La sequía de la campaña 2022/23 generó una gran pérdida de producción agrícola en el país, donde la soja fue uno de los cultivos más afectados. Siendo que la Argentina ostentaba el título de ser el primer exportador mundial de aceite y harina de soja, hasta hace poquito, crece la preocupación de la industria aceitera local.
Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP), el crush (molienda) de la oleaginosa asciende a 11,9 millones de toneladas desde abril hasta julio de este año, registrándose como el volumen más bajo en 15 años.
Es por ello que desde la empresas aceiteras estiman que la capacidad ociosa de la industria aceitera alcanzaría el 70% hacia finales de la campaña 2022/23.
Cabe destacar que la histórica sequía que afectó la campaña en curso recortó la producción de soja en más de un 50% respecto al año anterior, previéndose una cosecha de apenas 20 millones de toneladas para el ciclo 2022/23, frente a las 42,2 millones de toneladas alcanzadas durante la campaña previa.
Industria aceitera, importaciones y más
Para compensar la merma productiva local, el Gobierno Nacional habilitó la importación de soja, para que las plantas no se queden sin materia prima para procesar. Esto generó que en tan solo siete meses, la Argentina superó el récord anual de importaciones de la oleaginosa.
Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) y analizando los datos históricos que provee el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), "se observa que el 2018, impactado también por una fuerte sequía, marcaba el año con mayor volumen de importaciones del grano, con un total acumulado de 6,4 millones de toneladas para los 12 meses del año".
Sin embargo, "los últimos datos recopilados del INDEC muestran que en lo que va de 2023 la Argentina lleva acumulado un total de 7,2 millones de toneladas de importaciones de soja. En otras palabras, en tan solo siete meses la Argentina superó el récord anual histórico de importaciones de soja".
Aún así, el panorama no es positivo par alas industrias aceiteras y, más aún, si consideramos que ingresaron 7,2 millones de toneladas por importación, pero se perdieron más de 22 millones de toneladas de la producción local.