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Sociedad

Le ofrecieron un trabajo que no existía, lo usaron como mula y está preso en Etiopía: La historia de Liam Portillo

liam portillo

Liam Portillo está preso en Etiopía desde el 17 de abril. El joven oriundo de Ciudad Evita que hoy tiene 25 años, creyó que iba a cumplir el sueño de su vida, pero terminó cayendo en la trampa de una banda de narcotraficantes, que lo usaron como mula para transportar cocaína.

Portillo quedó detenido en Malasia cuando intentó despachar una valija que tenía un doble fondo, donde se escondían 5 kilos y medio de cocaína. De allá, fue deportado y encarcelado en la comisaría de la Federal Police Crime Investigation Bureau. Ahora, se encuentra encerrado en la cárcel de máxima seguridad "Gulag" de Kaliti, a 11 kilómetros de Addis Abeba, en Etiopía.

Ahora, Liam está enfermo. Según publicó el portal de noticias Infobae, contrajo un virus en la cárcel y su mamá está en una batalla legal con un abogado en Argentina y otro en Etiopía para hacerle entender a las autoridades africanas que su hijo es una víctima y no un narco.

“Hace 20 días que está enfermo por un virus que le agarró. No hay agua potable allá. Que lo atiendan, que lo asistan fue una lucha, lo logramos con la ayuda de la Embajada. Pero las cosas se están poniendo muy difíciles en la cárcel. Este domingo los castigaron, los dejaron sin comida y les rompieron todo, los golpearon (hay otro argentino preso junto a él). A Liam le sacaron los remedios, el agua para higienizarse y los amenazaron. Les dijeron que si contaba lo que estaba pasando, iba a ser peor”, contó Mabel Centurión, la madre de Liam.

Además, se mostró desesperada por la situación que enfrenta su hijo. “Mi hijo está enfermo y con miedo porque hacen lo que quieren con ellos. Siempre entendimos que están en un proceso judicial y que tiene que pasar por esto, pero ya no puede más. Está muy débil, física y mentalmente. Me da temor mi hijo, lo que le pueda llegar a pasar o lo que pueda llegar a hacer él. No sé cómo va a terminar. Necesitamos ayuda”, suplicó.

Cómo terminó Liam Portillo cayendo en la trampa narco

Liam Portillo fue víctima de una pareja conocida como "Verónica y Javier". No es el primer caso que se conoce. El joven respondió a una publicación laboral de una empresa llamada "Global Finanzas", tuvo una entrevista donde le dijeron que su trabajo iba a consistir en hacer viajes al exterior para llevar documentos y bonos a distintos bancos extranjeros.

De hecho, tuvo una entrevista presencial en una oficina en Avenida del Libertador, en CABA. Como pago, le ofrecieron 300 mil pesos más todos los gastos incluidos. En teoría, la empresa también se encargaba de los gastos y trámites de pasaporte y visa.

El 4 de abril hizo su primer viaje: Desde el aeropuerto de Ezeiza partió con un bolso y una mochila hacia la India. La valija que le dieron tenía un GPS para "seguirlo y cuidarlo". De ahí fue a Etiopía, donde le dieron otra valija "más pesada" que tenía que llevar a Malasia. Una vez en ese país, lo detuvieron con más de 5 kilos de cocaína y, aunque intentó explicar que se trataba de una trampa, no le creyeron.

En mayo, cuando allanaron las propiedades de "Verónica y Javier", encontraron el contrato de trabajo que firmó Liam Portillo. Ese mismo mes, los sospechosos quedaron detenidos por la Gendarmería nacional.

Los mensajes que preocupan a su mamá

Liam Portillo sigue activo en su cuenta de Facebook y se comunica con su mamá a través de Whatsapp, por donde le transmite sus angustias. En su red social, hace poco posteó una foto anterior a vivir esta pesadilla: "Hola, sé que lo de mis historias no es muy lindo que digamos, acá les dejo unas fotos de cuando pensé que estaba viviendo el viaje de mi vida”.

Después, intercambiando mensajes con su mamá, le puso: “Ya no quiero más. Ya no quiero ni levantar la mirada. Con las frazadas me tapaba para dejar de ver todo esto un rato. Ahora, ni eso puedo y no creo lo que veo, dónde estoy. Estoy muy lastimado y, por más que la siga peleando, cada vez queda menos de mí. Cada segundo siento que me vuelvo más loco. No encuentro paz en nada”. Por último, agregó: “Yo ya no quiero sufrir más así. No sé qué más hacer y no necesito que me pidas que pueda porque yo ya no puedo. No puedo. Y no te enojes”.

La carta completa de Liam Portillo

“Hola amigos, la verdad que durante todo este tiempo siempre fui muy cuidadoso cuando se trataba de contar, mostrar algo sobre este lugar o mi día a día, ya que no me gusta la idea de ser la víctima, amargar o entristecer a la gente que me quiere con la realidad que estoy viviendo... Pero esta vez siento que es necesario por dos razones.

La primera es desahogarme y la segunda es que realmente quiero que quede alguna evidencia de lo que siento o vivo acá.

Hoy quiero que conozcan un poco de la historia de mi domingo. A eso de las 07:00 am, hora en la que hacen el conteo diario y, normalmente, nos dan un té para desayunar, hubo una batalla campal entre Etiopíanos, Eritreanos, Nigerianos y la misma policía (obviamente por razones ajenas a mí, ya que recién me levantaba). No es la primera vez que pasa ni va a ser la última, hoy me tocó ser espectador.

La policía, después de no poder controlar la situación, se vio obligada a llamar un ejército de amigos azules y con todos, LITERALMENTE con AK-47 (así como en las películas), no tuvieron ningún problema en venir a, sin entrar en detalles, hacer abuso de poder, como le decimos allá. Hasta ahí, un día normal, digamos.

Un rato después, llegaron más todavía a sacarnos a todos de nuestros sectores y ponernos de cuclillas, ni sentados ni arrodillados, por unas horas bastantes largas en nuestro pequeño ‘patio” mientras nos apuntaban, gritaban e intimidaban diciéndonos que nos iban a matar a todos y lo iban a justificar con que intentamos escaparnos, dándonos a entender que podían hacer lo que quieran con nosotros, lo que es verdad porque lo he visto. Luego, entraron a nuestros “pabellones” no solo a requisar, sino a romper y llevarse todo, o mejor dicho lo poco que tenemos acá.

Desde unas simples zapatillas, con lo difícil y caro que cuesta tener unas acá, que yo usaba mucho para entrenar, hasta la poca comida o alimentos esenciales como leche en polvo, azúcar, ropa, etc. En mi caso es que me quitaron el tratamiento, el suero, los antibióticos y medicamentos que me había traído la Embajada, a la cual quiero agradecerles por acá también porque gracias a ellos estoy vivo básicamente. Me estaban dejando morir y encima se me reían en la cara.

Imagínense que hasta el día de hoy no nos entregan mis análisis, tampoco nos dan información del tratamiento, el cual consiste en que me pinchen 3 veces por día y NO SABEMOS QUÉ ES LO QUE ME PONEN. Pero bueno, lo cuento como para que entiendan como se manejan las autoridades en este país tan distinto a todo lo que vi en mi vida o en películas y series. Al menos, así son con nosotros los extranjeros. Acá hay gente de Brasil, Bolivia, Colombia, Venezuela, Guatemala, España, Portugal, Francia, Suecia, Rusia, China, India, Latvia, Afganistán, Uzbekistán y ni hablar del continente Africano.

También nos sacaron el arroz que era nuestra comida de todos los días, el agua potable, con lo necesaria que es, y hasta el agua corriente, que usamos para bañarnos, lavar Ia ropa, tirar en los baños. Van a suspender las visitas, lo cual no nos afecta a los que somos de lejos, pero sí nos afecta que rechacen a nuestras embajadas, ya que son los únicos que pueden venir a asistirnos y traernos cosas que sería imposible tener por nuestros medios acá, como una salsa de tomate, alguna fruta, algún medicamento, ropa abrigada, algo para taparnos, etc. Acá hay una oficina donde pueden dejarnos dinero local y mediante una carta solo pueden darnos 500Birr (así se llama, Birr) cada 15 días y eso sale acá un paquete de azúcar. Nos quitaron hasta el acceso a eso.

Y por si no alcanzaba con eso, nos dijeron que si alguien venía a reclamarnos vivo o muertos, tenían más armas y más gente. No conocen de diplomacia, ni respeto, mucho menos derechos humanos. Ellos piensan que son intocables y hasta cierto punto quizás tengan algo de razón. Este país es tan así, que aun teniendo todas las pruebas para demostrar que soy inocente, parece que estamos cerca de tener un veredicto. Dependo del humor de los jueces ese día, o como le digo yo, un milagro. Y NADIE PUEDE HACER NADA PARA CAMBIAR ESO.

Escribo esto y les juro que no puedo creer lo que tengo que contarles, lo que veo cuando levanto la mirada, ni nada de lo que vivo hace 6 meses. A pesar de todo me encuentro bastante entero y cuerdo, pero también enfermo, débil, desesperado... No veo la hora de, si todo esto tienen algún propósito, poder no solo entenderlo, también disfrutarlo, pero por sobre todo volver a casa, como sea.

Disfrútense, cuídense, y ustedes que tienen a mi familia más cerca que yo, denle todos los besos y abrazos que yo no puedo. Un día menos”.

Está pasando