Después de “Primer tiempo”, la supuesta autocrítica de su gobierno, y de “Para qué”, el pretendido programa para un nuevo período de gestión, Mauricio Macri podría escribir un tercer texto titulado “Ésta”.
Los disparadores salen solos y quedarían bien en primera persona. “Ésta” fue mi estrategia para impedir la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta. “Ésta” fue la forma en la que primero impuse como postulante a Patricia Bullrich y “ésta” fue la forma en la que la humillé al hacerla adherir pidiendo la escupidera a Javier Milei de cara al balotaje con Sergio Massa.
“Ésta”, debería escribir el ex presidente, fue la manera de no hacerme cargo del tercer puesto vergonzoso en una elección en la que tenía enfrente a un gobierno que bordea la hiperinflación y a un outsider sin estructura.
Y también podría incluir el libro -atención editores- un “ésta” fue la manera en la que puse en jaque al PRO, el partido que creé tras la crisis de 2001 y que termine manejando como lo hacía mi viejo con las empresas, haciendo lo que se me canta.
También tendría que contar “ésta” fue la forma en la que sinceré el vínculo con la Unión Cívica Radical. ese estorbo con sus pruritos republicanos o distribucionistas al que hay que tratar bien por su rol en la vuelta de la democracia o el juicio a las juntas militares, cuando lo que más querría es pegarle a un muñeco de Raúl Alfonsín en este 40 aniversario de la democracia.
Para terminar, habría de incluir un “ésta” fue la manera en que dinamité Juntos por el Cambio, la coalición que había ganado tres elecciones (2015, 2017 y 2021).
“Ésta” sería el título ideal del nuevo libro porque, como explicaría Robert De Niro en la serie “Nada” que estrenó con Luis Brandoni en Star+, se trata de una expresión soez que se usa para negarse con énfasis a una propuesta, como si se hiciera referencia implícita a algún nombre femenino del miembro masculino, una frase acompañada por el gesto de poner la mano en la entrepierna.
Es decir, la representación gráfica de la respuesta que Macri siempre tuvo en mente ante el planteo de que se corriera de la toma de decisiones y dejara abierta una sucesión en el espacio que lo había llevado al poder. “Ésta”.
Como sea, la movida de esta semana de apoyar a Milei de forma inconsulta con sus socios terminará de juzgarse el 19 de noviembre, según el resultado de la segunda vuelta electoral.
Si prevaleciera La Libertad Avanza nadie podrá negarle a Macri un acierto proporcional a la osadía y el egoísmo de cortarse solo. Tendrá a su merced a muchos de los que hoy lo cuestionan pero si sobre todo a la administración del economista libertario. Podría coparle el gobierno, y acceder al poder por otros medios.
Pero si pierde puede llegar a quedar como furgón de cola de un tipo que hasta hace tres años era panelista de TV y con muy poca estructura como para tener peso, mientras que los radicales en uno u otro caso como minimo mantendrán las gobernaciones en las que se impusieron hasta acá, que no es poco.
¿Le da la nafta?
La lectura de la transformación de Milei en un actor más de la casta podría jugarle a favor a Massa. Si en los próximos días se oyera que los equipos económicos de Macri “están cerca” de convivir con los de LLA y se termina de licuar la idea de la dolarización podría haber una extraña fiesta preelectoral de bonos y acciones, según algunos brokers.
Pero nadie se anima a proyectar. Cualquier encuesta o giro inesperado puede generar otra corrida cambiaria en días. Por ahora, el oficialismo disfruta de la calma con los dólares paralelos bajando y cierta oferta exportadora que aparece por el dólar especial que se habilita para el 30% de todas las exportaciones.
El plan económico de estos días fue aprovechar la pax post elecciones generales para sumar reservas al mango. Hubo varios días en los que la AFIP directamente cerró las operaciones para habilitar importaciones con un “se cayó el sistema”.
En algunos bancos, como el Credicoop, se frenaron 900 operaciones. El Banco Central sumó más de US$ 300 millones, agua en el desierto.
A Massa le basta con tratar de no cometer errores o al menos no quedar como que está en otra galaxia. Mientras se juntaba con Santiago Siri para hablar de cómo hacer “minería cripto a partir del venteo de gas” de Vaca Muerta, se extendían las colas en las estaciones de servicio por escasez de nafta.
El atraso del precio de los surtidores deriva demanda de los que antes compraban en el mercado mayorista y ahora van a las estaciones de servicio a aprovechar la ganga. Por eso hay cupos y se instala el “no hay más” en distintos puntos de venta. Además, hay demanda extra de extranjeros en las ciudades frontera que aprovechan el dólar a casi $1000.
La anatomía del faltante incluye repuestos importados que te pueden dejar colgado un electrodoméstico o un auto por meses pero tambien, como se anticipó acá la semana pasada, los insumos para una cirugía, que termina postergada.
Son las tensiones de una economía sin dólares y afectada por la especulación sobre qué puede pasar en las urnas pero sobre todo con la política económica desde el 10 de diciembre. ¿Habrá devaluación? ¿Desdoblamiento? ¿Se pagará la deuda?
Hay más: ¿Aplicará Massa un plan de estabilización? ¿Milei que hará concretamente? ¿Puede la jugada de Bullrich derivar en la carambola de que Carlos Melconian sea ministro de un nuevo “peronismo de unidad nacional”?
Por ahora, Massa apostó a dar señales de continuidad y gestión con un aplomo como si no tuviera la inflación rumbo a un tercer mes de dos dígitos. Su personalidad, marcada por la audacia, la ambición y la falta de escrúpulos tal vez lo hacen más apto para el poder que el resto. Como nunca con su contrincante que al visitar estudios de TV estuvo irascible, nervioso y hasta molesto por ruidos ambiente.
Pero la fortaleza con la que emergió de los comicios el ministro de esta Economía activaron, incluso en los que van a votarlo frente al desquicio anarcocapitalista, una suposición de fondo: ¿te imaginás lo que puede ser tipo con poder?
Como ejemplo, hay quienes prestan atención a la coincidencia temporal entre una crítica a su gestión y la posterior aparición o reactivación de una causa judicial en contra de su autor.
Sin embargo, otros relativizan cualquier advertencia así al recordar que no parece tan todopoderoso quien no pudo ni retener la intendencia de Tigre, donde su esposa perdió la interna, o al contar la cantidad de diputados del kirchnerismo duro que entran al Congreso, que hoy son aliados pero en un futuro, lo hemos visto, nunca se sabe.
