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Columnistas

50 años de Nutopia, el país que fundó John Lennon

Después de las victorias ante los temibles seleccionados de Panamá y Curazao, no sería descabellado plantear otra serie de amistosos de la Scaloneta frente a los combinados de Bumbunga, Baldonia, Frestonia o Whangamōmona. El único inconveniente sería que algunas de estas naciones ni siquiera llegan a once habitantes, con lo cual se verían complicadas en su tarea de armar un equipo de fútbol. Eso pasa porque son lo que se conoce como micronaciones: entidades políticas cuyos miembros proclaman como estados independientes y soberanos pero que no sólo no tienen reconocimiento oficial de los gobiernos del mundo, sino que ni siquiera cuentan con la seriedad suficiente como para merecer algo más que indiferencia.

En criollo, la cosa sería así: los vecinos del edificio de Gaona y Nazca dicen “de ahora en más somos un país independiente de Argentina, nos llamamos Gaonazconia” y las autoridades nacionales dicen “sí sí mimo mimo” y siguen con lo suyo. Y lo del edificio no es una hipérbole: varias micronaciones ocupan una isleta, un terreno, cuanto mucho una manzana. O incluso pueden no tener territorio, como es el caso de Nutopia, la micronación que fundaron John Lennon y Yoko Ono el 1 de abril de 1973, hace exactamente cincuenta años.

Give peache a chance

La fundación de Nutopia era, desde ya, otra movida jipi de esas que John y Yoko amaban, pero también tenía un fin práctico: tratar de que no expulsen al ex beatle de los Estados Unidos. La pareja se mudó a Nueva York en agosto del 71 pero no por eso se congració con el país que los acogió; por el contrario, Lennon se mostró siempre muy crítico con la administración Nixon y con la guerra de Vietnam, cosa que derivó en lo que se dio en llamar una “medida de contraataque estratégico” para negarle la Green Card al músico.

Para el 73 la pelea se había puesto particularmente intensa, con lo cual hubo que tomar medidas urgentes. John y Yoko convocaron a una conferencia de prensa en un departamento sobre un bar del barrio neoyorquino de Tribeca, en el 1 de la calle White. Ahí, entre flashes y micrófonos, el músico procedió a declarar:

Anunciamos el nacimiento de un país conceptual, Nutopia. La ciudadanía de este país puede ser obtenida por la declaración de tu conocimiento de Nutopia. Nutopia no tiene territorio, no tiene fronteras, no tiene pasaportes, sólo gente. Nutopia no tiene más leyes que las cósmicas. Toda la gente de Nutopia son embajadores del país. Como dos embajadores de Nutopia, solicitamos inmunidad diplomática y reconocimiento de las Naciones Unidas a nuestro país y su gente.

Era fina la línea entre la parodia y la búsqueda real de inmunidad en la creación de Nutopia. Para empezar, el país tenía bandera oficial: un pañuelo de papel con el que -según un reportero del Times- Lennon se sonó la nariz. El blanco del pabellón patrio no era casual: “Nos rendimos ante la paz y el amor”, dijo John, que apostaba a la rendición como concepto guía porque sabía que -como reza el dicho popular- pelear por la paz es como fornicar por la virginidad.

El himno de Nutopia

Además de bandera, Nutopia tenía himno: el track “Nutopian International Anthem” integra el disco que Lennon editó ese mismo año, Mind Games. Acá se lo puede apreciar en toda su magnificencia (y no, no es un error ni falla la placa de sonido de tu computadora: es así).

Además de un tejemaneje para tratar de quedarse en Norteamérica, Nutopia era la materialización de lo que Lennon había propuesto en la letra de “Imagine” dos años antes: el no-país, la concreción de un mundo sin límites y sin diferencias políticas o religiosas por las cuales matarse. Con eso en mente, John y Yoko mencionaron a Nutopia algunas veces más hasta que en 1975 el gobierno estadounidense decidió que el beatle ya no era un peligro, revocó su deportación y le permitió quedarse a vivir en Nueva York. Desde ese momento la pareja no insistió con su micronación.

Si declarar conocimiento de Nutopia bastaba para ser reconocido ciudadano, y si cada ciudadano era en sí un embajador, el paisito tenía -por ende- incontables embajadas. Sin embargo, aquel bloque de departamentos de 1 White Street quedó en el imaginario colectivo como la embajada nutopiana por excelencia. Es -junto a la carta de declaración manuscrita- el único mojón físico de la existencia del microestado, con lo cual vale preguntarse qué pasó con él desde la fundación hasta nuestros días.

En una de esas vueltas increíbles de la vida, el edificio fue comprado en 1980 por… Peter Townshend. No, no ese Peter Townshend: un arquitecto homónimo del guitarrista de los Who, quien convirtió el bloque de cuatro departamentos en uno solo y vivió ahí con su esposa y sus dos hijas hasta 2010. Tres millones y pico de dólares de por medio, el inmueble pasó a tener nuevo propietario, quien a su vez volvió a reciclarlo y venderlo en 2013. Finalmente, después de un tiempo funcionando como sede de una casa de ropa masculina, la embajada vuelve a ser una vivienda a disposición de cualquier ciudadano nutopiano que tenga 20 mil verdes por mes para quemar alquilándola.

Después del asesinato de John, Yoko recordó a Nutopia un puñado de veces. Una de ellas fue en un texto que publicó en el New York Times el 25 de diciembre de 1982, en reacción al peligro latente de que la Guerra Fría derive en un holocausto nuclear. El punto volvió a ser el concepto de rendición como camino impensado a la victoria. Así lo explicó la artista: “En aquel momento la idea de rendirse no prendió muy bien. Un amigo activista nos dijo que no le gustaba. ‘Rendirse suena a derrota’, dijo. ‘Bueno, ¿no te rendís al amor, acaso?’, le contesté. ‘No, no se rinde’, pensé, y me pregunté ‘¿son las mujeres las únicas que conocen el orgullo y la alegría de rendirse?”. John dijo ‘es una pérdida de tiempo explicarle a un macho radicalizado’. John era un hombre que se rindió al mundo, a la vida y finalmente al universo. ‘No te preocupes, Yoko. Un día vamos a poner esto en lo más alto. Vos y yo. Te lo prometo’, me dijo. Todavía creo que lo vamos a lograr”.

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