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Sociedad

El otro Ni Una Menos: la Asamblea de Familiares de Víctimas de Femicidios y Desapariciones

Familiares de Natalia Melmann, Florencia Pennacchi, Cecilia Basaldúa, Lucía Pérez, Luna Ortiz y decenas de otras mujeres desaparecidas o asesinadas e incluso sobrevivientes de abuso sexual tuvieron su propio Ni Una Menos, a varias cuadras de donde la organización oficial montó su acto. En una jornada marcada por el dolor y el desgaste pero también por la fuerza y la perseverancia, apuntaron contra la Justicia y contra la red de complicidades con los femicidios y las redes de trata.

La madre de Iara Rueda en el último Ni Una Menos.

A ocho años del primer Ni Una Menos, un enorme grupo de familias de mujeres asesinadas y desaparecidas decidió que necesitaba protestar contra los femicidios por separado y en paralelo al movimiento que se gestó precisamente para luchar contra los femicidios un 3 de junio de 2015. La representatividad del colectivo que en su momento supo generar convocatorias masivas y que este sábado desplegó su acto en el Congreso, acompañado mayormente por organizaciones partidarias, fue cuestionada ayer por buena parte de quienes mantienen viva la memoria de aquellas que ocho años atrás motivaron la movilización: las mujeres asesinadas y desaparecidas.

Este Ni Una Menos, en una ronda de exposiciones que duró más de dos horas y media, tomaron la palabra sucesivamente familiares de Clara Bravo, Marina Trípodi, Florencia Pennacchi, Natalia Melmann, Alejandra Nahir Álvarez, Camila Cinalli, Rosa Aliaga, Iara Rueda, Agustina Fredes, Tehuel de la Torre, Carla Soggiu, Analía Aros, Luna Ortiz, Claudia Patricia Tupa Lorore, Cecilia Gisela Basaldúa, Lucía Pérez, Katherine Moscoso, Araceli Fulles, Chiara Romigues, Katherin Greco, María Rosa Cabrera y Viviana Altamirano. Además, expusieron las Madres Protectoras de víctimas de abusos sexuales en la infancia y sobrevivientes de este mismo delito. 

La prima de María Florencia Pennacchi fue una de las primeras en agarrar el micrófono, con los ojos vidriosos y la voz cargada de angustia ante la reciente muerte de Nidia Aguilera, madre de Florencia. “Este pasado 28 de mayo Nidia Aguilera, mamá de Flor, falleció súbitamente. Su cuerpo y su alma no resistieron a la ausencia de su hija. Con la desaparición de Flor su vida y su entorno viraron al desconcierto y al desasosiego permanente. Fueron socavando su energía vital. Han sido enormes sus esfuerzos de búsqueda, siempre con un bajo perfil de su parte”, leyó la mujer, de quien colgaban una foto de Florencia y un pañuelo con la frase No más trata. “Quiero que claro quede que además de las víctimas desaparecidas, en algunos casos muertas, hay otras víctimas. Madres, padres, hermanos, abuelos, tíos, sobrinos, niños, amigos. Que ese dolor punzante de la ausencia cambió sus vidas para siempre”, recalcó.

"Para que semejante impunidad suceda tiene que haber una cadena de complicidades y silencios gubernamentales, judiciales y policiales. Pero nosotros, quienes estamos acá de pie, somos la voz de aquellos silenciados para denunciar y hacer que se vea y se escuche que no dejamos de luchar por que esa ausencia sea presencia. Quisiéramos como familia agradecer la ternura y el apoyo que hemos siempre recibido y que nos han ayudado a continuar”, redondeó antes de pasar a leer la Carta a una hija desaparecida que Nidia Aguilera escribió en 2015, cuando se cumplían 10 años de la desaparición de Florencia.

Otra familia que vive un calvario semejante hace alrededor de dos décadas es la de Natalia Melmann, la joven asesinada en 2001 por cinco policías, uno de los cuales fue condenado hace apenas unas semanas. “Yo soy el papá de Natalia Melmann, una jovencita de tan solo 15 años que fue asesinada, torturada, violada y cosificada, tirada como basura en Miramar el 4 de febrero de 2001, hace más de 22 años”, se presentó Gustavo, un hombre de mirada perdida que llevaba colgando de su cuello la foto de una Natalia sonriente. “Participaron en su homicidio cinco policías bonaerenses, tres de ellos fueron condenados en el 2002, uno de ellos fue condenado hace pocos días, el 17 de mayo, Ricardo Panadero, y hay un quinto ADN que estamos buscando que se lleve a juicio. Las sentencias que hemos logrado han sido por la lucha y el acompañamiento de montones de personas y principalmente para demostrar que la lucha que no se abandona se gana”, sostuvo en medio de un mar de aplausos.

Gustavo Melmann.

“Yo soy tía de Viviana Altamirano, ella desaparece en el barrio de Las Tunas el 28 de abril del 2004 y hasta la fecha no la hemos encontrado”, se presentó más tarde una mujer de anteojos que sostenía un cartel con la cara de Viviana. “Este camino doloroso de la búsqueda de las pibas que desaparecen en los barrios se repite día a día con la complicidad con la trata de personas, la complicidad policial y política. Vivi no fue un caso que se difundió mucho, tardé cuatro años para que un canal de televisión pusiera su foto, sufrimos como familia todo el atropello y las hipótesis de que ella se había ido por su cuenta”, relató. Por la desaparición de su sobrina, la mujer apuntó contra “el descuartizador de Astolfi”, un hombre reconocido por asesinar mujeres que se suicidó en 2020.

Por su parte, la madre de Tehuel de la Torre lucha por acelerar la investigación y evitar así la búsqueda eterna que atraviesan las familias Altamirano y Pennacchi. “Tehuel salió a buscar un trabajo y no volvió, tengo fecha para juicio el 2027”, explicó, y agregó: “Pido que me acompañen a que el juicio no sea tan lejos, yo quiero un juicio ya, no quiero esperar más, porque las dos personas que están detenidas pueden salir. y yo tengo nietos, hijos, y tengo miedo. Es lo único que les pido, que me acompañen”.

También estuvo en la plaza la madre de Araceli Fulles, asesinada en 2017 por ocho varones que la violaron y descuartizaron. Portando la foto de su hija, Mónica contó que consiguió prisión perpetua para tres de los femicidas, y que lucha para que la Justicia no reduzca la pena de los asesinos. “Todos me dicen ‘recordarla como era’. ¿Cómo recordarla como era, si ver ese desastre que hicieron con mi hija después de muerta fue tan doloroso? Por eso mi lucha va a seguir todos los días de mi vida, por mi hija”, enfatizó conmovida mientras desde el público un grupo de mujeres gritaba “no estás sola”.

Las familias que viajaron desde Jujuy este Ni Una Menos

Tres familias viajaron desde Jujuy para estar en Plaza de Mayo este sábado desde el mediodía, bajo una carpa blanca que se armó al pie de la pirámide. A la pirámide, a su vez, la rodeaban decenas de fotos en blanco y negro de mujeres desaparecidas o asesinadas por sus novios, parientes o extraños. “Mi nombre es Julia Álvarez, soy tía madrina de Alejandra Nahir (Álvarez), de la provincia de Jujuy. Mi sobrina fue asesinada por el novio en la pandemia, en 2020, el día 9 de octubre", se presentó una mujer. "Mi sobrina tenía 17 años, tenía un bebé de seis meses, y como quería terminar con la relación de pareja él la asesinó”, detalló. Recién el pasado 23 de mayo el femicida, Rodrigo Villanueva, fue condenado a prisión perpetua.

Quien también logró condenar a los asesinos de su hija fue Mónica Cunchila, madre de Iara Rueda. Iara fue engañada por su compañero de escuela Tomás Fernández, secuestrada y violada por él y por dos adultos: Raúl Cachizumba y Mauricio Abad, quienes hace unas semanas recibieron cadena perpetua. A los gritos y visiblemente dolorida, Mónica resaltó la manera en que ella y sus allegados accionaron apenas desapareció su hija: denuncia inmediata ante la comisaría, difusión en redes sociales, búsqueda por el barrio con los vecinos. Incluso contactó a un diputado que, a su vez, se comunicó con la Fiscalía. Sin embargo, el protocolo de búsqueda que debe activarse en la provincia de forma inmediata ante la desaparición de una menor se activó recién a los seis días. “ Entré, hablé con el comisario mientras mi marido hacía la denuncia, ¿y qué te dicen? ‘Señora, ¿Le gritó?, ¿le pegó?, ¿tiene noviecito?’. Lo único que te preguntaban era si le habías hecho algo”, recordó entre lágrimas. A Iara la encontraron asesinada, violada y “semienterrada”. 

“A los dos adultos les dieron la perpetua. ¿Pero qué pasa con el de 16 años? ¿Qué te dice la jueza? Que no se le puede dar perpetua porque es una persona que se puede regenerar, que va a estudiar, que va a ser útil a la sociedad. ¿Y dónde estaban los derechos de Iara de vivir? A él le dan los derechos, y a él le van a dar una condena más chica. Si no hubiese sido por él y por esos funcionarios mi hija hubiese estado conmigo”, exclamó Mónica. Antes de ceder el micrófono, leyó una frase que encontró en una carpeta de Iara: “Mi hija escribió en su carpeta: eres más valiente de lo que crees, más fuerte de lo que pareces y eres más inteligente de lo que piensas. Si sigues creyendo, tu sueño se hará realidad. Mi hija tuvo justicia, pero nosotros estamos condenados más que esos asesinos, porque a nosotros nos toca llorar toda la vida”. Ahora, la familia de Iara Rueda lleva adelante un juicio contra ocho funcionarios policiales por incumplimiento del deber de funcionario público, debido a su inacción ante la desaparición de la adolescente.

En el centro, la madre de Rosa Cabrera, asesinada en abril del año pasado.

Mónica y Julia consiguieron condenas para los femicidas de sus hijas. Distinta suerte corren los familiares de Rosa Aliaga, asesinada en la localidad de Ledesma el 29 de mayo de 2015 y por cuyo crimen no hay ningún detenido. 

Sobre complicidad judicial y política

La lista de femicidios atravesados por el poder y la complicidad política y judicial que relataron los familiares en la plaza este Ni Una Menos fue larga. Carla Soggiu fue violada y asesinada por su pareja y, aunque accionó un botón de pánico que brindó su ubicación exacta durante 90 minutos, fue encontrada ahogada en el Riachuelo casi un mes después. “Nosotros estamos en una lucha totalmente desigual contra los responsables de Seguridad en ese momento, contra la complicidad judicial, porque toda la Justicia en Ciudad es de ellos, es mentira lo de la Justicia independiente, y también es mentira lo de la grieta en este tipo de casos. Donde está metida la política, en la Justicia no hay grieta. Defienden la impunidad de estos seres, que son muy oscuros”, denunció su padre. 

A su turno, los padres de Luna Ortiz señalaron que un 3 de junio de 2017 Isaías Villarreal asesinaba a su hija y que el fiscal de la causa nunca quiso reconocer el caso como un femicidio. En cambio, condenaron al asesino por abandono de persona, carátula que luego cambió a homicidio culposo. Hoy está en libertad y viviendo a seis cuadras de la familia de Luna. Como su hija fue drogada y prostituida antes de ser asesinada, Facundo se refiere a este caso y a otros similares como “narcofemicidios”: “Luchamos contra un monstruo gigante que es esta Justicia cómplice, donde están las redes de trata, la policía”, sintetizó.

En Córdoba, Cecilia Gisela Basaldúa fue violada y asesinada, siendo el principal sospechoso un narcotraficante de Capilla del Monte llamado Mario Gabriel Mainardi. Este sábado, sus padres denunciaron que la fiscal de Cosquín Paula Kelm entorpeció la investigación acusando a un perejil. “No quiso seguir investigando, cerró la causa, elevó a juicio y a este chico lo juzgaron. Tuvimos que presenciar un juicio mentiroso, vergonzoso. Todas las declaraciones eran falsas, todos los testigos eran falsos, era una causa armada por la fiscal, por la policía”, recordó la madre de Cecilia y añadió: “Ahora tenemos un juicio nuevo, el nuevo fiscal se jubila ahora en julio y estamos esperando que trabajen de verdad porque desde noviembre hasta la fecha no hicieron nada”.

Aprendan a defenderse, no se dejen pegar, no se dejen agredir, no se dejen someter. Luchen por ustedes, luchen por sus vidas, pidan ayuda. Pidan ayuda, que merecen vivir.

Abuela de Chiara Romigues

Hace ocho años, a Katherine Moscoso la secuestró un hombre llamado Martín Fernández, un criminal que también resultó ser hermano del intendente. “El hermano del intendente, Martín Fernández, fue quien levantó en el auto a Katherine y hoy la causa lleva ocho años sin que se sepa. Ahora la causa se reabrió y se la dieron al mismo fiscal (que la cerró en primer lugar), Humberto Piotti. Nosotros estamos pidiendo ahora que cambien al fiscal. Está probado que el poder político de Monte Hermoso en conjunto con la fiscalía de Bahía Blanca y Tandil son los principales encubridores”, denunció el padre de la joven. 

A Claudia Patricia Tupa Lorore la mataron en Flores, en un kiosco “de procedencia dudosa” que también funcionaba como bar y donde “se vendía alcohol y sustancias”. El local, ubicado en Joaquín V. González y Rivadavia, era manejado por un hombre llamado Claudio Salazar, a quien las cámaras registraron arrastrando a Claudia y dejándola tirada en la puerta. Claudia era migrante y militante del Partido Obrero. Con carteles que rezaban "Ni una menos" y pedían justicia por ella, sus compañeras tomaron la palabra y reflexionaron: “Va a ser muy difícil conseguir justicia para nuestra amiga porque aparte de ser pobre, de ser piquetera, era migrante. Las migrantes sufrimos mucho la discriminación, el abandono del Estado, y que se nos juzgue de tantas maneras que no se haría con otras ciudadanas”.

Con carteles que rezaban "Ni una menos" y pedían justicia por ella, las compañeras de Claudia tomaron la palabra.

Las Madres protectoras y las víctimas de ASI

Sobre el final de la ronda de exposiciones de este Ni Una Menos, la organización Madres Protectoras tomó la palabra para leer la carta de la madre de Arcoíris, quien está bajo prisión domiciliaria por luchar contra la revinculación de su hija con su abusador. A continuación, tomó el micrófono la madre de Luna, una nena abusada por su progenitor por varios años: “Denuncié esta situación hace 11 años. Atravesamos mi hija y yo la violencia de esa justicia patriarcal que no sólo defiende femicidas, también defiende pedófilos y enfrenta y violenta a quienes denunciamos”, sostuvo la activista y anunció que en agosto comenzará el juicio contra el abusador, Hernán González Rizzi.

Una de las últimas en exponer fue María Belén Chacón, víctima de abuso sexual en la infancia perpetrado por su propio hermano durante más de 16 años. “Hice la denuncia en el 2018 contra el abusador, mi propio hermano. Lo llevé a la Justicia. Durante las primeras instancias la Justicia no prescribió la causa”, relató, y aseguró que el suyo “fue un caso que si hubiese tenido más visibilización hubiese sido muy importante para las demás denunciantes”. Belén relató que el juicio comenzó en septiembre del año pasado y que finalmente la causa fue dada por prescrita, después de largas semanas de revictimización y de tener que cruzarse a su abusador en los pasillos de Comodoro Py a pesar de haber pedido expresamente que eso no sucediera: “El tribunal optó por declararlo culpable por los hechos denunciados, no obstante la causa fue prescrita por un mes de diferencia”. 

Belén Chacón en la jornada del último Ni Una Menos.

“Este caso ha sido a veces comparado con el de Thelma, y yo quiero aclarar algo: no solamente pasan en Brasil estas cosas, en Argentina también pasa. Nos hacen pasar por cinco años de juicio, nos dejan con traumas de por vida”, resaltó, y denunció que “en este momento hay varios pederastas sueltos” además de su hermano Pablo, porque su caso es uno de muchos. Tras recordar la soledad que sintió durante el juicio y el dolor de tener que escuchar a su propia familia declarando en contra suya, Belén sostuvo la necesidad de “luchar por una ley contra la prescripción de los delitos sexuales en las infancias” y concluyó: “La justicia dijo culpable y al silencio nosotras no volvemos nunca más”.