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Columnistas

“Soy de River”

River

Desde hace un tiempo, cuando le pregunto a mi hija de qué cuadro es, me responde: “Soy de River”.  Si bien sabe y ve que voy seguido a la cancha de Boca, me informa su decisión con firmeza. Y yo la respeto.

Desde chico que me gusta ir a la Bombonera a ver fútbol y tengo un abono a una platea. Nunca me interesó imponerle mi gusto por un club de fútbol y no me molesta para nada que elija a River como su club favorito. Tiene compañeras de ese equipo y además le gustan los colores, así que la elección pasa por ahí.

Esta situación en particular, me llevó a pensar en el tema de las imposiciones. Desde el momento en que nacemos, nos dan un nombre, un número de documento, y a partir de ahí entramos en un sistema en donde decidimos poco y nada. Nos dicen de qué club de fútbol tenemos que ser, qué comida comer, qué religión profesar, etc, etc, etc. No digo que siempre se dé esto. Son algunos ejemplos del poco poder de decisión que experimentamos desde muy pequeños.

Volviendo a la comida, por ejemplo, si se nace en una familia vegana, tal vez le prohíban al niño o a la niña comer carne. Lo mismo si se come carne y la criatura no lo desea. Por supuesto que en muchos casos sí hay una charla abierta, pero se me hace que en la mayoría no se abre la posibilidad de elegir.

Luego, el daño mayor se instala a la hora de escolarizar. Ya a los seis años de edad, comienzan a meterles en el disco rígido información que supuestamente es vital para que se desenvuelvan en la vida. A nadie le importa si al niño le interesa la data que le bajan. Son horas y horas, todos los días, escuchando a maestros y maestras que enseñan materias que muy probablemente no les interesan y que no usarán jamás. Y así ese valioso tiempo de la infancia, transcurre con un espacio para el juego muy acotado, porque la mayor parte del tiempo hay que estar sentado en un banco escuchando algo que aburre y aleja de la esencia. De elegir ni hablar.

Y cuando tenemos diecisiete años, salimos sabiendo un montón de cosas que ni una vez nos preguntaron si nos interesaba. ¿Hay otras opciones? La Educación Libre o Educación Viva es una de ellas. Allí se aprende en libertad, desde el juego y fuera de las imposiciones del sistema.

Tomar la decisión de no hacer lo mismo que hicieron con nosotros no es fácil. De hecho, no escolarizar está penado. Una de las tantas aberraciones del nefasto sistema educativo.

Pero más allá de este delicado tema, que es el central, creo que podemos estar más atentos para no quitarles libertades a nuestros hijos obligándolos a que sean de tal o cual forma. Abrirle el abanico de infinitas posibilidades lo más que podamos para que opten según su sentir. Y estando atentos a hacerlo sin manipulación.  

Para que vivan livianos y en libertad. De manera tal que, si quieren ser de River y no de Boquita, el verdadero y único rey de copas, que sean de River.