El 11 de septiembre se cumplen 50 años del golpe de Estado en Chile en manos de Augusto Pinochet. La avanzada negacionista crece no sólo en Argentina, después del despliegue de Villarruel en un acto para las "víctimas del terrorismo" de los 70s. Varios funcionarios chilenos se han pronunciado en favor del accionar de Pinochet y han renegado de su estatuto de dictador.
Hace pocos meses, el diputado chileno Jorge Alessandri sostuvo en sesión, "yo justifico el golpe militar", para referirse al gobierno de facto que derrocó al socialista Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.
A esto se le suman los dichos del actual presidente del Consejo Constitucional y militante del ultraderechista Partido Republicano (PR), Luis Silva, que dijo que Pinochet fue en realidad un "estatista". Además, otra diputada de ultraderecha, Gloria Naveillan, relativizó las agresiones sexuales cometidas por los militares contra las mujeres durante la dictadura de Pinochet diciendo que se trata sólo de una "leyenda urbana".
La dictadura de Augusto Pinochet duró 17 años, de 1973 a 1990 y dejó un salgo de 3.200 asesinados y 1.400 desaparecidos, entre los que se encuentran niños. El golpe fue reconocido como acción antidemocrática por los organismos internacionales. El actual presidente chileno, Gabriel Boric, definió este clima negacionista "un retroceso democrático peligroso".
"Eso nos debe invitar a reflexionar que la democracia no es algo que esté garantizado", sostuvo Boric en una entrevista en el programa Mesa Central. El expresidente Sebastián Piñera, presidente
Desde que terminó la dictadura, Chile revisa el suceso y apuesta por políticas de memoria. Cuando se conmemoraron 40 años del golpe civil militar, en 2013, el entonces presidente de Chile, Sebastián Piñera, del partido Demócrata Cristiano, apuntó contra los "cómplices pasivos" de la dictadura, los funcionarios del Poder Judicial y los civiles que, estando al tanto de las violaciones a los derechos humanos, miraron para otro lado.
"Hemos tenido cierto retroceso considerando que anteriormente el país daba ciertos pasos adelante en relación a reconocer las violaciones a los derechos humanos y condenarlas. Hoy hemos visto cómo el sector heredero de la dictadura ha tenido un discurso muy distinto, reivindicando el golpe, justificando, negando o minimizando las violaciones a los derechos humanos", declaró el director de Amnistía Internacional Chile, Rodrigo Bustos.
Y agregó que "los sectores más cercanos al pinochetismo duro han tenido mayor visibilidad producto de sus resultados electorales, hoy es un sector que tiene mayor fuerza política".
Respecto de las declaraciones públicas de Alessandri y Silva, un investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Rodrigo Pérez, señaló, "esa pérdida de temor por hablar ciertas cosas es parte de un fenómeno más amplio, que tiene que ver con la aparición de referentes políticos disruptivos, que buscan decir lo indecible y pelean contra lo que llaman la 'tiranía de la corrección política'".
¿Y la población chilena?. La consultora Pulso Ciudadano encontró que un 47,5% de los chilenos considera que Augusto Pinochet (1973-1990) fue un dictador tras analizar los resultados de encuesta en el marco de los 50 años del golpe de Estado. Es decir, de los encuestados, casi la mitad de los chilenos considera que Pinochet fue un presidente.
Esto podría deberse a que, para el principal investigador de América Latina del Real Instituto Elcano, Carlos Malamud, la estructura republicana de Chile muestra que en el país "hay toda una serie de valores republicanos que, más allá de la polarización, siguen vigentes".
"Yo no dramatizaría tanto, por supuesto que la polarización existe, que la crispación existe, pero todavía en Chile encontramos formas, procedimientos e instituciones que en otras partes de América Latina no se encuentran", declaró.