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Columnistas

La fórmula de Massa, la balsa de Alberto y la retirada de Cristina

Si le sacaron el nombre Frente de Todos para dejar atrás un fiasco de gobierno, el cierre de las candidaturas de Unión por la Patria fue un homenaje a ese funcionamiento errático, reflejo de una sucesión de poder inconclusa que se mantiene hasta la última hora.

Como la estatización de Vicentin que no fue. Como la expulsión de Federico Basualdo que se quedó. Como la amenaza de renuncia de los ministros que siguieron en el cargo. La definición por la fórmula de Sergio Massa con Agustín Rossi para representar al peronismo tuvo el sello de las idas y vueltas que marcaron estos años donde nadie manda del todo, se impone el cálculo y sólo ordena el miedo. Así ganaron en 2019. Así construyeron una gestión gomosa. Así irán a las urnas, según parece.

Lo que el jueves era “ya está, es Wado-Manzur”, en menos de 36 horas desapareció. “Hay una decisión de comunicar en forma concertada el afiche”, decía el diputado Hugo Yasky tras postear un flyer que rezaba “Wado & Manzur & Cristina & Argentina”. Los que siguen la cobertura en el corazón del oficialismo relataban que el ministro del Interior y el gobernador de Tucumán “se estaban sacando la foto”, “ya grabaron el video”, “se comunica en breve”. Materiales que quedarán en alguna carpeta de un editor que trabajó al pedo contrarreloj. La política.

El propio ex jefe de Gabinete que había llegado a la Casa Rosada para dar “volumen político” en 2021 ahora esparcía por todos lados que era él quien completaba el binomio que se estaba esperando. Pasadas las seis de la tarde de ese mismo jueves inolvidable, Eduardo de Pedro publicaba en redes que quería ser “el presidente de todas las familias argentinas”.

A la salida de la Unión Industrial Argentina deslizaba, sin embargo, un “falta un poquito” que escondía algo más. Después de semanas de TikTok, de campañas contra el bullying, de buena onda con el actor parecido Esteban Lamothe, algo estaba pasando. Bien al estilo FdT, debutaba UP.

Es que ya el martes había llegado un primer mensaje de la vicepresidenta al jefe de Estado. El mensajero era Juan Manuel Olmos, el armador albertista que había ido a China con Massa y Máximo Kirchner. El planteo volvía a ser el de buscar un candidato de unidad. Pero Cristina quería que fuera Wado, nunca el líder del Frente Renovador, al que le desconfía como se debe. Alberto, además, venía de comer con el ministro de Economía para aclararle que si él quería jugar, los reparos los tenía la Jefa, que la convenciera a ella.

El miércoles se vieron Cristina y Juan Manzur y empezó la difusión de que la cosa era con Wado. Los gobernadores pusieron el grito en el cielo. El jueves llegaron Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Raúl Jalil (Catamarca), con las objeciones más contundentes. “En las provincias, La Cámpora espanta”, dijeron palabras más, palabras menos. “Y lo de Manzur fue una aventura personal”. El tucumano no los representaba para nada. “Llámala a Cristina y arreglen esto”, insistió Jalil. “Que me llame ella”, devolvió el Presidente. Lo de siempre.

Finalmente, Cristina llamó a Alberto y hablaron el viernes después de las 19. Una charla muy breve. Estaba todo acordado ya. Alberto puso a su jefe de Gabinete, el “Chivo” Rossi, de candidato a vice y a sus principales espadas, Santiago Cafiero y Victoria Tolosa Paz, en listas para entrar al Congreso. 

Por y para el poder

El cierre de las listas siempre es frenético, alocado. Y en muchas de las últimas veces en que se anotan a los participantes de una elección, la política argentina ha estado esperando a ver qué pasaba con Massa

Ya sea porque estaba lanzando su candidatura a diputado en 2013 tras romper con Cristina Kirchner, o porque negociaba un posible acuerdo con el primer Cambiemos en algún momento del 2015, o cuando se esperaban contactos para ver si volvía a juntarse con el kirchnerismo en 2019 como terminó ocurriendo. Massa siempre encuentra la fórmula para volverse clave.

En un punto, siempre se trata de la ambición de Massa. Es lo que explica casi todo en sus movimientos. Trabajo por y para el poder 24/7. Es lo que lo llevó a agarrar el Ministerio de Economía en una coalición totalmente detonada con más chances de chocarla que otra cosa y es lo único que puede explicar que habiendo empeorado todos los índices desde que asumió (la inflación anual era 75% y pasó a 120), haya logrado imponerse como el postulante de unidad para ir a las elecciones primarias el próximo 13 de agosto.

Qué pasó en las horas posteriores a la fugaz postulación del hijo de la generación diezmada será cuestión de una reconstrucción más detallada en los próximos días. Desde el mediodía del jueves la disconformidad de Massa por el lugar en que estaba quedando se volvió indisimulable. Por eso casi que se instaló en el Congreso a rosquear con la cúpula del espacio, Cristina y Máximo, sus aliados de necesidades y desconfianzas eternas.

En su mirada, no era proporcional el nivel de quilombo del que se había hecho cargo con lo que se estaba cerrando. Encima se difundía prematuramente. Estaba indignado. Sus armas, conocidas: advertir-extorsionar con que él y solo él era quien evitaba que no empeore más todo en un contexto en el que no pinta nadie para reemplazarlo si da el portazo. En días donde la Jefa le recomienda a todos la serie sobre el 2001, el ministro es el único que la cita a su favor. Ya se había dicho: si no asumía, el Gobierno preparaba “el helicóptero”.

"En días donde la Jefa le recomienda a todos la serie sobre el 2001, el ministro es el único que la cita a su favor. Ya se había dicho: si no asumía, el Gobierno preparaba 'el helicóptero'"

Aquello que “sin querer” había dicho su aliada Cecilia Moreau, de que se estaba hartando y no descartaba irse de Economía, seguramente apareció en su propia boca en las discusiones de las horas decisivas. Tampoco podía quedar en el olvido la cercanía de Massa con el fiscal Guillermo Marijuan, que la había librado hace poco de toda responsabilidad en la causa de la ruta del dinero K. Todo tenía que ver con todo.

Los que decían que Massa estaba pidiendo mucho tenían razón. Pedía y le dieron. La pregunta latente es por qué.

“Fin de ciclo”

¿Cristina Kirchner se vio acorralada y cedió? Un poco sí. Por primera vez no tendrá ningún propio en la pelea presidencial, en lo que es un paso atrás respecto de la estrategia de poner un extraño e ir segunda como cuando designó a Alberto Fernández y se anotó de vice. 

Si el Presidente licuó el poder de la lapicera, esta definición entierra la teoría del “dedo” todopoderoso de la Jefa. Si ella había elegido a Wado, los gobernadores y el propio Massa lo revirtieron, lo que abre flor de incógnita sobre el futuro liderazgo en el peronismo. Algunos recordaban los off de Alberto de que él iba a terminar con 20 años de kirchnerismo. En las últimas horas, el Presidente volvió a mencionar la frase “fin de ciclo, fin de un tipo de conducción”. Quién sabe.

"Cristina de esta forma cuida lo que ha sido más importante para ella en toda su participación pública estos cuatro años: el capital simbólico, el recuerdo de lo que dice que fueron sus años felices de gestión"

Pero ojo: también es cierto que Cristina de esta forma cuida lo que ha sido más importante para ella en toda su participación pública estos cuatro años: el capital simbólico, el recuerdo de lo que dice que fueron sus años felices de gestión. Si le va mal a Massa-Rossi, siempre podrá aducir que no se trata de una derrota propia, que fue generosa, que miren, cuando me corro porque me lo piden así nos va. Además, con Wado y Máximo en el Congreso resguardará lugares para la eventual resistencia contra el gobierno que viniera, aún si fuera el de Massa, je

Párrafo aparte para Alberto, que parecía totalmente desconectado cantando “Días de conflicto” de Lito Nebbia y terminó recordando que siempre fue mejor operador que Presidente. Raleado del poder y dedicado a actividades protocolares, sostuvo la idea de las PASO con Daniel Scioli como precandidato hasta el final, para terminar acordando con Massa y la propia Cristina meter a uno suyo como postulante a vice. Parecía que no tenía nada y al menos construyó una balsa para ir a naufragar.

 

El que ya es meme es el ex motonauta, que venía de hacer un acto para afirmar que su boleta estaría en el cuarto oscuro y menos de un día después desapareció del mapa. Ni fuerzas para tuitear le quedaron. 

Algunos compañeros le reconocen grandeza. Explicar el recule será el mayor desafío para el comunicador que todo lo disfraza con fe, optimismo, esperanza y con aquello de que si se repuso a perder el brazo el resto es gilada. En el fondo, la bronca que nunca dirá es que le ganó Massa.

Orden peronista

Finalmente, el tablero electoral en la Argentina delineó el sueño húmedo de los inversores y empresarios. De un lado, Javier Milei, una alternativa border ultraliberal que les tira el mantel a todos hacia la derecha pero cada vez con menos chances de ganar según las encuestas (?); en Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta discuten qué tan rápido tienen que ser los ajustes y la unificación del tipo de cambio, y en el peronismo, un solo postulante, Massa, que sería la alternativa más heterodoxa y que es indistinguible en sus propuestas de lo que propone su amigo, el jefe de Gobierno, que además eligió como vice a Gerardo Morales, también ex aliado del tigrense. Por eso Larreta debe ser el más preocupado por estas últimas novedades del oficialismo. 

Es probable que el lunes se potencie la fiesta en los mercados financieros, con subas en lo que va del año de hasta el 100% en las acciones de empresas argentinas que cotizan en los Estados Unidos. Los operadores de las terminales de Bloomberg ven un giro de la Argentina hacia el equilibrio fiscal, la devaluación y la salida del cepo al dólar y en definitiva, una especie de ordenamiento en línea con lo que se hace en macroeconomía en la mayoría de los países. Si eso funcionará y mejorará la vida de la población, será otro tema, pero esa lectura mueve los humores en Wall Street.

Sólo podría irrumpir la duda de si en esta transición el ahora también candidato del oficialismo seguirá siendo ministro, algo que sus espadas como José Ignacio de Mendiguren muy oportunamente habían marcado como algo totalmente compatible, al menos hasta las PASO, seguro. La ambición de Massa, otra vez, es lo que lo haría viable. Como todo lo que lo trajo hasta acá y lo hace soñar con la banda presidencial el 10 de diciembre.

Deberá, eso sí, buscarle la vuelta a que su lanzamiento no le complique el vínculo con el Fondo Monetario Internacional si ahora la burocracia descubre que está negociando un giro anticipado de plata con un aspirante a pelear una elección, lo que podría inclinarlo a gastarse cualquier divisa que reciba para sostener la actividad y mejorar su imagen. No sería nada diferente de lo que le bancaron a Macri en 2019, pero todo cambia. En eso se concentra en su renovado vínculo con Alberto, con quien habló cuatro veces desde que es candidato, antes y después de dormir con su perro en la cama, como lo inmortalizó su esposa Malena Galmarini en Twitter.

Todas estas son preguntas que en todo caso aparecerán el lunes, después de un fin de semana en el que el hombre que se jacta de su vínculo con los Estados Unidos, que ha pedido usar el ejército para combatir el narcotráfico y que siempre se reconoció amigo de empresarios como el finado banquero Jorge Brito se termine de convertir en el candidato único del peronismo con el kirchnerismo adentro incluido, una novedad que todavía no motivó ni un tuit de Cristina ni La Cámpora. Imaginate la onda.

Es que su consagración en ese lugar lo confirma como lo que siempre quiso mostrarle al establishment que es capaz de ser: el garante de un nuevo orden peronista, sin radicalización de nadie, alineado con Occidente, con la intervención justa para intentar ganar elecciones pero también alimentando hasta el punto necesario los deseos de los mercados, que es muchas veces lo mismo que generar negocios para los amigos. Con todo eso, va por la Presidencia. ¿Podrá?