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Mundo

La interminable interna republicana que no deja sesionar a los diputados estadounidenses

Estados Unidos se encuentra en un momento de parálisis institucional sumamente llamativo: su "House of Representatives", el equivalente a nuestra Cámara de Diputados, no puede sesionar desde que empezó el año. Hasta ahora, y no se sabe hasta cuándo seguirá la curiosa situación, no se puede debatir ni votar ningún tipo de ley ni propuesta. Esto se debe a que el Partido Republicano, con mayoría en la cámara baja, se encuentra en medio de una interna que parece no tener fin, y es incapaz de elegir a un nuevo presidente para la institución.

Desde hace tres días que los representantes norteamericanos votan, una y otra vez, para elegir a su nuevo presidente. Ya van ocho votaciones, y los números prácticamente no se movieron desde la primera, ni para atrás ni para adelante.

Cómo se elige al presidente de la House of Representatives

Para ser nombrado presidente de la cámara baja, un candidato necesita tener la mitad más uno de los votos positivos que emitan los representantes. Cómo en este momento hay 435 miembros, para quedarse con la presidencia hay que obtener al menos 218 votos.

Generalmente, el puesto lo ocupa alguien perteneciente al partido que obtiene la mayoría de los representantes, con algunas pocas excepciones históricas de más de un siglo de antigüedad. En este caso, la mayoría la tiene el Partido Republicano, aunque por muy poco: tiene 222 diputados. Si lograran, por ejemplo, 217 votos positivos por un candidato unificado y 5 abstenciones, ellos podrían nombrar a un presidente y la cámara volvería a funcionar correctamente.

Por qué los republicanos no logran elegir al nuevo presidente

El centro del conflicto está sobre Kevin McCarthy, un republicano de California. Es uno de los líderes más importantes del partido en la cámara, y hace años que busca convertirse en el presidente de esta. En los días previos al lunes, cuando se produjo la primera jornada de votaciones, parecía seguro que lo iba a conseguir. Por aquellos tiempos, había solo cinco republicanos en la cámara que se definían como "never Kevin", o "Kevin nunca". Sin embargo, a medida que se acercaba el momento de levantar la mano, el número creció: fueron 14, después 19, y finalmente 20.

En un momento verdaderamente extraño, un grupo de republicanos votaron a su colega Jim Jordan para que sea presidente de la cámara. Jordan, por su parte, votó a McCarthy y dijo que bajo ningún punto de vista quería ocupar ese puesto. Mientras tanto, el candidato demócrata obtuvo más votos que todos los republicanos, aunque nunca puede superar la mitad de los votos validos.

La oposición a McCarthy está liderada por una facción del partido republicano: el House Freedom Caucus (o Comité de la Libertad de la Casa de Representantes). Esta es una agrupación que reúne a los representantes más a la derecha del partido republicano, generalmente más cercanos al expresidente Donald Trump. Ellos presentaron a varios candidatos alternativos, como Andy Biggs o Paul Gosar, ambos más conservadores que McCarthy.

Ya van tres días y ocho votaciones perdidas por McCarthy. Además, el candidato mayoritario en el partido ya se gastó una de sus balas de plata, pero no logró cambiar nada: convenció al propio Trump de llamar a votar por él. El expresidente no había apoyado antes a ningún candidato, y hablaba de "esperar y ver", hasta el martes a la noche. En ese momento, McCarthy compartió con él una llamada telefónica, y logró que el dirigente republicano pida que lo voten. No cambió nada: siguió teniendo a 20 republicanos en contra.

Sin resolución a la vista, la cámara baja estadounidense se enfrenta a una situación que no conocía desde 1923, la última vez que no pudieron elegir a un presidente de la cámara baja en primera vuelta. Mientras los republicanos intentan resolver sus internas, la vida institucional estadounidense se encuentra prácticamente interrumpida.

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