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Política

Para que el hambre deje de doler

Represión marcha contra el hambre
Por Federico Fagioli |Senador Provincial, referente del Frente Patria Grande PBA

La cámara de LN+ apunta desde la Plaza Constitución. Son las 19:30 del jueves, hay paro de bondis y están buscando una víctima perfecta: la ideal, aquel arquetipo que enfrenta trabajadores con trabajadores. Desde el móvil, una mujer, indignada y con bronca, saca de eje a la periodista que está en el estudio. Contrario a lo que esperaban –y recibiendo con notoria incomodidad sus palabras–, la mujer que es maestra integradora, clarifica la situación de miles de argentinos y argentinas: “mientras que a mí me dicen ‘aguantá’... vos tenés la comida segura en tu mesa”.

Se trata de tener asegurado el plato de comida: para vos, para tus pibes, para tus viejos a los que les pasaron la motosierra por el cuello con la fórmula jubilatoria, para vos universitario que laburás y estudiás y no sabés si vas a poder seguir yendo a la universidad pública: orgullo de nuestra nación. Comer se vuelve un planteo casi-imposible, privilegiado y de élite en la era Milei. No hay bolsillo que aguante frente al proyecto de miseria planificada que impone el gobierno. Los datos son esclarecedores: según estudios de la universidad Di Tella, se sumaron 3,2 millones de nuevos pobres en el primer trimestre del año.

Consultes la fuente que consultes –salvo que te guíes por el Jumbot– los números son estremecedores: sólo en enero se registró el punto más alto de pobreza en 20 años (según un estudio de la UCA) alcanzando el 57,4%; además, el salario real anotó su mayor caída cuatrimestral, según el jefe de Research de Romano Group, Salvador Vitelli. Y esto con los trabajadores registrados que, cada mes que pasa, van siendo arrojados a la pobreza. Si esta es la situación de quienes tienen trabajo registrado: ¿qué pasa con los argentinos y argentinas que viven de changas? ¿Con quienes están en situación de calle? ¿Y con los trabajadores de la Economía Popular?

Se agotan las instancias en el reclamo por la Emergencia Alimentaria y Social. Los alimentos a los comedores populares siguen sin llegar y son cada vez más los pibes que se van a dormir con la panza vacía. De acuerdo con UNICEF, a fines del año pasado la indigencia alcanzó al 19,4% de la población infantil. Es decir, 630 mil chicas y chicos más que viven en hogares que no cubren la canasta básica de alimentos. Y en medio de este contexto, un gobierno totalmente inhumano que, no sólo desfinancia los programas sociales e imposibilita el envío de alimentos a los comedores populares sino que, además, piensa que con represión va a resolver la comida de los pibes.

Evidentemente, la receta de este cruel proyecto es, en el fondo, un balazo directo al estómago para que el hambre deje de doler. O, quizás, Javier Milei piensa que la solución se va a encontrar al aumentarle el sueldo a Adorñoqui, a los senadores o al ascender a su propia hermana al cargo de Ministra… O incluso más lógico: el hambre se va a resolver con la constitución del comité de crisis en el conflicto de Medio Oriente… ¡claro! Desde siempre involucrarse en guerras trajo prosperidad, ¿cómo no lo pensé antes?

Tal vez sería más razonable que el Comité sea para resolver el hambre en nuestro país porque para que el hambre efectivamente deje de doler, se necesita que se implementen políticas de asistencia y de acompañamiento; y, sobre todo, se necesita presupuesto. Según UNICEF, el presupuesto nacional destinado a niñez cayó en un 75% en términos reales. Entonces: hay plata para tanques de guerra, para el sueldo de Adorñoqui y el de Karina, para el de los senadores, para el avión privado de Milei pero no para que los pibes puedan comer.

Y sí, Milei aseguró que reforzó la asistencia (AUH y Alimentar) pero el acting no es creíble. El aumento que se dio sólo se debe a que los montos que contempla el presupuesto actual (que es el prorrogado del 2023, sin aumentos a pesar del 287,9% de inflación interanual) no van a ser suficientes para acompañar la drástica situación que se vive en los hogares. Hasta hace un mes atrás, la AUH representaba el 45% de la Canasta Básica Alimentaria y el 21% de la Canasta Básica Total, mientras que la Tarjeta Alimentar estaba en una situación similar. La proyección es regresiva y no hay voluntad política de que esto se invierta. De este modo, según Sebastián Waisgrais, Especialista en Inclusión Social y Monitoreo de UNICEF Argentina, de mantenerse estas tendencias, la pobreza en la niñez y adolescencia podría alcanzar el 70% en tanto la indigencia podría llegar al 34%.

Por eso, para que el hambre deje de doler, la represión no puede ser el plato del día. Para que el hambre deje de doler, los aviones de guerra no pueden ser la solución. Para que el hambre deje de doler, el desfinanciamiento de las universidades públicas no puede ser la respuesta. Para que el hambre deje de doler, no hay que cortarle el cuello con la motosierra a los jubilados. Para que el hambre deje de doler, no puede ser que no haya plata. En definitiva, el “no hay plata” es selectivo. Para que el hambre deje de doler, tiene que haber un proyecto de gobierno humano que ponga en el centro a las personas y de vuelta las prioridades.

Foto: Somos Télam.

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