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Columnistas

El George Harrison que no escuchamos

Harrison

Por Diego Mancusi

El juego de las ucronías beatles empieza el 6 de julio de 1957, día en el que a Ivan Vaughan se le prendió la lamparita y juzgó -con el mejor tino de todos los tiempos- que su amigo de la infancia John Lennon y su compañero de colegio Paul McCartney podían hacer música juntos y los presentó. ¿Cómo hubiera sido el siglo XX sin ese arrebato de iluminación de Vaughan? ¿Qué música estaríamos escuchando ahora? ¿Cuántos movimientos culturales, artísticos, hasta políticos hubieran muerto antes de nacer? ¿Y cuáles los reemplazarían?

En una carrera tan profundamente influyente como la de los cuatro de Liverpool, cada gesto insignificante se ve como el famoso aleteo de mariposa que se puede sentir del otro lado del planeta. Y dentro de ese multiverso, uno de los escenarios hipotéticos que más inquieta es el que plantea qué hubiera sido de George Harrison -a quien perdimos exactamente hace veinte años un 29 de noviembre de 2001- si no se hubiera conseguido socios con tanto talento.

En una carrera tan profundamente influyente como la de los cuatro de Liverpool, cada gesto insignificante se ve como el famoso aleteo de mariposa que se puede sentir del otro lado del planeta.

“Era una continuación de los Beatles, en realidad. Era yo tratando de salirme de los Beatles y hacer lo mío. Era una ocasión muy feliz”, dijo alguna vez George sobre All Things Must Pass (1970), el disco ¡triple! que grabó ni bien se separó el cuarteto. Tantos años restringido, peleando por un rincón en los discos para sus canciones, generaron un desborde de música que se vio como una catarsis pero también mostró que era bastante más que un “hermanito” de los otros dos genios. Claro que, por otro lado, tampoco se puede dejar pasar que mucho de lo que sabía lo había aprendido de sus amigos: John y Paul venían componiendo desde mediados de los 50 y George recién escribió en 1963 su primera canción, “Don’t Bother Me” (sin contar sus participaciones en “In Spite of All The Danger” de McCartney en el 58 y en el instrumental “Cry for a Shadow” del 61 con Lennon).

De modo que, está claro, nunca podremos saber exactamente qué habría sido de Harrison sin la sombra de los dos compositores más deslumbrantes de la historia del rock mundial cayendo sobre él. Lo que más nos acerca a alguna forma de certeza es construirnos una imagen suya lo más completa posible y ponerla en perspectiva, para lo cual no alcanza con sus canciones beatles, sus muy exitosos discos solistas y su supergrupo Traveling Wilburys: Harrison también está en lo que hizo, grabó y tocó sin que se entere el público masivo. Por eso ofrecemos esta recopilación de canciones harrisonianas por fuera del canon: las colaboraciones poco conocidas, las que firmó con seudónimo, las experimentaciones por fuera del pop, incluso las que se le atribuyeron… ¡y no eran suyas! Así, entre la realidad y el mito, con los detalles que completan el trazo grueso, nos encontramos con el George Harrison definitivo. De ahí en más sólo queda la fantasía.

Tantos años restringido, peleando por un rincón en los discos para sus canciones, generaron All Things Must Pass, un desborde de música que se vio como una catarsis pero también mostró que era bastante más que un “hermanito” de los otros dos genios.

1. Sus discos solistas “ocultos”

Una prueba de cómo a Harrison se lo suele abordar grosso modo es que no mucha gente sabe que All Things Must Pass no fue su primer disco solista. En 1968 grabó Wonderwall Music, la banda de sonido de la película Wonderwall, un ejercicio de música mayormente instrumental (con una carga importante de raga hindú) del que participaron Ringo y Eric Clapton (un dato de color es que este álbum inspiró el hit “Wonderwall” de Oasis). Al año siguiente lanzó Electronic Sound, un experimento avant garde hecho con un sintetizador Moog 3, con el cual se convirtió en el primer músico de rock en hacer un disco de música electrónica.

 

2. Las colaboraciones con Ravi Shankar

La fe hinduísta de George lo llevó a incursionar en el raga y la música ceremonial, y ¿qué mejor maestro para eso que el mejor ejecutante de sitar del mundo? El músico indio grabó Shankar Family & Friends en 1974 y Ravi Shankar’s Music Festival From India en el 76 y Chants of India en el 97, y en todos ellos participó George tocando y produciendo. Todas estas obras se reeditaron juntas en 2010 en un álbum llamado Collaborations.

3. L’Angelo Misterioso

George Harrison y Eric Clapton tuvieron una amistad tan fuerte que incluso sobrevivió después de que el segundo se fuera con la esposa del primero. A fines de los 60 estaban muy de compinches y compusieron juntos la canción “Badge”, que Clapton grabó con el trío Cream en su disco Goodbye (1969). El Beatle participa tocando la guitarra rítmica, pero como tenía contrato con otra discográfica no podía aparecer con su nombre real. La solución fue firmar como “L’Angelo Misterioso”.

https://youtu.be/gSpW6MePb10

4. Un Beatle y un Rolling Stone

Cuando Bill Wyman se fue de los Stones en el 93, argumentó que ya no se estaba divirtiendo con los megashows de estadios y que quería volver a tocar blues en clubes chicos. Para eso armó los Rhythm Kings, un proyecto que -más que como un grupo formal- funciona como una reunión de amigos en movimiento constante: pasaron por ahí Clapton, Ringo, Peter Frampton, Mark Knopfler, Paul Carrack y -entre muchos otros- Harrison. En el tema “Love Letters” del disco Double Bill (2001) George toca la guitarra slide. Se dice que cuando Wyman lo contactó para que tocara, el Beatle le contestó “¿pero para qué me tenés a mí, si tenés dos de los mejores guitarristas del mundo?” (en referencia a Andy Fairweather-Low y Martin Taylor). La humildad de los grandes.

5. Un Beatle y otro (casi) Rolling Stone

En el 74 Ronnie Wood todavía no era oficialmente un stone, pero tan lejos no estaba: había aportado algunas ideas a la canción "It's Only Rock'n Roll (But I Like It)", y como contraprestación Jagger, Richards y el guitarrista Mick Taylor colaboraron con él en su disco solista I've Got My Own Album to Do. El otro gran invitado del elepé es, cómo no, Harrison, que co-escribió y grabó con Ronnie la canción “Far East Man” (tres meses después George grabó su propia versión y la incluyó en Dark Horse).

6. La visita a Mick Fleetwood

En 1981, el baterista de Fleetwood Mac aprovechó un parate de su grupo para grabar su primer disco solista: The Visitor. Para eso versionó algunas canciones, entre las cuales estaba “Walk a Thin Line”, una composición de Lindsey Buckingham que la banda había incluido en el desconcertante Tusk dos años antes. La mayor parte del tema se grabó en un estudio en Ghana, pero los toques finales se le dieron en un estudio de Londres al que un día cayó Harrison -ex cuñado de Fleetwood- y metió una guitarra slide.

7. La banda de Cheech y Chong

Cheech Marin y Tommy Chong eran los emperadores indiscutidos del humor fumón en los 70, más o menos como Seth Rogen pero un poco más absurdos. En el 73 grabaron un disco y todo el mundo quiso participar, incluido George Harrison que toca en la canción “Basketball Jones featuring Tyrone Shoelaces”. No sólo él integra el grupo de acompañamiento del dúo cómico en ese tema: también están Billy Preston, Klaus Voormann, Carole King y Michelle Phillips de The Mamas and the Papas.

8. Una ayudita a su ídolo

George era tan fan de Carl Perkins que en una gira de los Beatles por Escocia en el 61 se autobautizó Carl Harrison para homenajearlo (en ese mismo tour McCartney usó el Paul Ramon que los Ramones después adoptaron para su grupo). En el 96, a Perkins le quedaban sólo un par de años de vida y a modo de tributo se produjo Go Cat Go, un álbum en el que el capo del rockabilly aparece haciendo duetos con Willie Nelson, Johnny Cash, Bono, Tom Petty y, de nuevo, George. La canción que interpretan juntos es una balada melancólica llamada “Distance Makes No Difference with Love”. Uno puede escuchar el solo de Harrison y darse cuenta de que es él aún sin tener el dato.

9. Su despedida

La última canción que grabó no la editó con su nombre: la grabó con la Rhythm and Blues Orchestra que dirigía el pianista Jools Holland en octubre de 2001, apenas ocho semanas antes de fallecer. Se dice que George canta y no toca la guitarra porque su batalla contra el cáncer ya lo tenía demasiado débil. Al año siguiente se organizó el Concert for George como tributo, y ahí Holland la interpretó con la cantante Sam Brown.

10. El supergrupo que no fue

El mundo del rock se revolucionó el 18 de octubre de 1969, cuando la revista Rolling Stone publicó la reseña de un disco en el que supuestamente habían colaborado algunos de los músicos más famosos del mundo. Según este texto, Bob Dylan, Mick Jagger, John Lennon, Paul McCartney y George habían grabado un álbum juntos, pero como no podían usar sus nombres por motivos contractuales (chequear lo dicho en “Badge” de Cream) lo habían lanzado con el nombre grupal de The Masked Marauders. Lo que no se dijo era que se trataba de una broma del editor de la revista Greil Marcus, que llevó su idea hasta las últimas consecuencias: contrató a una banda de músicos desconocidos para que grabara un elepé y lo lanzó con la multinacional Warner. El público se tiró de cabeza y lo llevó al puesto 114 del ranking de Billboard, pero no: Harrison no estaba ahí.

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