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Columnistas

Empobrecimiento sin estallido, el tipo de crisis que aguanta todo

El principal interrogante, a un año y medio del final del mandato, es si en este samba de internas y falta de conducción económica -la calle dixit- “se puede ir todo a la mierda”.

Una multinacional del consumo llevó a una decena de ejecutivos a hacer una especie de inmersión en la realidad del Conurbano profundo. A través de un puntero de la zona, desembarcaron en Laferrere, en algún lugar al borde de la ruta 3, en el partido de La Matanza

Se mezclaron con gente del lugar que había venido con el dirigente que les hacía de guía y todos juntos salieron a hacer las compras de alimentos, bebidas y limpieza que necesitan cada uno para su vida cotidiana, tan distante. La idea era que los gerentes con sueldos de 6 y 7 cifras compartieran el estado de cosas de un universo lejano al corazón de la Ciudad de Buenos Aires, a veces difícil de registrar por los informes de consultoras de marketing. 

Las impresiones que se llevaron, sin embargo, fueron más que una radiografía del consumo popular. Registraron directamente una forma de vida acorde con tiempos de disparada de precios de la comida pero también resultado de ya casi cinco años de licuación de los ingresos y sacudones financieros permanentes que siempre surfean mejor los que pueden trasladar mayores costos a precios, aquellos que gozan de paritarias seguras o -ni qué hablar- los que tienen su patrimonio lo más dolarizado posible.

Según contó uno de los participantes a Diario Con Vos bajo requisito de mantener el anonimato, “descubrieron” una nueva lógica para cubrir las calorías. En esas zonas está instalado que se compra primero pan, fideos, galletitas y arroz, y que se destina “lo que sobra” para la las proteínas animales, especialmente carne de pollo. Manda el “deme $ 200 de alitas” como concepto. No se va a buscar un kilo o dos de nada. Se pide el equivalente a lo que se tiene.

Otra “novedad” que constataron es la muy escasa presencia de grandes cadenas de supermercados en la rutina de los consumidores. Se supo siempre que los Coto, Vea, Carrefour o La Anónima de la vida son solo el 35% de la compras, y que el resto es supers chinos y almacenes. 

Lo que les quedó claro ahora, en tanto, es que como consecuencia de eso casi no tiene impacto el programa de Precios Cuidados que impulsa y publicita el Gobierno contra la inflación. Porque en los llamados comercios de cercanía no existen. Entonces, los más pobres pagan todo mucho más caro que en el Disco de Palermo. Es vox populi que las empresas esquivan el listado oficial mandando todo a los otros canales, donde lo cobran hasta 40% más caro. Además, el grueso se paga en efectivo. Sin bancarización, nadie engancha un descuento de la tarjeta de tal banco.

Las empresas esquivan el listado oficial mandando todo a los otros canales, donde lo cobran hasta 40% más caro. Además, el grueso se paga en efectivo. Sin bancarización, nadie engancha un descuento de la tarjeta de tal banco.

La poverty experience que haría reír o indignarse a cualquier integrante de La Garganta Poderosa o el Polo Obrero fue hace tres semanas. La inflación era del 5% mensual pero no se había desatado la locura de la última semana, cuando tras la renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán, se desataron los dólares paralelos hasta los $ 300 y en el comercio minorista aparecieron tanto el “no hay precio” como el “le meto 20% de aumento por las dudas”.

Aperturas de crisis

¿Cuál puede ser entonces la digestión de esta etapa de locura de la economía en los barrios más pobres

El mainstream de los medios de comunicación está loco porque van a limitar el dólar para los turistas que se van a Miami, porque hacen falta las pocas reservas del Banco Central para importar insumos para la industria y energía, y no da que queden en los shoppings de Estados Unidos a un tipo de cambio más barato.  Todo eso puede ser parte de una discusión sobre cómo se llegó hasta ahí, los pifies del Gobierno en materia de manejo financiero y la política energética, es cierto, y no es cuestión de bajarle el precio. 

Pero el principal interrogante, a un año y medio del final del mandato, es si en este samba de internas y falta de conducción económica -la calle dixit- “se puede ir todo a la mierda”, leído esto siempre como si se puede repetir un 2001 con su imagen de terror, los saqueos en los supermercados. Respuesta corta: no. Respuesta más larga: tal vez el problema sea mayor.

El principal interrogante, a un año y medio del final del mandato, es si en este samba de internas y falta de conducción económica “se puede ir todo a la mierda”.

Por un lado, la cadena Carrefour acaba de inaugurar en junio tres grandes supermercados en Ituzaingó, Escobar y Loma Hermosa. Y en los últimos quince días, incluidas las jornadas de portón verde de Olivos, rumores y remarcaciones, las cadenas sólo recibieron los mismos petitorios de comida de siempre. Como contexto, Carrefour lleva 30 inauguraciones de locales de todos los tamaños en lo que va del año en todo el país. 

Contraintuitivo. Lejos de los saqueos, en junio, se inauguraron tres hipermercados. Apuntan al stockeo de la clase media que le pelea a la inflación.

¿Es eso la antesala de un estallido? La verdad, no parece. ¿Qué está pasando entonces? Una posible respuesta para los pronosticadores de lo peor es que en el estallido de hace 21 años veníamos de tres años de recesión acumulada y acá al menos hay una recuperación post pandemia que hace que haya guita circulando, con riesgos de que todo se recaliente tanto que se pare, con perdón, pero hay indicadores de que la cosa está moviéndose, tal vez desacelerando, pero aún andando.

Pero otra cuestión más de fondo surge cuando se empieza a ver qué tipo de megalocales abre Carrefour en el Conurbano. Son mayoristas de la marca Maxi que desarrolla la cadena francesa. El negocio es apuntar a la compra del stockeo en tiempos inflacionarios de una clase media que intenta resistir. ¿O a dónde irán a parar los flamantes Precios Corajudos que lanzó la firma, que van a terminar teniendo más atractivo que los mismísimos Precios Cuidados? Son 1500 productos de su marca propia (contra 900 de la Secretaría de Comercio) y estarán fijos por tres meses, cuando el Gobierno aumentará 3% por mes.

Sin ánimo de cagarle el día a nadie, en un punto todos los mercados se están diversificando para acomodarse a una pauperización del consumo familiar. Así como el más pobre compra lo que puede de patas de pollo, el que está un poco mejor también se achica hace años y la oferta lo sabe. Las prepagas sacan planes low cost, con menos prestaciones y una cuota entonces accesible. Las bebidas energizantes publicitan versiones más económicas a $100. Unilever la rompe con un producto como Rinde Más para “hinchar la carne picada” para que un kilo sean dos. Las carnicerías arman bandejas con dos milanesas. El consumo masivo apunta a presentaciones con precios pagables “con un billete”. Y así.

Todos los mercados se están diversificando para acomodarse a una pauperización del consumo familiar.

Sistema anti-estallido

En el 2018 el dólar valía $20. El viernes el paralelo cerró a $300. Cualquiera hubiera dicho que eso en la Argentina implicaba la caída de sucesivos gobiernos, caos en las calles, gente entrando en masa a los comercios a llevarse todo. Pero no. 

La red de contención de programas sociales y la intermediación de las organizaciones populares, con todas sus truchadas y contradicciones, amortiguan todo. Ayer con un Mauricio Macri desorbitado cuando pierde unas primarias. Hoy con una Cristina Kirchner que maltrata en público a un presidente y genera los peores augurios. También si Alberto Fernández no marca un rumbo definido. 

Izquierda
Red de contención. En el medio de la discusión, las organizaciones sociales amortiguan todos los pifies económicos de Macri, Cristina y Alberto.

Da la impresión que hasta puede haber remarcaciones como nunca o incluso el dólar saltar por las nubes con una interna nunca vista entre integrantes de una fórmula que sólo se hablan si intercede un tercero, pero igual la vida sigue. Los dueños de los supermercados no están barriendo vidrio. Están en Roldan, el restaurante de Vila-Manzano en avenida Figueroa Alcorta. Sale más de 10 lucas el cubierto. Esta semana estaba repleto.

Es como si después del 2001, la Argentina hubiera parido, en paralelo al nacimiento de las dos fuerzas políticas dominantes, el kirchnerismo y el macrismo, un sistema perfecto anti-colapsos, así como los bancos impusieron normas anti-corralito y la democracia, está a la vista, se blindó desde 1983, anti-golpes de estado. 

Todavía no se consigue un mecanismo así de exitoso de crecimiento sostenido, estabilidad o al menos anti-empobrecimiento. Pareciera todo lo contrario.

Está pasando