Estoy parado frente a mi lugar en el mundo. Mi lugar preferido. Un mueblecito que fue diseñado especialmente a mi gusto, dado que yo sabía que allí debía caber casi todo lo que me hace sentir bien en la vida.
A excepción de mis hijos, que desafortunadamente no son plegables y hasta tienen la inquietud de vivir su vida, en ese monumento barnizado a pura sutileza suelo tener mi dador de paz anímica e intelectual, algo así como un 'Barril del chavo' dónde me sumerjo para que literatura, música y algunas bebidas espirituosas me anoticien de que todo va a estar bien.
Y estoy parado como siempre. Mezcla exacta entre soldado romano y Cristiano Ronaldo antes de patear un tiro libre, me dispongo a elegir un Scotch para una medida y un compact disc para que se acompañen virtuosamente en el desafío de sanar mi viernes por la noche.
Pero algo anda mal, o mejor dicho, horriblemente mal. La etiqueta del whisky dice 'Blue Mabel' justo cuando se cumplen 31 años del fallecimiento de una tía abuela luego de atragantarse con un trozo de pollo.
Qué disputa mental tiene la vida onírica cuando sucede ese instante viscoso donde podemos suponer que estamos soñando, pero a su vez es imposible salir de allí. Me sirvo una medida en memoria de Mabel y me dispongo a asirme de una obra maestra de Charly, el que tomando criadores los crió a todos.
La tapa del disco que quiero escuchar no es la que espero, y se me eriza la piel. El rostro en primer plano, y con gafas oscuras, no es el de nuestro genio de oído absoluto, sino el de otra celebridad, mientras las letras negras confirman lo peor. Puede leerse con claridad "PIANO BAL" y en letras mucho más pequeñas, "Las mejores creaciones clásicas de Fede". ¿Qué está pasando? Me digo angustiado. Todo bien con Federico, me cae super, pero yo quiero mi gloria marca García! ¡Devuelvanme el arte definitivo! Le doy otra chance a mi búsqueda, y gracias al orden que pretendo y logro puedo tener revancha rápido, pues seguro leí mal. Pero no, esto es presbicia real o pesadilla, no hay grises.
Una hermosa mujer me recibe en otra tapa con bellos ojos azules, pero no hay flores allí sino un canasto, mientras el título me descoloca definitivamente: "COMO CONSEGUIR CHIPAS". Charly se ha transformado en alguien que le cede su piano a Fede Bal, o en aquél que te cuenta cuáles son las mejores panaderías para comer esferitas de harina de mandioca... el talento se ha ido y me siento vacío y vulnerable.
Quiero darle un sorbo a mi Blue Mabel y no puedo llevarme el vaso a la boca. Me siento preso. Quizás por eso la burla se hace aún más insoportable. "YENDO DE LA CANA AL LIVING", y sentite preso todo lo que quieras, me dice una voz difícil de descifrar. Entre mis sueños desagradables más recurrentes, el que más se hace presente es el que muestra a gente que admiro perdiendo todo aquello que admiraba un segundo antes de quedarme dormido.
Si hasta una vez soñé con los Stones haciendo una canción llamada "Me levanto pipón y me acuesto pipón", en castellano, aunque conservando la melodía de "(I Can't Get no) Satisfaction", pero en modo cumbia y televisado por América TV. Sí, mi pesadilla recurrente cambia de colores e intérpretes, pero no de profundidad simbólica.
Cuando esperás arte del artista, ya no hay vuelta atrás. Cómo cuando esperás amor de quién te ama, o destreza física del que hace los goles que te generan felicidad. La pérdida de eso en un sueño es la pérdida de todo y la ganancia de la angustia. Por eso tiro el whisky, guardo los CD'S y me doy vuelta rápidamente.
Choco contra la mesa y veo sobre ella la tapa de un diario deportivo: "LADRAN, SANCHO". El título tiene tipografía azul y amarilla, y la foto trae a Christian Sancho con la camiseta de Boca. Leo la bajada, no puedo creer que "Descubren que Edinson Cavani jamás llegó al 'Xeneize', y quién participó de esta estafa fue el primer actor de abdominales hechos con inteligencia artificial".
Abro el diario y en la foto doble página Christian busca a Merentiel con un pase atrás en vez de darse vuelta y definir con facilidad. Intenta exactamente la misma jugada fallida que intentó el día de la despedida de Maxi Rodríguez, aunque en esa ocasión el destinatario de su pase era el mismísimo Pachu.
Me pregunto cómo después de tanto tiempo viendo fútbol no me di cuenta antes. A todo esto, Frank Fabra emerge desde las páginas del diario y me pega una bofetada. El golpe me hace girar y quedo otra vez frente al Bar. Lo echo de mi monoambiente sin dudar, pero aparece Román con un mate en la mano y me dice que no es para tanto, que después de todo han sido cuatro años maravillosos, y que ningún verde debería arruinarme los primeros verdes del sábado por la mañana. Me quemo la lengua en el primer sorbo y me despierto.
Tengo a mi lado el CD "Clics modernos", porque a 40 años de su lanzamiento era inevitable no volver a escucharlo como plan maestro, tan maestro como para ganarse una esquina en la eternidad. "Charly García Corner", justo allí dónde se fotografió para la portada del disco, en Nueva York. Edinson Cavani llegó buscando lo mismo. Aunque sea un corner que lo impulse a la eternidad. No lo ha logrado, y no hay angustia más grande para el futbolero que ver al admirado perdiendo en un segundo todo aquello que se admiraba de él. Definitivamente, bancate ese defecto...
