede una parte del país sin gas; después, tratar de ganar mercados de exportación.
Ya lo dijimos, el designado secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, considera que se trata de una obra que vale la pena más ser puesta en stand by que terminada con la mecánica ya lanzada, como si no fuera apremiante garantizar que haya gas en el Norte en el invierno de 2024.
Daniel Ridelener, de Transportadora de Gas del Norte, la firma que debería explotar el tramo, espera que prime el “sentido común” y cuando se sienten en sus sillones los funcionarios de La Libertad Avanza no cometan el error de parar un trabajo crucial, donde la Corporación Andina de Fomento pondrá US$ 540 millones y el Tesoro sólo US$ 250 millones. Pero claro, para ello debería haber abordajes de la gestión que implican bajarse del pony en el que se la escuchó estar subida a Mondino en la UIA.
A propósito, también fue increíblemente pedante en el momento en el que también fue consultada con total tranquilidad por Tendlarz, que a esta altura debería recibir el Nobel a la paciencia, respecto de la necesidad de mejorar el transporte de energía en general. En ese punto, desafíó:
-¿Por qué el gasoducto (N. del R.: el Gasoducto Néstor Kirchner) tiene que ser estatal? Uno del público que me diga por qué el gasoducto tenía que ser estatal. Son empresas petroleras grandotas que se lo venden a empresas de energía grandotas. ¿Por qué el caño lo pagamos entre los 47 millones de argentinos? Uno que me diga algo.
Obviamente, nadie en el público tenía micrófono para intervenir en otro momento de éxtasis sobrador sobre un tema donde claramente podrían haberle contestado algunos motivos. Por ejemplo, que se pagó con fondos del Tesoro porque difícilmente alguien iba a financiar en tiempo récord a empresas argentinas una obra de ese tenor en un país que tiene 2 mil puntos de riesgo país y no está claro nunca cuando podés sacar un dólar al exterior para el repago de nada.
En una economía con crédito y orden macro tal vez “es obvio” que las petroleras financien el trabajo en forma privada, pero si no les cierran los números y necesitás reaccionar rápido, porque estás importando gas que aumenta de precio en el mundo porque hay una guerra, ¿qué haría el Estado según Mondino en ese caso? ¿Deja el ducto sin construir y desaprovecha el gas que se está sacando en su propio país por una cuestión dogmática?
¿Nunca puede ser negocio para un gobierno a la Mondino poner la plata para un caño si eso va contribuir a llevar gas más barato para “los 47 millones de argentinos”, o si va a hacer más competitivas en el mercado externo a las industrias que consumen energía? Le podrían haber contestado, además, que el gasoducto lo pagaron en este caso “los 47 millones de argentinos” porque son los que al final del día se benefician si mejora la balanza energética, crucial para la estabilidad macro.
Todo tal vez es más complejo de lo que parece, pero es más fácil hacer es el stand up canchero, ir a la chicana para gastar al que estoico se come el discurso del que como acaba de ganar la elección y aún no asumió goza de la impunidad del que nada tiene que explicar y es todo expectativa generada frente a lo malo que han sido hasta acá los predecesores.
“No me digas que te comiste lo de la sequía”, le cortó Mondino a Coatz cuando éste le preguntaba sobre los desafíos del país más allá de los problemas de este año, entre los que enumeraba correctamente la falta de lluvias.
“El mundo son 8000 millones y la Argentina, 47 millones”, interrumpió en otro tramo del mensaje a Tendlarz cuando este enfatizaba lo importante de cuidar el mercado interno de las prácticas anticompetitivas de otros países. Ahí llegó otro momento de máxima generalización sin sentido.
“Las licencias no automáticas tienen que desaparecer, si hay periodistas en la sala, pongan ese título. Hay 10200 licencias no automáticas, ¿quién puede conocer 10200 algo?”, sentenció, sin lugar a pensar que en un mundo donde todos los países están protegiendo sus propias producciones desde la pandemia, quizás haga falta acá también dejar abierta la puerta para todas las herramientas de administración del comercio, aún cuando hayan sido usadas para tongos en los tiempos recientes.
Mondino, además, tampoco es que puede pararse en una cantidad de logros como para inventarse un pedestal como en el que se subió en la reunión industrial. Estudió macroeconomía, es profesora, fundó una calificadora de riesgo que vendió a un gigante internacional, participa en directorios de empresas y llevó la antorcha en Beijing 2008, pero no es Fernando Henrique Cardoso o Angela Merkel, por lo menos por ahora. Se destacó en twitter por la acidez de sus posteos y terminó en una lista de diputados detrás de la ola violeta que llevó al excéntrico economista Javier Milei a la presidencia.
Así y todo, con la misma soltura de cuerpo que llegó a decir que respeta a los gays como respetaría a alguien que elige andar con piojos, se sentó esta semana frente a industriales que todos los días pagan sueldos y tienen que sortear las mil dificultades de producir en el país y se animó a darles lecciones. Tal vez si mira el video en este link, se da cuenta de que siempre es mejor decir “creo que”, “tal vez” o “me parece” y dejar abierta la puerta a que tal vez hay cosas por discutir, a que no hay recetas mágicas.
La Argentina es un país muy difícil de gobernar y la historia muestra que siempre es mejor la cautela y la humildad a la audacia del canchero. El toro mecánico de nuestros desafíos siempre tiene las de ganar y dejarte culo para arriba, sobre todo si te sentás arriba y te hacés el que no necesita agarrarse, el que se cree mil, el que lo maneja de taquito. Esos son los primeros en salir volando.