Por Federico Yañez
En la política se habla de hacedor de reyes sobre quienes por su pericia, astucia y conocimiento son capaces de hacer ganar a todo aquel que se somete a su estrategia. Con Carlos Retegui se puede decir que es un hacedor de medallas olímpicas. Desde que asumió en 2008 en Las Leonas y se metió en el circuito de seleccionados nacionales, ha dirigido en tres Juegos Olímpicos de mayores y uno juvenil, metió a cuatro equipos sobre cinco en la final y con todos se subió al podio.
Chapa, su apodo para el mundo, es hijo de Bebe y María Elena, para quienes es Carlos José, nombres en homenaje a sus abuelos varones. Su padre fue una suerte de hombre total en el deporte argentino: fue campeón panamericano de remo, -con tapa de El Gráfico incluida-, jugó al rugby y tuvo un test en Los Pumas B, basquetbolista en la primera metropolitana y futbolista en el ascenso con Central Argentino.
El legado a su hijo estaba garantizado y el club San Fernando, en el norte del conurbano bonaerense, fue el germen del Chapa atleta. Ahí comenzó a jugar al hockey y lo hizo al máximo nivel entre 1989 y 2006. Jugó también en España y con el seleccionado masculino, del que fue capitán, ganó tres veces el oro en los Juegos Panamericanos y fue olímpico en 1996, 2000 y 2004. Como jugador, vio de primera mano el nacimiento de la dinastía que forjaron Las Leonas en los Juegos de Sidney y que como entrenador ayudó a hacer crecer.
Su padre fue un hombre total del deporte: campeón panamericano de remo, jugó al rugby, fue basquetbolista en la primera metropolitana y futbolista en el ascenso.
Para que el trasvasamiento no quedara en él, sus dos hijos lo siguieron en el hockey. Mateo, que fue parte de los seleccionados juveniles, después viró al fútbol, debutó en la Primera de Boca, pasó por Estudiantes y hoy está en Talleres de Córdoba. Micaela, jugadora del primer equipo de Sanfer, es una de las medallistas plateadas en Tokio. Para cerrar el círculo, María Grandoli, su ex esposa y madre de los chicos, fue campeona mundial juvenil en 1993 en Terrassa, España, con Vanina Oneto, Magdalena Aicega y María Paz Ferrari, parte de la base que dio origen al seleccionado femenino más importante del país.
Desde que Ariel Holan incursionó en el fútbol, en Argentina mucha gente se desayunó con las similitudes entre ambos deportes. Para empezar, se juegan con la misma cantidad de jugadores y con disposiciones tácticas similares, aunque el modo de jugar cambia. Pero la retroalimentación entre ambos existe y hay países que lo capitalizan hace años. Por ejemplo, en su momento Jurgen Klinsman, cuando dirigía al equipo masculino de fútbol alemán, quiso contratar como manager de todos los seleccionados a Bernhard Peters, entrenador que fue bicampeón mundial de hockey con Alemania. No lo logró, pero Peters ya fue coordinador de inferiores del Hoffenheim y director deportivo del Hamburgo. El que sí pudo fue Joachim Low, campeón en Brasil 2014, que logró incorporar a su equipo a Markus Wiese, el director técnico con que los teutones ganaron los Juegos Olímpicos de Beijing y Londres.
Incluso en Sudamérica ocurre, ya que Ricardo Gareca tiene entre el equipo de visualizadores y analistas de video del seleccionado peruano de fútbol a Lucas y Tomás Argento, ex jugadores de GEBA, que fueron campeones mundiales juveniles en 2005 junto a siete de Los Leones que fueron oro en Río 2016, bajo la batuta de Retegui.
El año pasado reconoció que tras los Juegos quería cambiar de deporte: “Quiero ser técnico de fútbol”, dijo.
El Chapa no es inmune a ello: en 2018 se rumoreó que podía llegar a ser parte de un eventual cuerpo técnico de Carlos Tevez, si el ex capitán de Boca se lanzaba, algo que él mismo se encargó de descartar en público y privado. Pero el año pasado, antes de la pandemia, reconoció que tras los Juegos quería cambiar de deporte. “Quiero ser técnico de fútbol. Me estoy preparando, yendo a ver entrenamientos de equipos y hablando con gente del fútbol, un ambiente en el que tengo muchos amigos”, reconoció en una entrevista radial. Habrá que ver si sigue pensando lo mismo.
Para el Chapa, sin embargo, la diferencia sustancial es que en el hockey todos atacan y todos defienden, al igual que el handball, y que no se puede dejar un jugador colgado arriba porque quedás descompensado y te hacen un gol. Cuando tiene la bocha, la disposición táctica que suele usar es generalmente un 3-4-3, pero puede modificarse arriba. Él sabe y evangeliza que cuando pierde la bocha, todos deben quedar detrás de la línea de la pelota para defender. En Tokio también dirigió a los varones, aunque en septiembre había sido designado Mariano Ronconi, que viajó a Japón.
Concejal de San Fernando entre 2015 y 2019 por el Frente para la Victoria, trata de despegarse del mote de kirchnerista que le han querido endilgar, reconoce que tiene buena relación con distintos actores políticos y se define como amigo personal de Aníbal Fernández, que este año volvió a ser electo presidente de la Confederación Argentina de Hockey. El exjefe de Gabinete tuvo que mediar en 2014 porque seis Leonas habían renunciado en desacuerdo con los manejos del Chapa, que dirigía a los hombres y era head coach de las dos selecciones. Cuatro años después, los que dejaron el equipo fueron Gonzalo Peillat y Agustín Mazzilli. En febrero el Chapa había anunciado su salida y en marzo los dirigentes lo sostuvieron. Mazzilli volvió y estuvo en Tokio, pero Peillat, uno de los mejores ejecutores de corners cortos del mundo, no volvió más. Y cuando Retegui tomó nuevamente Las Leonas, quienes dejaron de ser convocadas fueron Agustina y Florencia Habif, novia y cuñada de Peillat. En un vivo de Instagram, las hermanas dieron a entender que las habían sacado del equipo, pero sin decir quién.
Amado por muchos, resistido por otros, lo que todos reconocen o no pueden ignorar es que tiene una gran capacidad de trabajo, que maneja una alquimia particular, que logra que sus equipos sean competitivos y lleven su rendimiento a tope. Sin competencia internacional de relieve, Las Leonas hicieron cuatro giras para entrenar, fueron a Tokio a sanar el séptimo puesto de Río y ganaron la medalla de plata. Lograron mantener el legado.