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Columnistas

Milei mete el perro: ¿cuánta inflación genera el dogma liberal?

Milei meme hiper

Después del estallido de 2001 y tras la salida de la convertibilidad de la mano del gobierno de Eduardo Duhalde, la Argentina de 2003 conseguía crecer y tener un dígito de inflación y no existía la inercia inflacionaria. Después de la década del 90, la gente se había acostumbrado a vivir sin aumentos de precios.

Kirchner dejó el cargo en manos de su esposa Cristina Fernández con el costo de vida ya rozando el 20% allá por 2007, una velocidad de incrementos que en los ocho años de la entonces presidenta llegó al 25% en promedio con algún pico del cuarenta y algo como cuando devaluaron el peso en 2014, por ejemplo. Además, su gestión terminó con restricciones en el acceso al dólar -cepo- y el Banco Central sin reservas.

El período que vino después con Mauricio Macri a la cabeza llevó la inflación por encima del 50% y entregó el gobierno además con una deuda nueva de US$45 mil millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Alberto Fernández, se sabe, triplicó esa inflación y la llevó al casi 150% hasta la medición de noviembre, que finalmente quedó en 211% al cierre de diciembre, un mes en el que claro está, talla también el arranque de la gestión de Javier Milei con medidas muy drásticas como un aumento del dólar de más del 100% y la liberalización total de los precios de todos los sectores.

Tras este recorrido, la pregunta “¿de quién es la culpa de que tengamos la mayor inflación del mundo?” al cierre de 2023 no puede tener una respuesta simple si se parte de un análisis con buena leche.

“El ciclo K terminó con la inflación más alta del mundo”, tituló el diario Clarín del viernes pasado, tras la publicación del dato oficial el jueves por parte del Instituto Nacional de Estadística y Censos. Mmmm.

“Un aplauso para el inflador”, eligió poner en tapa por su parte Página12, con una foto a pleno del ministro de Economía, Luis Caputo. Mmmm.

Como se ve, hay un largo recorrido en el que uno tuvo la responsabilidad de traer de nuevo a la Argentina un problema que se había erradicado y el resto de no enfrentarlo por los beneficios del dale que va, o por impericia, o por cancherearla o por falta de liderazgo o simplemente por no tener un plan.

Ahora bien, llegados a esta actualidad de Milei en la Casa Rosada, la pregunta para mí, eh, para mí, debería ser distinta, y se parece más a “¿cuánta inflación extra está agregando el dogma libertario que se está aplicando desde el 10 diciembre?”

Dado que la economía que dejaba el Frente de Todos estaba con la lengua afuera, con la inflación en 150% y con desajustes tales que no conseguías insumos básicos para operaciones o estudios médicos de rutina, había un consenso de que se venían correcciones, ajustes o como lo quieran llamar

Es más, estaba asumido que había precios atrasados que debían recomponerse antes de intentar un plan antiinflacionario. Por semejantes distorsiones, hubo desabastecimiento de nafta en plena campaña electoral y los uruguayos venían a llenar el tanque a las ciudades fronterizas. El bondi a $60 en la Capital Federal mientras se pagaba $276 en Mar del Plata algo indicaba. Un dólar oficial a $365 que nadie conseguía, también, también. Ejemplos que viene bien traer para deschavar a los ex oficialistas que hablan como si viniéramos de Disney.

Ahora, gritar a los cuatro vientos que se puede hacer cualquier cosa, desregular a troche y moche cualquier área de la economía sin mirar siquiera si realmente un rubro venía atrasado o no respecto del promedio de los precios o lo que fuere, ¿cuánta suba de precios extra está agregando? Es una forma de preguntarse con otras palabras, ¿cuánto dolor extra le están haciendo pagar a una sociedad sobre todo lo que ya viene aguantando? 

Descontrol

Hay dos rubros en el informe del Índice de Precios al Consumidor divulgado esta semana que te dan ganas de pegarte la cabeza contra la pared. Alimentos y Bebidas aumentó 251% en el año, contra 211 que acumuló el nivel general. Pero además, esos cuarenta puntos de diferencia se dan después de que hasta noviembre, cuando el IPC había subido 148% la comida ya había estado en 170%, 22 puntos por arriba. 

¿Cuál es la justificación para que las compañías alimenticias hayan agregado otros 80 puntos de incrementos en un mes? ¿No debería haber tenido un rol coordinador alguna dependencia oficial para moderar el impacto de las medidas que tal vez se debían tomar igual nada más y nada menos que en la comida? 

Los precios de los alimentos se dispararon en las góndolas.

La realidad todavía es más delicada si se observa la evolución de los precios en los comercios donde compran los pobres, que no suelen estar en la muestra que releva el Indec. El Índice Barrial de Precios que toma el instituto Isepci en 400 locales del Gran Buenos Aires te hiela la sangre. La carne picada saltó 344% en el año, la polenta trepó 388% y la leche, 519%.

Es una herejía decir en estos días que faltó intervención del Estado, pero se animó a plantearlo el economista e historiador Pablo Gerchunoff, cuando reveló hace dos semanas que una empresa líder que había subido 100% los precios le había comentado a alguien que prefería una orientación del Gobierno para ir haciendo tal vez alzas del 30% en varios tramos. “Moderar los costos del ajuste”, lo definió el también profesor de la Universidad Di Tella.

En el área salud, se dio otro descontrol. El ítem específico que incluye los medicamentos (Productos medicinales, artefactos y equipos para la salud) trepó el año pasado un 286%, 75 puntos arriba del promedio, cuando también hasta noviembre venía ya 20 puntos por encima. 

En ambos casos, además, basta recorrer las planillas de 2022 y 2021 para ver que en todo este tiempo habían estado actualizando precios en línea con la inflación promedio, si bien es cierto que en algunos casos hay sectores, insumos o cadenas de comercialización con lógicas puntuales que pueden requerir tratamientos especiales que, en todo caso, justificaría más algún tipo de coordinación. Vade retro.

Los medicamentos también aumentaron por encima de la inflación promedio.

Además, como lo vienen planteando desde Gustavo “Lacha” Lázzari, economista liberal, hasta el humorista recontra anti K Nik, hay clima a que algunos se están pasando de largo y hasta le pueden pegar un tiro en el pie al gobierno que les está entregando el control del país.

Por graficarlo, así como había precios pisados que mataban la producción, el gigante de golosinas y comidas y galletitas y aceites y fideos y azúcar Arcor, de la familia Pagani, venía de repartir casi $15 mil millones de dividendos en septiembreAlejandro Roemmers, uno de los herederos del imperio farmacéutico de ese nombre, alterna sus ocupaciones de poeta con la dedicación a su colección de autos. Hace poco se mandó a buscar por ejemplo un Torino histórico de US$40 mil. Gustos menores, pero que grafican lo desigual del reparto de esfuerzos en este momento.

En otra galaxia

Lo loco, es que la velocidad a la que vuelen los precios en esta semanas y meses puede definir buena parte del futuro de la gestión de La Libertad Avanza. Es clave observar cuánto traslado a precios de la devaluación del 12 de diciembre se termina concretando. Ahí se definiría si en no mucho tiempo debería haber otra suba del dólar con otro fogonazo inflacionario y vuelta a empezar.

La apuesta del equipo económico es que la recesión sea tan fuerte que se corten las remarcaciones. “Hemos hecho que la gente no tenga pesos para convalidar precios”, se animó a decir de hecho el Presidente en una entrevista. El camino de esa estrategia, si fuera correcta, es una incógnita. Las paritarias pueden sostener algo el consumo y por ende los precios, por ejemplo, y que el horizonte de una mejoría se estire tanto que la gente se harte.

https://www.diarioconvos.com/2024/01/11/se-duplico-la-gente-en-los-comedores-y-el-gobierno-no-reparte-comida-desde-diciembre-que-no-recibimos-alimentos-estamos-en-una-situacion-critica/

Porque en definitiva la suerte de este experimento dependerá de la tolerancia social. ¿Cómo pegará un ritmo de incrementos semanales de precios nunca visto por la mitad de la población, los sub 45, tras seis años de derrumbe de poder adquisitivo? Milei parece dispuesto a construir el mensaje de que ahora todos “la ven” y comparte en sus redes sociales opiniones de gente en noticieros diciendo que entienden el esfuerzo, y asegura que saben que todo duele más “porque esto es la cura y no la anestesia”.

El riesgo evidente es que, a medida que pase el tiempo, lo que ahora puede decir y todos le dejan pasar quede expuesto como un burdo relato mezclado con delirios de alguien que está en otra. 

El jueves, horas antes de la difusión del 25,5%, inventó literalmente una forma de presentar los hechos que hacía acordar al mejor Sergio Massa cuando te decía que el país podría haber chocado por la sequía y él lo evitó o que el FMI le había pedido 100% de devaluación y él había logrado un 20%.

Milei tiró que la inflación iba para el 45% y que bajarla a 25 era “un éxito rotundo” y “un éxito tremendo”. Unos 60 consultores que releva el Banco Central habían pronosticado 27%, o sea, nada que ver. 

Además, fue más allá y lanzó que habían “cortado la inercia inflacionaria” y hasta propuso “felicitar a Caputo” por lo que había conseguido. Por ahora se ve que puede decir cosas así y pasan. Sus seguidores lo vivaban en las redes con “Javo evitaste la híper”. El posteaba memes, en una actividad frenética en la red social X.

En el medio de este polvorín, incluso ayer publicó las fotos de las obras en la quinta de Olivos para hacer los caniles para que vayan a vivir sus perros con él. Explicó por estos días cómo son los trabajos que hace su arquitecta y que está trayendo materiales importados que paga de su bolsillo.
Está claro que en su carrera a la Casa Rosada él inventó un vínculo diferente con la sociedad y que posiblemente entienda cosas que el resto no en materia de comunicación. Pero al menos en este contexto, parece un mensaje raro. Como de alguien en otra galaxia mientras las ventas de comida y remedios cayeron 20% el mes pasado. Por el momento, se toma como algo normal, divertido, a lo sumo exótio. Pero los momentos pasan.

Está pasando