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Columnistas

Dibujitos a la velocidad de la vida

dibujitos

Una de las situaciones más estresantes en mi relación con mi hija es cuando tengo que tomar la determinación de apagar los dibujitos. Cuando Nina era más chica, se complicaba la cosa al punto de recibir alguna que otra piñita acompañada de un: “sos malo, papá”. Hoy ya no pasa por dos razones: he mejorado en cuanto a cómo manejarme en este tipo de situaciones y mi hija ya tiene seis años y acepta los acuerdos que le propongo. Anticiparse al final es una de las claves. “Mirá que este es el último capítulo, eh?”.

Pero últimamente he agregado una instancia superadora. Me doy margen. ¿Cómo es esto? En primer lugar, el tiempo promedio que considero que está bien para esta edad oscila entre los cincuenta minutos y una hora. Teniendo en cuenta esto, cuando le advierto que es el último capítulo, dejo tiempo para que haya uno más, el que finalmente será el último. Porque por más que le avise que es el último, ella va a querer más. El famoso “bis” que tanto se disfruta en los recitales. Un nuevo capítulo de Daniel el Tigre, por ejemplo, tendrá ese mismo sabor que sentía cuando Steven Tyler volvía al escenario para cantar Dream on.

Pero hay otra cuestión que me resulta fundamental y que está íntimamente ligada con la furia que puede sentir una niña o niño cuando lo desconectan de ese mundo virtual y tiene que ver con qué ve. Porque el contenido es mucho más importante que el tiempo que pasa frente a la pantalla. Nina no tiene vía libre para elegir los dibujitos. Ahí es donde me pongo a laburar de padre y me calzo el traje de “curador de dibus”. Antes de ofrecerle uno nuevo, investigo, miro, evalúo, y cuando estoy seguro que el mensaje va bien con lo que pienso se lo presento. Por decir un porcentaje, el 85 por ciento de lo que hay es una bosta. Violentos y con bajadas de línea que, a mi entender, ya no van más. Y una de las cuestiones en donde más pongo el foco es en la velocidad en la cual transcurren las acciones. Pienso que esa es una de las razones por las cuales los niños y niñas quedan irritados cuando se despegan de la pantalla. Están mirando algo que va a mil por hora, con colores estridentes y personajes que son capaces de hacer cualquier cosa. De repente, se apaga ese mundo frenético y aparece la vida, con su lentitud.

Claro que la posta está en la vida. La verdadera magia aparece en la quietud que nos enseña la naturaleza. Pero andá a decírselo a tu hija que lo único que quiere es seguir viendo a Catboy de PJ Mask combatiendo con Ninja Nocturno.

Pero no me quiero quedar en un simple crítico de la situación ni señalar a los dibujitos como algo demoníaco. Así que les comparto mi sapiencia como “curador de dibus”. Arranco por una verdadera joyita: Saari. No hay diálogos, las acciones transcurren lentamente y se anclan en la música como lenguaje universal. Son capítulos de tres minutos en donde hay un bohemio pajarito llamado Rikitiki, un generoso pulpo, una dulce señora búho llamada Buu y una tímida muchacha de nombre Pii. Cada episodio transmite valores de amistad, respeto y generosidad. Esta genialidad se encuentra solo en YouTube.

Y acá déjenme darles un consejo: paguen el “YouTube premium”. Yo no lo hacía pensando: “estos sátrapas no me van a sacar ni un mano”. Pero después me di cuenta que sale solo $119 y así se evitan que el dibujo que esté mirando su hija/o sea interrumpido intempestivamente por una publicidad del nuevo Toyota Corola, o que aparezca Osvlado Laport pidiéndole a nuestra bendición que done dinero para los refugiados del Congo.

El otro dibu que quiero recomendarles es más tradicional en el sentido que va a una velocidad mayor. Pero lo interesante está en la enseñanza que deja, y me incluyo porque yo también he aprendido con El Gato en el Sombrero Sabe Mucho Sobre Eso. Aclaro que hablo del dibujito, no de la película. Hasta hace poco estaba en Netflix pero ya no, así que la búsqueda se las dejo a ustedes. Quizás tengan que calzarse el traje de “piratas de la red” y bajárselos de algún Torrent. Vale la pena porque aprenderán del mundo de las abejas, las aves migrantes, los manatíes, las hormigas, etc, etc, etc.

Para terminar, me gustaría que me cuenten si están en la misma búsqueda porque ando necesitando ampliar el menú. Así que si ven algún dibu que se acerque a la velocidad de la vida, me chistan en mi Instagram @diegopanzamiller. Desde ya, muchas gracias.

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