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Columnistas

Ministro ignífugo se busca, tras mucho más que una renuncia

El Ministerio de Economía está vacante. Esta noche fría del 2 de julio el Gobierno busca alguien que se haga cargo de un país con una inflación hacia arriba del 70% y dólares paralelos que pasan los $ 250, un 100% más que el oficial.

El Ministerio de Economía está vacante. Esta noche fría del 2 de julio el Gobierno busca alguien que se haga cargo de un país con una inflación hacia arriba del 70% y dólares paralelos que pasan los $ 250, un 100% más que el oficial.

El intento de “tranquilizar la economía” que reivindicó hasta en su carta de renuncia el ahora ex ministro, Martín Guzmán, fracasó. 

Su salida, sin embargo, expone mamushkas de problemas que terminan en las diferencias -nada más y nada menos- que tienen el Presidente y la vice que lo designó sobre qué hacer con la economía de un país. Imperdonable que no lo hayan hablado luego de acordar la estrategia para ganarle a Mauricio Macri.

Pero ahora están están y acá estamos. Y la pregunta la reactualizará cualquiera que sondeen para el puesto o para un rediseño total del gabinete. Si agarro ¿quién manda? Si entro, ¿qué me van a dejar hacer? Y aún si hubiera un apoyo total para hacer algo, ¿qué resultado de máxima se podrá lograr sin reservas, con este mundo de inflación post pandemia y guerra, con el FMI del otro lado y una desconfianza nivel Dios

Si agarro ¿quién manda? Si entro, ¿qué me van a dejar hacer? Y aún si hubiera un apoyo total para hacer algo, ¿qué resultado de máxima se podrá lograr sin reservas, con este mundo de inflación post pandemia y guerra, con el FMI del otro lado y una desconfianza nivel Dios? 

Alguno puede tentarse, sí. La soja vuela. Las exportaciones también. No vivimos “la crisis de crecimiento” que tiró el jefe de Estado, pero no hay recesión. Pero la conclusión también puede ser inversa: si con todo eso, el que está a cargo de la conducción raja, o nada es sostenible y lo que viene es fiero o el quilombo es político. O ambas. 

Por algo los nombres en danza antes del anuncio del nuevo ministro, desde Emmanuel Álvarez Agis hasta Sergio Massa y sus equipos, no dan pista mientras se tratan de responder más interrogantes. ¿Quién estará dispuesto a sacrificar una carrera en una apuesta que si sale mal puede prenderte fuego?

¿Quién estará dispuesto a sacrificar una carrera en una apuesta que si sale mal puede prenderte fuego?  

Inquietudes obvias. Respuestas en proceso. Hace falta una figura ignífuga y con poder para una alianza que te quema en público y te licúa en privado. La novedad: solo el susto suele ordenar al peronismo. Salvo cuando es tarde.

Emmanuel Álvarez Agis: "Conseguimos un acuerdo que sorprende por lo bueno"  | Perfil
Emmanuel Álvarez Agis, uno de los nombres que suenan para ocupar el cargo que Guzmán deja vacante.

El Astori que no fue

A todo esto, hay que decir que con Guzmán se fue el funcionario que más expuso los debates del kirchnerismo con sus propios tabúes económicos, que aunque parezcan una discusión teórica lejana marcan los problemas que se agravan por estas horas y condicionan a quien pueda venir.

El economista se había convertido en estos meses en el vocero de las ideas que el progresismo en muchos países de Latinoamérica ya abrazó pero que acá Cristina Kirchner sigue discutiendo, mientras se auto convence de que no pifió donde erró mal en el pasado y se entusiasma con recetas que alarman a muchos heterodoxos porque la pueden llevar derecho a una espiral de hiperinflación.

Que no te podés pasar de rosca con el gasto muy por arriba de lo que recaudás, que es mejor ir al equilibrio fiscal sobre todo si nadie te presta, que tenés que saber cómo financiar tus políticas públicas, que no podés emitir a lo loco para pagar subsidios energéticos o que la tasa de interés tiene que estar por arriba de la inflación para cuidar la moneda, son consensos que siempre tuvieron desde la Bolivia de Evo Morales hasta el Uruguay de Tabaré Vázquez y Pepe Mugica.

Si en algún momento Guzmán quiso ser como Danilo Astori o Luis Arce, los ministros de Economía fuertes de esas gestiones de izquierda con orden en las cuentas públicas y baja inflación, no pudo o no lo bancaron para que lo fuera. Todo en el marco de una coalición oficialista muy particular, donde imponer esos criterios significaba cuestionar ideas de base de los que pusieron más votos en 2019.

Desdibujado por la interna en el Gobierno, Sergio Massa busca más  protagonismo y diferenciarse de sus aliados
Sergio Massa, otro de los más mencionados para reemplazar a Guzmán.

De hecho, Gabriel Boric asumió en Chile con Mario Marcel, el padre de la regla fiscal en Hacienda, y Gustavo Petro acaba de designar como ministro de Economía a José Antonio Ocampo en Colombia. En su primera entrevista con la BBC, hizo hincapié en lo importante que es que la política fiscal sea sostenible. 

Acá el economista que vino de Columbia debió discutirlo en público con la jefa del espacio, pero el community manager de La Cámpora lo corrió con un par de posteos copados sobre la audacia de Néstor y sobre qué hubiera hecho Perón. Su secretario general, Andrés Larroque, además, le avisó esta semana: la fase moderada ya fue, pecho frío.

Las últimas horas

Pero hay que decir que la salida del funcionario de tono moderado, al que nunca le perdonaron ni que hubiera estudiado en la “ortodoxa” Universidad de La Plata, estaba latente desde el 29 de abril del año pasado, cuando quiso correr a un subsecretario menor del área energética por diferencias de gestión y el tipo siguió en su cargo. 

Por ego o tozudez, aquel viernes Guzmán eligió seguir pero quedaría herido de muerte en su credibilidad para todo. En especial para manejar la política de tarifas y subsidios dominada por funcionarios de la vicepresidenta. Aunque en algún momento pareció que pasaba a controlarla, eso en definitiva nunca cambió: de hecho, salió antes el ministro de su cargo que el fucking formulario de la segmentación de usuarios. La anunció con decreto y todo hace 15 días, pero hasta ahora la medida no se pudo aplicar. 

Guzmán eligio seguir pero quedaría herido de muerte en su credibilidad para todo. En especial para manejar la política de tarifas y subsidios dominada por funcionarios de la vicepresidenta.

Ese fue el contenido de las últimas charlas con el Presidente desde el miércoles. “Si no puedo hacer eso no sigo”, le había dicho a su modo. Eran horas cruciales. El dólar paralelo que compran las empresas pasaba los $ 250 pese a la refinanciación in extremis de vencimientos de deuda que sacudían todo, justamente, por la falta de persuasión de su digo-pero-no-hago

Alberto Fernández y Martín Guzmán se reunieron para revisar los últimos  detalles del acuerdo con el
Martín Guzmán le presentó la renuncia a Alberto Fernández minutos antes de publicarla en redes sociales.

Todo se detonó cuando el secretario de Energía, Darío Martínez, intentó el jueves introducir cambios de última hora en el régimen de tarifas, que otra vez aparecía postergado. Guzmán lo quería listo para el 1 de julio. Había reconocido por radio que había diferencias. Todo lo técnico había quedado cerrado. Pero no arrancaba.

Ahí, internamente, dijo basta. Entre la noche del viernes y la mañana del sábado redactó las siete páginas de renuncia. Le avisó a Alberto media hora antes del tuit. El posteo eligió hacerlo cuando hablaba Cristina en Ensenada. Casi coincidió con el momento donde ella lo ubicaba ideológicamente cerca de Carlos Melconian. Guzmán quería dejar en claro que se iba por ella, así como en su texto enfatiza que el que lo reemplace necesitará todo el apoyo político que él -se convenció finalmente- nunca iba a tener.

 (Fuente: Presidencia)
Guzmán presentó la renuncia mientras Cristina lo comparaba con Carlos Melconian.

Como dice en su escrito, creyó que podría construir un consenso en torno a la búsqueda de tranquilidad de la economía. Quiso hacer una bandera con eso de sentar bases para crecer de manera sostenible. Intentó seducir más con la promesa de estabilidad que con un rápida distribución del ingreso, siempre más grata para la política pero con costos de mediano plazo. En ese plan, se jacta de dejar un horizonte de deuda despejado, tras renegociar con acreedores privados e institucionales. 

Pero el resultadismo manda. Su paso por Economía incluye el tránsito decoroso por la pandemia y la reactivación posterior, pero el resto asoma como un cúmulo de buenas intenciones que dramáticamente no enamoró a nadie

Wall Street no le perdonó la renegociación de la deuda y los bonos que emitió tienen precios de default. El kirchnerismo lo maltrató como chivo expiatorio de una inflación que le come votos. El dólar ha sido un karma atado a la emisión y a la deuda en pesos que colocó en un país sin moneda. Tampoco el peronismo no kuka lo sostuvo, si no pregúntenle a Massa que lo maldijo hasta el último día. Alberto, que lo defendió en la tele el miércoles, nunca banca un propio puertas adentro, se sabe

Quizás, el mejor feeling lo haya tenido con el Fondo Monetario -no es chicana- aunque el mayor reconocimiento que se lleve sea que con él se vayan también históricos del peronismo en Economía, como Raúl Rigo que deja la secretaría de Hacienda que ocupa hace décadas, o Sergio Chodos, que evaluaba qué hacer como director en el organismo y uno de sus amigos personales. 

Como sea, Guzmán tiene decidido no volver a vivir en Nueva York, y aspira a seguir de cerca la situación del país, aunque lo espera, dicen en su círculo íntimo, un largo silencio. El ruido nos espera al resto.

Está pasando