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Política

A 50 años del Golpe Militar en Chile: así fueron las primeras declaraciones de Juan Domingo Perón

Perón Chile

Este lunes 11 de septiembre el pueblo chileno recuerda el aniversario 50° de la fecha más trágica y definitoria de su último siglo histórico: aquel día en que las Fuerzas Armadas decidieron levantarse contra el presidente democráticamente electo, Salvador Allende; bombardearon el Palacio de La Moneda en Santiago y tomaron de manera ilegítima un poder que conservarían, a sangre y fuego, por 17 años.

Allende murió ese día en su oficina presidencial en circunstancias que se han debatido largamente y que, a pesar de haber fallos judiciales, algunas publicaciones vuelven a cuestionar: ¿Fue un suicidio o una caída en combate? De cualquier forma, su muerte no solo significó el fin de la democracia en Chile, sino también un duro golpe para toda la región latinoamericana y también para Argentina.

Por esos días, al General Juan Domingo Perón, que había vuelto al país tras 18 años de prohibición, lo tironeaban sectores políticos que querían hacerse con la hegemonía política de su inminente gobierno. Impasible ante las presiones, diez días antes de las elecciones que lo devolverían al poder, Perón se asomó el 12 de septiembre al antejardín de su casa en Gaspar Campos 1065- Vicente López- y comentó lo sucedido en Chile.

"Es una calamidad para el continente que un gobierno elegido por el pueblo sea derrocado por una fuerza militar. Lo mismo podríamos decir para cualquiera de nosotros que apoyamos y defendemos los procesos democráticos. Si queremos gobiernos representativos, no podemos sino estar entristecidos por lo que ha pasado en Chile".

El General fue consultado específicamente por la muerte de Salvador Allende, a quien Perón calificó de "valiente" y comparó con el brasileño Getulio Vargas, quien con un tiro en la sien, acabó con su vida y su último mandato, el 24 de agosto de 1954 en el Palacio de Catete en Rio de Janeiro. "Esos suelen ser algunos recursos cuando no queda otra fuerza para salir. La actitud de él es una actitud valiente. Tiene vergüenza. Lo mismo pasó con Getulio Vargas... Hay hombres que no pueden resistir ese momento", dijo.

Es una calamidad para el continente que un gobierno elegido por el pueblo sea derrocado por una fuerza militar. Si queremos gobiernos representativos, no podemos sino estar entristecidos por lo que ha pasado en Chile

Y en este momento, quizás presagiando lo que vendría en Argentina, Perón se solidariza con el Allende humano, preso de un escenario político sin solución posible. "Allende no ha fracasado por él. Lo han hecho fracasar esos apurados que hay siempre en las revoluciones: ellos lo lanzaron contra la reacción", sostuvo.

En eso, una periodista le pregunta si esa reacción es representativa de la mayoría del pueblo chileno. "¿El golpe militar?" se sorprende Perón, "¡No! representa intereses que para nosotros son muy conocidos, además de la parte reaccionaria de la población". Esos "intereses conocidos" no tienen dos lecturas para uno de los periodistas presentes que de inmediato le pregunta por la injerencia de Estados Unidos. "No podría demostrarlo, pero de que creo que sí, creo profundamente que sí. Conozco estos procesos. Los comentarios eran que ayer hubo farra en el Departamento de Estado (de Estados Unidos), que estaban muy felices", cerró.

¿Qué significado tuvo para Argentina?

El Golpe de Estado en Chile fue una pésima noticia para la recuperación democrática de la sociedad argentina, que se había ilusionado con el retorno de Perón y la "primavera camporista", tras siete años de dictadura.

Según explica el historiador y periodista de investigación, Marcelo Larraquy, el comienzo de la dictadura chilena marcó "el inicio de un cambio de rumbo en la política exterior argentina", que "abandonó las posiciones tercermundistas -que se habían ratificado con su presencia en la Conferencia de Argel, 'la tercera posición como solución universal distinta del marxismo internacional dogmático y del demoliberalismo capitalista', en palabras del propio Perón- y se alineó con las políticas de “Nuevo Diálogo” diseñadas por Estados Unidos para América Latina".

Con los militares gobernando en Paraguay desde 1954; en Brasil y Bolivia desde 1964; y en Uruguay desde junio del propio 73', Perón "entendió que el proceso de "liberación nacional" que él lideraba se vería acotado", explica Larraquy, y por eso, apenas asumió el gobierno en octubre de 1973 "ordenó a su canciller Vignes que “lo siguiera a Kissinger”, el secretario de Estado norteamericano".

Allende había representado una esperanza para la izquierda argentina durante su lucha contra la dictadura, aunque el mandatario chileno, consciente de las enormes dificultades políticas que tuvo en su país, trató de no inmiscuirse en el proceso argentino y, en la medida de sus posibilidades, cerró flancos con Levingston y Lanusse.

El investigador e historiador Juan Pablo Nardulli, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, recomienda, en este sentido, la lectura de las memorias del General chileno Carlos Prats, quien fue Comandante en Jefe del Ejército trasandino hasta que a fines de agosto, debió abandonar el cargo producto de las presiones de los sectores golpistas y dejar, en su lugar, a Augusto Pinochet. Y que fue asesinado en Buenos Aires, por orden del propio Pinochet, con una bomba que explotó cuando encendió su automóvil el 30 de octubre de 1974, en la calle República de Siria, a media cuadra de Avenida Libertador.

"En esas memorias, Prats relata que el episodio clave que marcaría las relaciones de Allende con Argentina fue la masacre de Trelew, en 1972. Hasta antes, las relaciones con Lanusse se habían mantenido en un plano de diplomacia y cordialidad". La fuga de la cárcel, que terminó con el fusilamiento de 16 guerrilleros y con seis rumbo a Chile en un avión secuestrado, generó muchas tensiones en el gobierno chileno, sobre todo entre diplomáticos y militares. "Hubo una enorme presión para devolvérselos a Lanusse, porque habían robado un avión. Prats mismo le dijo a Allende que en las fuerzas armadas había malestar que era compartido, incluso con sectores de la propia izquierda chilena, que pedían evitarse más tensiones internas y hacer lo que decía el derecho internacional: declararlo un acto de piratería y devolverlos a Argentina".

Las relaciones de Allende con Argentina cambian tras la masacre de Trelew en 1972. Hasta antes de eso, las relaciones con Lanusse se habían mantenido en un plano de diplomacia y cordialidad

Juan Pablo Nardulli, historiador

Salvador Allende, sin embargo, en una decisión que lo retrata completamente, decidió aceptar el aterrizaje, hacer caso omiso a todas las presiones y "expulsar" a los prófugos hacia Cuba. Con esto, acota Nardulli, "Allende se ganó un gran problema, pero terminó salvándoles la vida a esos diez argentinos".

El fin de una primavera trágica

A pesar de que las tensiones eran cada vez mayores en Chile debido al boicot alimenticio que había orquestado la oposición, Salvador Allende realizó un viaje exprés para celebrar el triunfo de Héctor Cámpora, el 25 de mayo de 1973, en un acto en el que además estuvo el entonces presidente de Cuba, Osvaldo Dorticós.

"Allende en ese momento era saludado como 'uno de los nuestros' por toda la juventud peronista. Fue un momento de enorme efervescencia y movilización en que para todos se vuelve posible el camino en el que creían previamente: para algunos en el peronismo se abre la posibilidad de un socialismo democrático; para otros, la de un capitalismo con justicia social. Para los no peronistas, también es un momento de alegría porque es el fin de la dictadura", recuerda Nardulli.

A pesar de que Cámpora cumple con su promesa hacia Perón, las cosas se enturbian en el camino, sobre todo entre los sectores que apuestan por la vía armada y el General Perón que quiere reestablecer un Estado de derecho. Del otro lado de la cordillera, grupos armados de ultraderecha y grupos empresariales financiados por la CIA- según se reconoce en los archivos desclasificados por el propio servicio norteamericano- desestabilizan al gobierno de Allende y cumplen la orden dictada por Richard Nixon de "hacer gritar a la economía chilena".

Antes del golpe en Chile, recuerda Marcelo Larraquy, Perón estudia la preocupante situación de Chile y "la utiliza como mensaje a la izquierda peronista que lo apoyaba: 'si ustedes quieren hacer lo mismo que hace Allende en Chile, miren cómo le va a Allende', les dijo en las vísperas del golpe pinochetista".

Perón le dice a la izquierda peronista que lo apoyaba: 'si ustedes quieren hacer lo mismo que hace Allende en Chile, miren cómo le va a Allende' en las vísperas del golpe pinochetista

Marcelo Larraquy, historiador e investigador

Según relata Juan Manuel Abal Medina, último secretario general del Movimiento Peronista, fuentes de inteligencia le advierten a Perón de la gravedad de lo que está ocurriendo en Chile tras la destitución de Prats y éste intenta ayudar al gobierno democrático. “Perón le envió dos emisarios a Allende, con ocho días de diferencia, diciendo que la conspiración estaba absolutamente en marcha y que la encabezaba Augusto Pinochet", relata.

Pero Allende ya no está en posición sino de confiar en quien, tres semanas después de jurarle lealtad, lo traicionará trágicamente. Esta posición queda registrada en el legendario último discurso que, a las 9 de la mañana, pronuncia desde el palacio bombardeado.

"Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo".

¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo.

Último discurso de Salvador Allende

Al otro día, recuerda Nardulli, en Buenos Aires distintos sectores de la militancia convocan a una marcha en el Congreso en solidaridad con el pueblo de Chile y en repudio al golpe. "Marcharon las juventudes peronistas, radicales, de todas las expresiones de la izquierda, los sectores sindicales. Y comenzó a circular un rumor: que en Valparaíso se había producido un levantamiento popular para pelearle a los militares. La gente canta: 'El pueblo así lo quiso, tomó Valparaíso' y festeja un contragolpe que nunca sucedió. Empieza otro rumor de que el General Prats está avanzando con tanques desde Concepción a Santiago, donde las poblaciones también están batallando. Y la gente canta 'el pueblo armado también tomó Santiago'. Esa gente se fue a dormir contenta y esperanzada esa noche con esos rumores", relata.

Pero el panorama es cada vez más oscuro. Pocos días más tarde asesinan a Víctor Jara y muere Pablo Neruda. De este lado, asesinan a Rucci y Perón termina de romper con la izquierda.

Nardulli, sin embargo, recuerda que "Perón le escribe al General Prats cartas en las que se solidariza y se compara con él. 'Yo también fui víctima de un golpe antipopular y me tuve que ir al exilio', le dice, pero le asegura que 'los pueblos saben siempre acomodar la historia'".

Ya sin aliados en la región, Perón asume un gobierno en el que tendrá cada vez más influencia la figura de José López Rega y en el que, señala Marcelo Larraquy, se plantea desde el inicio un argumento basado en la experiencia de Chile: "Un “aceleramiento” del proceso de liberación nacional podría amenazar el orden constitucional".

Para Larraquy, sin embargo, "los hechos demostraron que aún con la derechización del gobierno Perón-Perón, el golpe de Estado en la Argentina se produjo tres años más tarde, porque formaba parte de una política militar latinoamericana, cada una con sus particularidades, apoyadas por el Departamento de Estado de Estados Unidos".

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