El New York Times posicionó a Chacarita como el barrio más cool de Buenos Aires. El halago se lo ganó por su calles eclécticas: el que supo ser un barrio obrero ahora está poblado de art-cafés, librerías que son al mismo tiempo boutiques de vinos y propuestas gastronómicas exóticas, como Donnet, el restaurant que basó su menú en hongos orgánicos.
La autora de la nota, la periodista Seth Kuge, estuvo de visita en Buenos Aires y eligió recorrer Chacarita a pie, porque cuenta que le llamó la atención la multiplicidad de opciones, todas peculiares y originales. "Chacarita is Buenos Aires’s quirkiest neighborhood. Get there soon": tituló el Times, que se podría traducir como "Chacarita es el barrio más inusual de Buenos Aires. Andá pronto".
La nota firmada por el periodista Seth Kuge sostiene: "hay ciertos requisitos para convertirse en el nuevo barrio más cool de una ciudad": los cafés, "entre acogedores y pretenciosos" y los chefs "que mezclan lo innovador con lo fotogénico (para subirlo a Instagram)" pero, también, algó más: el barrio debe estar poblado de peculiaridades. "Chacarita, siempre visto como un barrio de bajo perfil en el centro-norte de Buenos Aires, tiene muchas", cuenta.
Entre ellas, destacó atracciones como el Cementerio, con la tumba de Carlos Gardel, las calles empedradas y las casas coloniales con toques de "art decó y brutalismo". Dentro de la pluralidad de propuestas gastronómicas, mencionó locales sobre la Avenida Jorge Newbery, como Sifón, que la decepcionó porque comió "polenta y arancini bastante mediocres".
Del renombrado Lardito destacó que es "un lugar legítimamente muy comentado que tiene un ambiente de la-vuelta-al-mundo-en-platitos". Ahí dice que comió Beef Tataki, un plato japonés que consiste en "rodajas finas de carne ligeramente chamuscada con vinagreta de ostras y cubierto con una yema de huevo y espuma de coliflor" y ceviche por 45.000 pesos.
Pero no se quedó en sólo en las propuestas novedosas, sino que también mencionó los clásicos de siempre, como la porción de fugazzeta de Santa María, sobre la Avenida Corrientes, y los churros rellenos de la Fábrica de Churros Olleros, que está abierta y funcionando hace 60 años.
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