Durante la audiencia en la Sala II del Tribunal de Casación Penal bonaerense que se llevó a cabo ayer para tratar los recursos de apelación presentados tanto por la defensa como por la querella en el caso de Fernando Báez Sosa, Máximo Thomsen se quejó por la manera en que fue llevada adelante la investigación y cómo fueron tratados él y el resto de los condenados.
Con la voz temblorosa, y al igual que cuando rompió el silencio en el juicio en el que lo condenaron a prisión perpetua, Thomsen volvió a decir que "nunca quiso matar a nadie". Sin embargo, los padres de Fernando no se conmovieron para nada, sino que incluso Graciela afirmó: "Hoy mi vida es un fracaso, camino por caminar".
Thomsen fue el único de los ocho rugbiers condenados -cinco a perpetua, tres a 15 años- que habló. El joven aseguró que "en la vida se le ocurriría matar a alguien" y "mucho menos planificarlo". Pero además de exculparse, siguió la línea del abogado defensor Hugo Tomei, quien denunció la "ilegalidad" del proceso desde el inicio mismo de la investigación.
En este sentido, Thomsen se quejó de que la defensora oficial María Verónica Olinidi Huespi, que los asistió en un principio, no les mostró qué pruebas había para detenerlos, ya que les dijo que "no había tiempo": "Está todo mal lo que hicieron con nosotros. Me gustaría poder encontrar un poco de legalidad en todo esto".
Thomsen recibió la máxima pena, dictada por el Tribunal Oral Criminal (TOC) 1 de Dolores, al igual que Ciro Pertossi, Matías Benicelli, Luciano Pertossi y Enzo Comelli. Por su parte, a Lucas Pertossi, Ayrton Viollaz y Blas Cinalli les dieron 15 años. Pero la querella insistió este martes que también deberían condenarlos a perpetua.
"Creo que el tribunal va a dictaminar lo que corresponda, vemos en la sentencia algunas fallas en los razonamientos y, de hecho, tanto la fiscalía como la defensa han esgrimido esos errores. Creo la condena será a los ocho y no lo contrario", aseguró el abogado querellante Fernando Burlando.
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