El Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata condenó a prisión perpetua a 6 policías y al exministro de Gobierno bonaerense Jaime Smart por 6 crímenes de lesa humanidad cometidos por ellos durante la última dictadura. También dictaminó 5 años de prisión para la exfuncionaria judicial Nora Pellicer.
Los expolicías por las vejaciones perpetradas contra Carlos (5), María (4) y Juan (2), hijos de la víctima de asesinato policial, Vicenta Orrego Meza, que se produjo en 1977, son Miguel Wolk, Roberto Guillermo Catinari, Héctor Raúl Francescangeli, Armando Antonio Calabró, Rubén Carlos Chávez y José Augusto López.
La exfuncionaria que recibió 5 años de prisión, Nora Pellicer, es acusada de ser responsable de la sustracción de la identidad de Carlos, María y Juan, a quienes colocó en el hogar de menores "Casa de Belén", de la localidad de Banfield, y de tener responsabilidad por las violaciones, torturas y abusos a los que los sometieron allí.
La madrugada del 15 de marzo de 1977, un grupo de policías de la Brigada de Lanús, conocida como El Infierno, por el centro clandestino que funcionó ahí irrumpió en la casa sobre la calle Nother, del barrio San José, Almirante Brown.
La Brigada inició una balacera de la que fue víctima Vicenta, su pareja, Julio Ramírez, que había sido secuestrado hacia finales de 1974 y fue liberado y legalizado, y José Luis Alvarenga y María Florencia Ruival, los compañeros con quienes convivían. Los cuerpos de Ruival y Alvarenga se encontraron en el cementerio de Rafael Calzada. Vicenta sigue desaparecida.
El "hogar", ubicado en la calle Pueyrredón al 1600, de la localidad de Banfield, tenía como locación una vivienda que ordenó comprar el entonces párroco de la capilla de la Sagrada Familia de Lomas de Zamora, Oscar Armando Delgado Carrizo.
"Casa de Belén" quedó al mando de Manuel Maciel y Dominga Vera, que se mudaron ahí con sus tres hijos. Mientras los hermanos estuvieron ahí, sufrieron golpes, humillaciones, penitencias –que incluían comer con los perros– y reiterados abusos sexuales por parte de Maciel y otros hombres que frecuentaban el Hogar.
Al poco tiempo de llegar a la Casa los volvieron a bautizar y los anotaron en la escuela parroquial bajo el apellido Maciel. María se acercó al párroco para contarle lo que pasaba en el Hogar. Maciel y Vera ya estaban enterados y preparados para golpearla hasta que no pudiera mantenerse en pie por contarle.
"Detrás de cada maltrato y de cada abuso estaba la intención de destruir su identidad como hijos e hijas de personas desaparecidas y esas pequeñas historias con las que ellos venían”, le informó a Página 12 el fiscal Juan Martín Nogueira.
También lograron que el lugar pase a constituirse como espacio de memoria, la fiscal Ana Oberlin sostuvo que "todavía hay algunos aspectos que siguen faltando y por los cuales tenemos que seguir peleando. Uno de esos aspectos es la violación de derechos humanos de niños y niñas durante el terrorismo de Estado".
