El pollo a la parrilla es un plato delicioso que puede disfrutarse en cualquier momento del año. Al ser una carne económica y versátil, es una alternativa ideal para una cena en familia o con amigos sin gastar una fortuna. ¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de prepararlo?
El pollo es una carne blanca, magra y saludable. Es una buena fuente de proteínas, hierro y zinc, nutrientes esenciales para el cuerpo. Además, es mucho más económica que la carne de res, lo que la convierte en una opción ideal para cualquier presupuesto.
El pollo a la parrilla puede maridarse con decenas de acompañamientos, desde puré hasta ensaladas, pasando por arroz, verduras salteadas, entre otras opciones. ¿Cómo hacer para que no quede seco ni mal cocido?
Los sí y los no del pollo a la parrilla
Lo que sí tenés que hacer
- Elegir un buen pollo: Si es posible, intentar que sea de campo (tienen una tonalidad más amarilla a la vista debido a la alimentación que tienen) y lo suficientemente fresco.
- Marinarlo con antelación: hierbas frescas, ajo, limón y un toque de pimienta son la mezcla perfecta para resaltar su sabor. Se puede dejar marinando durante media hora para que se impregnen bien los sabores.
- Colocarlo en la parrilla a temperatura ambiente: no debe estar congelado ni excesivamente frío a la hora de ponerlo a cocinar.
- Cocinar a fuego medio: a unos 180 °C, lo que ayudará a que la carne se cocine de manera uniforme y no se seque.
Lo que no tenés que hacer
- Pinchar el pollo durante la cocción: esto va a hacer que los jugos se escapen.
- Abrir el pollo antes de sacarlo de la parrilla: si lo dejamos cocinar abierto, se va a secar y su sabor puede cambiar drásticamente.
- Cocinarlo en exceso o a fuego demasiado alto: esto hará que el pollo se seque excesivamente.
