A sus 81 años falleció Sixto Rodríguez, el legendario cantautor estadounidense que saltó a la fama mundial en 2013, cuando el filme Searching for Sugar Man, que cuenta su historia, fue premiado con el Óscar al mejor documental.

Hasta entonces era bastante desconocido, incluso en su ciudad, Detroit. Hijo de padres mexicanos, Rodríguez publicó dos álbumes -Cold Fact en 1970 y Coming from Reality en 1971- que fueron muy bien recibidos por la crítica especializada y el underground, que vieron en él a una especie de Bob Dylan de la clase obrera y los migrantes.

Su obra no logró el éxito comercial necesario para perdurar y Rodríguez desapareció de la escena. Su música siguió escuchándola solo un puñado de críticos y su figura se transformó solo en una leyenda del under. Incluso corrió el rumor de que se había suicidado.

Sus discos, sin embargo, viajaron por el mundo y llegaron a Sudáfrica, donde conectaron de inmediato con el espíritu de la resistencia contra el apartheid. Sus canciones, que hablan de la vida de la clase trabajadora y los grupos marginados de Detroit, sonaron en las radios clandestinas hasta convertirse en himnos de lucha contra la dictadura y una empresa discográfica los reeditó vendiendo más de 600 mil ejemplares.

Lo maravilloso es que todo esto sucedió sin que el propio Sixto Rodríguez se enterara y el documental, que es una joya, narra la búsqueda de esta leyenda olvidada y (alerta de spoiler) el encuentro con su inesperada fanaticada.

Tras la publicación del filme, la música de Rodríguez recuperó su sitial y empezó a ser escuchada en todo el mundo. De estar retirado como un trabajador anónimo, pasó a hacer giras por África, Europa e incluso tocar en festivales como Glastonbury.

Sixto Rodríguez estaba enfermo desde hacía tiempo, luego de sufrir un derrame cerebral. Su muerte cerró una vida fantástica, en la que solo sobre el final gozó del reconocimiento que siempre mereció.