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Mundo

El cofundador argentino de OceanGate, dueña del submarino que implosionó, respondió a las críticas

El empresario Guillermo Söhnlein, argentino y cofundador de OceanGate, la empresa que organizaba los viajes a los restos del Titanic en su submarino Titan, que terminó implosionando en las profundidades del océano, salió a responder a algunas críticas sobre la seguridad del submarino de su empresa. Para Söhnlein, las personas que apuntaron contra el submarino que terminó con la vida de cinco personas no tienen "toda la información" para opinar.

De acuerdo al empresario, los viajes del submarino no buscan "realizar viajes de placer hasta este naufragio". Expresó: "Todos los que bajan allí tienen una reverencia extrema por los restos del naufragio como lugar de sepultura. Y, en todo caso, todos los que bajan allí lo hacen para preservar los recuerdos y documentar la tumba en sí".

Söhnlein dejó la empresa hace diez años, aunque todavía tiene una participación accionaria en la misma. En declaraciones a la BBC, planteó que las personas que critican la seguridad del submarino que terminó impresionando "no están totalmente informadas".

Desarrolló: "Las personas no hacen más que equiparar certificación con seguridad e ignoran los 14 años de desarrollo del sumergible Titán". Para Söhnlein, "cualquier experto que sopese esto, incluyendo a James Cameron, también admitirá que no estaban cuando se diseñó el sumergible, durante su proceso de ingeniería, su construcción y, con seguridad, tampoco cuando se llevó a cabo el riguroso programa de pruebas al que se sometió el sumergible".

De acuerdo al empresario, "existen regulaciones vigentes, pero como se puede imaginar, no hay muchos submarinos que vayan tan profundo". Siguió: "Entonces, las regulaciones son bastante escasas, y muchas de ellas son anticuadas o están diseñadas para casos específicos. Así que es un poco complicado navegar por esos esquemas regulatorios". Para Söhnlein, lo que sucedió fue "una trágica pérdida para la comunidad de exploración oceánica", y afirmó que cualquiera que trabaje en el océano "conoce el riesgo de operar bajo tal presión y sabe que en un momento determinado corre el riesgo de sufrir una implosión de este tipo".

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