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Columnistas

OLGA. POLLO. ALMIRÓN

Del amor, el boliche y el casino, siempre, e indefectiblemente, nos vamos a destiempo.Y cuando digo a destiempo, digo tarde.

Será cuestión de repasar con la mente lo que recordamos o, mejor dicho, lo que creemos recordar sobre algunos acontecimientos de nuestras vidas, para caer en la cuenta de que esta teoría es irrefutable.

Si les parece que lo antedicho no es así, estarían en la etapa de la negación, que es justamente el factor que nos hace carecer de lucidez para irnos en el momento indicado.

Así es la comprobación empírica del asunto. Si acuerdan conmigo, estamos parados en el mismo punto, y si no, sólo es cuestión de tiempo.

Hablando de tiempo, cómo no voy a saber yo de falta de timing, si en mi corta pero no por eso menos penosa carrera de adolescente lanzado a seducir en locales bailables, me transformé en un especialista de retirada envuelta en fracaso. De haber existido la selfie en aquellas épocas, la foto me mostraría derrotado, con el sol en la cara, caminando, y con las "Losers" bajas puestas. Ni hablar del trinar de ese pajarito que como músico sesionista te acompaña hasta tu casa sólo para recordarte que él trabaja sólo dos horas, y desde que sale el sol, por lo que si lo escuchas de pie, es porque a tu noche triste le sobraron por lo menos un trago, cuatro o cinco diálogos, dos o tres falsas promesas y, desde ya, más de cien minutos.

Pero sabemos como es ésto. El juramento del no va más se transformaba en una nueva apuesta el fin de semana siguiente, como para que quedara todavía más claro que casi siempre somos nuestra propia trampera.

Y si no que lo diga mi tía abuela Olga, a quién en algún verano perdido acompañé al casino de Mar del Plata.

Yo no le daba mucha bola a la idea de los juegos de azar, a mí me subyugaba más el 'Asar'. De hecho, me considero 'Asadomasoquista', pues me gusta regodearme en el dolor que produce no saber el domingo, si el lunes estrenaremos agujerito nuevo en el cinturón.

Pero volvamos a Olga, a quién le encantaba la timba. Más que en la suerte del principiante, ella creía en la suerte del principito, ya que si sabía que iba al casino a las 10, ella sería feliz desde las nueve.

Cuidaré su memoria y no describiré su accionar aquella noche en el 'Escolazodromo' de Mardel, pero sólo diré que entró al establecimiento con la cara de Julie Andrews en la Novicia Rebelde, y se fue, cinco horas más tarde, con la de Robert De Niro en Cabo de miedo.

Todavía resuena en mí su lamento hecho murmullo y transpiración mientras cruzaba la puerta: "Era por abajo Olga, era por abajo". Con los años, creo haber entendido que sentía que había perdido una final del mundo por no haberle jugado a menor en la última bola.

Lo otro que entendí, pero en aquél instante, es que ese no sería jamás un lugar para mí.

Si puedo pedirles algo, espero que me liberen de explicar lo obvio en cuanto al destiempo en el amor.

"Cuando uno dice que se va, es que ya se ha ido", dicen que dijo Cortázar. O habrá sido Perón, o Bielsa. Pero lo importante es la espesura y la verdad de la frase.

De hecho, mientras posas tus ojos en estas líneas, sos perfectamente consciente de si alguien ya te picó el boleto o le picaste el boleto a alguien, y sólo son dos arqueros que se han quitado los guantes en sendas áreas chicas, y fingen lesión al unísono para hacerle tiempo al tiempo y quedarse un rato más..

Es curioso, a veces pienso que en Argentina los directores técnicos no son más que Olgas enfundados en equipos de gimnasia o trajes Armani, para serles franco.

O no sabía Olga Gago, por caso, que ya no tenía margen para que Racing perdiera una bola importante más, y que ya no había humor social para hablar de buena o mala suerte? No, no. Si el croupier que más te odia te canta 'Colorado el 32' ni bien entrás a jugar, sólo te queda bajar la cabeza y bancarte que te tiren el pozo acumulado de la frustración.

'Colorado el 32', la bola que inauguró la temporada 2023 del casino de Mar del Plata. Si, si, 'Cosa e' Mandinga'. Excelente caso testigo para mostrar que hay mucho GPS para los jugadores no empedernidos, pero que después a los cuerpos técnicos modernos se les escapan las estadísticas realmente importantes.

Igualmente, y sin ninguna duda, la Olga del momento es Olga Almirón.

Es impresionante ver cómo se tambalea en la consideración de propios y extraños, y como es observado como si fuera un pollo que ha escapado de la cadena de frío, mientras la mayoría de los hinchas de boca lo saben en el horno, le desconfían, pero lo ven disimular su abombamiento con cantidades industriales de Romero.

Chiquito Romero

Contra Palmeiras dirigió construyendo un meme. "¿Qué es este cambio, lo puedo hacer mal? Dirá el texto impiadoso, mientras él hace equilibrio al compás de un carnaval carioca que le dice que en su cabeza es 4 de noviembre cada media hora, y que antes de irse debe pasar por el 'Guarda gloria' a retirar lo que dejó cuando ingresó.

Revisa sus bolsillos buscando el número para poder irse tranquilo. Lo encuentra. Es el 7, uno de los que habría salvado a mi tía si aquél día intuía que era por abajo.

Sale, se sabe mareado, se pide un 'Cabanify' porque le dicen una y otra vez que no está para conducir. Se duerme y sueña que vence al destiempo.

Sueña que no es tarde ni temprano.

Sueña que todavía es, y que quizás sea.

Está pasando