Cuántas veces habremos escuchado la frase “al pan, pan y al vino, vino” y no sabemos de dónde viene. Muchas veces, las cosas que decimos se remontan a momentos históricos más antiguos de lo que nosotros pensamos y su verdadero significado, es distinto al que le damos hoy en día.

Argentina es un país donde la cultura de nuestros días está marcada por las frases y dichos que provienen, mayoritariamente, de los inmigrantes europeos. Así, encontramos que en el hablar cotidiano existen refranes, dichos y proverbios que sintetizan situaciones, emociones y paralelismos que hacen a nuestra identidad nacional.

El refrán “al pan, pan y al vino, vino” aboga por la sinceridad y transparencia en los negocios, las conversaciones y las relaciones humanas en general. Su mensaje es claro: condena el uso de rodeos, medias tintas, subterfugios e indirectas, promoviendo la honestidad y la claridad en la comunicación para evitar ocultar, disfrazar o alterar significados evidentes. En resumen, insta a llamar a las cosas por su nombre.

Podemos ejemplificar este principio utilizando términos cotidianos. Por ejemplo, según la Real Academia Española, el “preparado de masa de harina, por lo común de trigo, y agua que se cocina en el horno y sirve de alimento” se puede llamar simplemente “pan”. De manera similar, el “licor alcohólico que se hace del zumo exprimido y fermentado derivado de las uvas” se conoce más sencillamente como “vino”. Estas denominaciones directas reflejan la idea de no dar rodeos innecesarios para describir algo con precisión.

Cuál es el origen de “al pan, pan y al vino, vino”

Esta frase tiene sus raíces en la Edad Media, cuando se difundió entre diversas poblaciones de Europa occidental, tomando como referencia dos productos alimenticios tradicionales. Es un claro ejemplo de una expresión famosa, cuyo origen exacto se pierde en el tiempo, y que debemos atribuir al ingenio popular de manera resignada.