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Columnistas

La lucha lenta pero irreversible contra la homofobia en el fútbol

El lunes Jakub Jankto, futbolista checo de 27 años, publicó un video de cuarenta y dos segundos en sus redes sociales en donde contó que es homosexual y aseguró que lo hizo para alentar a otros a hacerlo. En el deporte profesional en general y en el fútbol en particular no hay muchos hombres que hayan dicho que son gays, a diferencia de las mujeres que lo viven con mayor naturalidad. El Mundial de Qatar fue un retroceso en ese sentido porque el torneo se hizo en un país donde no ser heterosexual está penado con hasta cinco años de cárcel. Si bien falta avanzar, hoy se vive con mayor apertura que en 1990 cuando Justin Fashanu se convirtió en el primer futbolista profesional en salir del closet y que se suicidó años después por una denuncia falsa por abuso.

"Nos preguntan todo el tiempo: ¿Por qué no hay más deportistas masculinos en el deporte de élite que 'salgan del armario'? Es porque no se sienten seguros. Sienten que van a recibir abusos por parte de los aficionados, van a ser despedidos de sus equipos, insultados o lo que sea". Esto ha respondido Megan Rapinoe, una de las capitanas del seleccionado femenino de fútbol de Estados Unidos, vigentes bicampeonas mundiales, que defienden su título este año. Militante política y LGBTIQ+, Rapinoe dijo que no se puede ganar títulos sin al menos un homosexual en el equipo.

La homosexualidad en el fútbol masculino no es aceptada ni naturalizada y ese mensaje baja desde los cantos en las tribunas hasta los propios protagonistas. En 1995 cuando dirigía al seleccionado Daniel Passarella dijo en una entrevista con la revista El Gráfico que no convocaría a un futbolista gay. Ante el revuelo, días después en otro reportaje intentó aclarar, pero oscureció más. "Me preguntaron si convocaría a un jugador homosexual y dije que no. Porque es un gusto personal. Como por ahí no me gusta un jugador demasiado alto… Este es un país democrático y yo no estoy en contra de los gays, simplemente que en mi trabajo no lo permitiría".

Justin Fashanu nació en Inglaterra en 1961 en Hackney, un suburbio de Londres. Su padre era nigeriano, su madre de Guyana, pero cuando cumplió seis años ellos se divorciaron y junto a su hermano John fueron llevados a un orfanato donde fueron adoptados por una pareja de Norfolk, al noreste de la capital. Su físico y velocidad lo llevaron a practicar boxeo donde se destacó rápidamente, pero un entrenador lo convenció de dedicarse al fútbol y acertó. Su metro ochenta y cinco y su porte lo convirtieron con solo 17 años en el centrodelantero del Norwich de la entonces Primera División, hoy Premier League.

En sus primeros tres años como profesional sus números arrojaron 35 goles en 90 partidos y en la temporada 1980/81 terminó en el tercer lugar de la tabla de goleadores con 19. Su punto más alto fue el 9 de febrero de 1980 en la derrota de local 5-3 contra el Liverpool, vigente campeón, donde convirtió el 3-3 transitorio con un gol que fue elegido como el mejor del año. Al año siguiente el Norwich descendió, pero a él le esperaba un destino sorprendente: el Nottingham Forest bicampeón de la Copa de Campeones de Europa en 1979 y 1980. Compartió equipo con Peter Shilton y Steve Hodge, testigos presenciales de La Mano de Dios y el gol del siglo en el Estadio Azteca. Además iba a ser dirigido por Brian Clough, el José Mourinho antes de José Mourinho, que había logrado dominar Inglaterra Europa con un equipo que no estaba en el radar de nadie. El equipo pagó un millón de libras esterlinas y se convirtió en el primer futbolista negro que costó ese dinero en el Reino Unido.

La expectativa era enorme, pero su experiencia en la tierra de Robin Hood fue corta, mediocre y el puntapié inicial de un peregrinaje que duró toda su carrera. Solo anotó 3 goles en 32 partidos, fue cedido al Southampton y luego vendido al Notts County. Clough se enteró que Fashanu frecuentaba el único club gay de la ciudad y no le gustó. Como dijo Frank Clark, una gloria del Forest, en una nota con el diario The Guardian en 2013: “Brian pudo haber sido más comprensivo. Lidió con el tema de la forma que solía hacerlo y solo lo empeoró. Pero hay que recordar que él era producto de su época”.

A principios de la década de los ´80 casi no había deportistas que hubiesen contado que eran homosexuales. Reneé Richards, la primera tenista trans, había sido pionera en la década anterior y en 1977, plena dictadura militar, ganó el Campeonato Internacional del Rio de la Plata en el Buenos Aires Lawn Tennis. En 1981, Martina Navratilova se convertiría en la primera atleta de primera línea en decirlo públicamente, justo en la época donde empezó a ser entrenada por Richards.

A la incomprensión de Clough se sumaban los excesos de alcohol en sus salida nocturnas. Si bien todavía no había hecho pública su orientación sexual, sus compañeros de vestuario lo sabían, aunque no siempre la recepción era buena. En 1985 se fue al Brighton donde una lesión en su rodilla fue la excusa que le permitió al club rescindirle el contrato dos años después. En paralelo crecía la figura de su hermano, John Fashanu, también centrodelantero y un año menor. La relación entre ambos no era buena y con los años se fue resintiendo como se puede ver en “Forbidden games: The Justin Fashanu Story”, el documental que estrenó Netflix en 2017.

"Le ofrecí 100 mil dólares a Justin para que no revelara ser gay. Se convirtió en mi archienemigo; temía que la gente creyera que yo también era gay, pero jugaba en un equipo duro (Wimbledon FC), con imagen de machos fuertes y a la gente le gustaba eso de nosotros". Justin llegó a declarar que John lo había defraudado y el distanciamiento definitivo se produjo tras su vuelta de Estados Unidos a donde había ido a tratar su rodilla. Tras su muerte John se arrepintió de su actitud y junto a su hija siguen el legado de su hermano.

La edición del 22 de octubre de 1990 del diario The Sun ofertaba la posibilidad de ganar una fiesta con Las Tortugas Ninja y tenía como título principal a Fashanu: “La estrella del millón de libras: soy gay”. El delantero terminó aceptando dinero a cambio de la nota porque su situación económica no era buena y para evitar que esa noticia la diera el Sunday People sin su autorización. En ese momento se había incorporado al Leyton Oriente a pedido de Frank Clark que era el entrenador desde 1983 y lo conocía de Nottingham. En la nota además afirmaba que había conocido a un miembro el Parlamento en un bar gay y había terminado en la cama de su departamento en Londres.

Entre su debut en Norwich y su retiro en 1997 pasó por 22 equipos de Inglaterra, Australia, Estados Unidos, Canadá, Suecia, Escocia y Nueva Zelanda. Un año después de colgar los botines se movió una vez más a Norteamérica. En marzo de 1998, en Maryland, un joven de 17 años lo denunció por abuso sexual, aunque Fashanu afirmaba que había sido una relación consensuada. Si bien la ley aceptaba como piso de edad para tener sexo era de 16 años, las relaciones homosexuales estaban prohibidas por ley y el futbolista fue acusado. Supuestamente el 3 de abril la justicia del condado de County lo imputó formalmente y pidió su extradición, aunque para evitar ser detenido ya había vuelto a su país.

Finalmente el 2 de mayo de 1998 lo encontraron ahorcado en un garaje de Londres con una nota a su lado. "Me he dado cuenta de que ya he sido declarado culpable. No quiero dar más preocupaciones a mi familia y a mis amigos. Espero que el Jesús que amo me dé la bienvenida; al final en él encontraré la paz que nunca tuve". Meses después de su suicidio, se comprobó que nunca habían pedido su detención y que la policía americana había descartado el caso por falta de pruebas. Desde entonces, el 19 de febrero, día de su nacimiento, se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia en el Deporte. Entre Justin Fashanu y Jakub Jankto pasaron treinta y tres años, falta mucho para desterrar la homofobia en el deporte, pero esos cambios parecen no tener vuelta atrás.

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