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Cultura & Espectáculos

Los claroscuros de Jazmina Barrera en su viaje hacia un nuevo canon de maternidad

Hacer un bebé es hacer arte. En Línea Nigra, la nueva novela de Jazmina Barrera, la experiencia como madre y como hija se entrelazan en un hilo conductor que recoge, al mismo tiempo, la experiencia vital y la experiencia artística: la madre pinta y ella escribe. La gestación es un acto creativo y la escritura, un parto.

No hay frases que puedan resumir el día a día de Jazmina en este texto que comenzó como un diario de embarazo y mutó a novela, porque todo es una parte orgánica de la obra: consumir con voracidad autoras-madres, que ya hayan hablado sobre sus propias experiencias maternando, instalar escritorios en el comedor, comer naranjas y reflexionar que “durante la primera hora, después del nacimiento, el bebé establece una nueva relación con la gravedad, cuando el nervio encargado del equilibrio manda un torrente sin precedentes de impulsos. El bebé dentro de mí siente ahora lo que yo sentiría flotando en el espacio exterior”.

Jazmina Barrera, autora de Cuaderno de Faros (2021), Punto de Cruz (2021) y Línea Nigra. Foto: Rodrigo Jardón.

Línea Nigra, la novela-ensayo de Jazmina Barrera sobre su experiencia de maternidad, es un texto hecho con retazos de teorías sobre si el feto es parte del cuerpo de la madre o si se comporta como un parásito; de todas las referencias artísticas que crearon otras mujeres sobre maternar, y las reflexiones existenciales y trascendentes de una mujer que se está preparando corporal y simbólicamente para los tiempos venideros, cuando el bebé esté fuera de ella y en el mundo, absorbiendo todo.

Está allí una primera persona que transparenta la ansiedad y el miedo de los primeros días, contados con las interrupciones y saltos en el tiempo que impone Silvestre, el bebé que comparte con Alejandro Zambra, y que duerme en el otro brazo.

Aparece, entonces, una sensibilidad que no tiene tanto que ver con la melancolía y el duelo por la vida que dejó atrás, como con la entrega profunda, injusta y unidireccional que significa dar vida, reproducirla y sostenerla. “Los bebés comen libros. Pero escupen fragmentos que pueden ser unidos después. O no”.

Los bebés comen libros. Pero escupen fragmentos que pueden ser unidos después. O no

Hacer libros desde que hay un bebé, y no a pesar suyo, contra toda la historia de la literatura masculina, concentrada en las guerras. No es cliché, es otra forma de estar en el mundo.

Entonces, entre referencias a Shirley Jackson, a Frankenstein de Mary Shelley, a las creencias mexicas y al recuerdo de que la madre le explicó la importancia de El origen del mundo de Coubert, por ser la primera vez que un pintor pintaba así una vulva, Línea Nigra discute qué le pasa a su cuerpo, qué significa hacer un ser de cero, qué implica para un cuerpo generar otro: “Hablo en plural. Si me preguntan cómo estoy, respondo “estamos bien”. El bebé se mueve como un animal enjaulado”.

Foto: Ana Hop.

El trabajo minucioso de archivo que hizo Jazmina Barrera en este libro, cuando buscaba representación y a la vez compañía en su embarazo, trae a las poetas, novelistas, artistas plásticas y músicas que vienen contando hace décadas sus propias imágenes y representaciones sobre estar en el mundo siendo madres.

Dolores Reyes, por ejemplo, sostiene que “surge una necesidad imperiosa de otras mujeres durante el embarazo, de mujeres que sepan, mujeres que hayan transitado esta experiencia, que quieran acuerpar, acompañar, estar, escuchar, saber y no saber”.

Surge una necesidad imperiosa de otras mujeres durante el embarazo, de mujeres que sepan, mujeres que hayan transitado esta experiencia, que quieran acuerpar, acompañar, estar, escuchar, saber y no saber

Para Juana Roggero, poeta contemporánea, las escrituras de la maternidad contemporáneas son, por fin, la posibilidad de “una madre que puede escribir lo que está sintiendo”.

Es que escribir como mujer o disidencia es darle la autoridad suficiente a lo que nos pasa y a lo que creemos. Esa es la disputa de sentido y de espacios: este conocimiento que tengo sirve y es relevante y es compartido. En Línea Nigra, Barrera retrata la maternidad no como una tragedia ni un horror, construyendo madres Medea o bebés de Rosemary, ni tampoco desde un acercamiento descafeinado o anestesiado, desprovisto de todo deseo. No, acá hay un acercamiento plácido, lento, repetitivo y alegre, que muestra la contradicción en primer plano y su falta de desciframiento. Una forma más enigmática de contar la maternidad, porque no busca agotar el tema ni sus posibilidades.

Jazmina Barrera junto a la escritora caserina Dolores Reyes en la presentación de Línea Nigra.

Con Jazmina en Villa Crespo

Jazmina Barrera voló desde México para presentar Línea Nigra, editado por Almadía, en Mandrágora de Villa Crespo. La acompañó Dolores Reyes, escritora, colega y amiga. Las dos contaron que, por fin, ahora podían ocupar la mesa de libros sobre maternidad, Dolores con Miseria y Jazmina con Línea Nigra, porque hasta ahora las veían destinando a esos paneles sólo porque eran mujeres y/o madres en la vida real. La revancha es un nuevo canon.

Línea Nigra "disputa sentidos con ese otro libro enorme y tantas veces nefasto a la hora de borrar el cuerpo de las mujeres, y que prácticamente nos maldijo a todes por igual, 'Y el Señor Dios dijo a la mujer, multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos, darás salud a tus hijos con dolor, y dijo al hombre ‘porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida", dice Dolores Reyes. Ante una raíz cultural tan pesada, entonces, necesitamos muchísimos más Líneas Nigras, acuerdan las dos.

—Leyendo la novela lo que encuentro es que hay como dos operaciones centrales: por un lado está la narración del embarazo, el parto y la lactancia de manera “despatriarcalizada”, es decir, sin pasarlos por el filtro rosa y aceptable para la mirada de la sociedad en esta cultura tan chauvinista. La otra es la de construir un paralelismo entre escribir y crear vida, como si el acto de escritura fuera similar al acto de gestar un bebé. ¿Cómo te parece que se revelan estos dos momentos en el texto?

—Me parece que, como dices, la mirada, la representación de la maternidad es uno de los ejes centrales del libro, tanto en literatura como en artes visuales o música u otras artes que aparecen. La mirada sobre las madres durante muchísimo tiempo fue la de los hombres, por eso era tan importante para mí hacer este pequeño archivo de mujeres que trabajaban el embarazo, el parto y la lactancia en su obra, para entender cómo se veían a ellas mismas, cómo se sentían, cómo esas transformaciones incidían en su obra de manera práctica, temática y estética.

Eso pasa también por desmitificar y desromantizar a la maternidad. En mi caso, a diferencia de otras escritoras contemporáneas, creo que no se trata sólo de retratar el lado oscuro de la maternidad sino de tratar de entender sus claroscuros, sus contradicciones, cómo conviven el asombro con el terror, con la belleza, con el agotamiento, con la ternura. Eso era para mí central. Yo en retrospectiva creo que uno de los centros de gravedad del libro es algo que dice Mary Shelley en su introducción a Frankenstein, que es que nunca creamos a partir del vacío sino que creamos a partir del caos, entonces otra de las preguntas centrales en este libro es cómo creamos a partir del caos, cómo creamos vida, cómo creamos arte, cómo reconstruimos a partir del caos de un terremoto, de una enfermedad, de la maternidad, contó la autora para Diario Con Vos.

No se trata sólo de retratar el lado oscuro de la maternidad sino de tratar de entender sus claroscuros, sus contradicciones, cómo conviven el asombro con el terror, con la belleza, con el agotamiento, con la ternura

—Las apariciones de tu madre son siempre estelares, como con un nivel de profundidad en los conocimientos prácticos y de las ideas que funciona casi como una filósofa (en femenino, al contrario de la historia de la filosofía que construyeron desde la Academia). ¿La amenaza constante de perderla como madre y ahora como abuela te dice algo sobre el oficio mismo de maternar?

—Creo que en todas las relaciones siempre existe la amenaza de la pérdida, ese miedo convive con nosotros siempre, pero se hace más presente cuando hay cuerpos vulnerables, como el cuerpo de un bebé, o como el cuerpo de una persona enferma, se exacerba ese miedo que está ahí de por sí siempre.

—Casi que el nodo de Línea Nigra es lo que esta línea significa para el cuerpo de una mujer. Esto de que ya está desde siempre ahí y que sólo se ensombrece en el embarazo, a primera vista, con una lectura simplista, podría leerse como “la biología es destino”. Me parece irreverente que lo hayas usado igualmente, porque también haces explícito que una necesita decidir ser madre para serlo. ¿Qué relación tiene esta dimensión corporal (un cuerpo que da o saca vida) con la construcción de este nuevo canon? 

—Algo de lo que me ha sorprendido cuando investigaba para este libro fue darme cuenta de cómo las dos cosas estaban siempre vinculadas. Por ejemplo, pongo este dato de que cuando una mujer adopta a un bebé, puede producir leche, porque es el contacto de los cuerpos lo que da la leche, lo que hace la leche y este otro dato de que, en los cuidadores primarios, incluso de bebés adoptivos, se enciende la misma área del cerebro, la amígdala, que alerta a los padres, que les permite estar alertas a los padres y a las madres para cuidar a un bebé y es un área del cerebro que se queda para siempre encendida. Entonces, la maternidad, la paternidad, estas relaciones de cuidados cuando son muy cercanas implican al cuerpo, incluso pensando en la función, cambian al cuerpo, lo transforman, y eso ha sido parte importante de este libro.

Ahora, por fin, podemos proclamar, como dice Jazmina en Línea Nigra: "Sé de otras escritoras que también están escribiendo sobre embarazo y parto y lactancia. Más libros fragmentarios, que citan al Libro de la almohada. Me encanta esta moda, y quiero que sea mucho más que una moda. Que seamos más. Muchas. Creo que nunca vamos a ser suficientes. Pienso en los diarios, las listas, las cartas, los herbarios, los libros de texto: todas esas formas de escritura a veces son, o pueden ser, literatura. Lo mismo pasa con los diarios de embarazo, con los diarios de bebés. Quiero que sobren los libros, que los haya buenos y malos. Quiero un canon, una tradición. Y también una ruptura, libros en contra del canon. Nuevos géneros literarios".

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