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Columnistas

De Don Torcuato, al mundo: la despedida de Juan Román Riquelme

Riquelme

Este fin de semana va a ser de alta intensidad para Juan Román Riquelme. Hoy cumple 45 años y el domingo tendrá su despedida en la Bombonera con Lionel Messi como invitado estelar. El jugador más importante en la historia de Boca fue descubierto haciendo jueguitos en el entretiempo de un partido barrial, pudo dos veces llegar a River, se enfrentó con Diego Maradona, no obedeció a Louis Van Gaal a pesar de jugar en Barcelona, solo estuvo una Copa del Mundo, pero dominó Argentina y Sudamérica con Carlos Bianchi en el banco. Amado por los propios, rechazado por los ajenos, pero nunca indiferente gracias a un talento que dejó marca.

A principio de los años ´80 Jorge Rodríguez trabajaba como entrenador de infantiles en el club Defensores de Bella Vista y solía acercarse a ver partidos barriales donde se jugaba por plata. En el entretiempo de uno en José C Paz, vio a un chico a quien no le podían sacar la pelota. Cuando terminó el partido lo perdió, pero consiguió el dato que vivía en el barrio San Jorge de Don Torcuato. Hacía allí fue y preguntando le dijeron que era el hijo de Cacho o Piturro y se llamaba Román. Automáticamente se lo llevó a Defensores donde comenzó a brillar en el baby.

Al tiempo Rodríguez se fue a La Carpita en Villa Libertad, partido de San Martín, pero acordó que no se iba a llevar a ningún jugador, ni siquiera Riquelme, que ya de niño mostró la personalidad que lo acompañaría de grande. “Si no está Jorge yo no juego”, fue, palabras más, palabras menos, la sentencia que dio. Ante eso desde Defensores le dijeron a Rodríguez que se lo llevara para que jugara. Si algo tuvo claro siempre es que no quería estar donde no lo quisieran o no se sintiera cómodo.

El ascensor a Primera División tuvo dos escalas, primero en Parque, la usina de futbolistas de donde se nutría Argentinos Juniors a donde fue después. Ahí jugaba de volante central con la camiseta número 8, con Cristian “Lobo” Ledesma cerca haciendo a veces de doble pivot. En septiembre de 1996 Boca pagó por un grupo de futbolistas donde estaban Riquelme, Cesar La Paglia, Emanuel Ruiz o Lucas Cassius Gatti, hijo de Hugo. El 10 de noviembre de ese año, por la fecha 12, Carlos Bilardo lo hizo debutar, como titular y en la Bombonera. Julio Toresani le cedió el número que usaba en inferiores, asistió a Fernando Cáceres en el 2-0 final, tuvo la chance de anotar un gol y se retiró ovacionado, inédito para un juvenil. “¿No lo podes creer? Jugaste un partido bárbaro”, le dijo Fernando Pacini, que lo entrevistó al finalizar el juego. “Ah, eso pregúntenselo al técnico”. Segunda seña de identidad presente desde el inicio: el desafío a la prensa.

Román fue uno de los eslabones intermedios entres Diego Maradona y Lionel Messi de una cadena que arrancó con Ariel Ortega y siguió con Pablo Aimar, él, Javier Saviola y Carlos Tevez. De hecho, con el Burrito son los dos que usaron la camiseta número 10 en mundiales entre 1998 y 2006, antes que Messi reversionara el simbolismo de esa remera. Con el rosarino, además de haber nacido el mismo día, 24 de junio con nueve años de diferencia, compartieron tres torneos donde se vio que hablaban un idioma distinto.

En Alemania 2006, el primer Mundial para ambos, compartieron tres partidos: Serbia y Montenegro, donde Leo hizo su primer gol, la entonces Holanda y los octavos de final con México. En este último terminaron en cancha ellos dos, Aimar, Tevez, Maxi Rodríguez y hasta Lionel Scaloni. La sensación era que, con ellos en cancha, el presente y el futuro iba a ser celeste y blanco. En la Copa América de 2007 desfilaron hasta la final donde un Brasil alternativo ganó 3-0 sin atenuantes. El cierre fue en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 se quedaron con el oro con el gol de Ángel Di María que nació de un quite de Román y una asistencia de Messi. Ya avisó que estará en su despedida, pero el mejor homenaje se lo hizo el 9 de diciembre de 2022 cuando le plantó en la cara a Louis Van Gaal el Topo Gigio luego de su gol de penal contra Países Bajos. El entrenador neerlandés fue quien más lo maltrató y desaprovechó. “Usted es el mejor jugador del mundo cuando tiene la pelota, pero cuando la pierde jugamos con uno menos”, fue su bienvenida cuando llegó a Barcelona. Nada bueno podía salir de eso.

Con Diego les tocó vivir en extremos. Compartieron cancha por primera vez el 24 de agosto de 1997 contra Argentinos y dos meses después Román lo reemplazó en el superclásico que Boca ganó 2-1 en el Monumental con un gol de Martín Palermo. En los días siguientes se sabría que había sido el último partido de Maradona como futbolista profesional. El punto más alto entre ambos se vivió en la despedida que el 10 tuvo en 2001, donde jugó con el seleccionado de Marcelo Bielsa contra un combinado que tenía a Enzo Francescoli, Lothar Mattahus y Riquelme. Sobre el final Diego se sacó la camiseta y terminó jugando con una de Boca que tenía la 10 y decía Román. En Beijing terminaron abrazados con una bandera argentina y la medalla dorada entre ambos, pero en 2009 su relación explotó cuando Román renunció al seleccionado que dirigía Maradona. "No tengo los mismos códigos que tiene él. Siendo él el DT de la Selección, nosotros dos no podemos trabajar juntos", fue la sentencia desde los micrófonos de Canal 13. En 2020 se especuló con un encuentro en el partido entre Boca y Gimnasia de la última fecha del torneo, pero no sucedió.

Riquelme es una de las tantas historias donde un giro a último momento cambió todo porque pudo jugar para River. Dos veces. Del mismo modo que Ortega llegó desde Jujuy para dos pruebas en Independiente y Boca y al bajar del micro pidió enfilar para Núñez, Román pudo ser compañero del Burrito. En 1990 Rodríguez quería llevar a Cristian Ezquerra, también de La Carpita, a probarse. Habló con Titi Montes, entonces cazatalentos de River, que le dijo que sí, pero que llevara al monstruo. ¿A quién? Respondió Rodríguez. “Al monstruo, Jorge. Vos siempre hablás del monstruo ése que tenés. Traelo a ése”. Román aceptó a regañadientes, solo para no cortarle la chance a su amigo. Les fue bien, los llamaron a una segunda prueba, pero no quedaron. “Y nos dijeron que no fuésemos más. Así, sin explicaciones. Nos rechazaron. Nos voltearon a los dos.”, recordó Ezquerra en la revista Don Julio en 2014.

En 1995 River había firmado a Juan Sebastián Verón y a tres juveniles del Bicho: La Paglia, Ruiz y Román. Pero sonó el celular de Alfredo Davicce, presidente millonario. Era Don Julio. Se armó una ronda de negociaciones entre Grondona, Davicce, Mauricio Macri, Humberto Carles, vice de Argentinos y asesor de Macri, y Carlos Ávila, dueño de Torneos. El presidente de AFA quería ayudar a Macri, recién asumido en Boca, que ofreció preferencia a Torneos para transmitir al Xeneize en Copa Libertadores. También jugó el temor de que River, que tenía a Ortega, Francescoli, Marcelo Gallardo y jugadores de selección, armara un monopolio si sumaba a la Brujita y a Riquelme. Finalmente Grondona convenció a Davicce, se rompieron los contratos y los futbolistas viajaron a La Boca. Y JR respiró que su madre no lo hubiese ido a ver nunca, como contó años después.

Después de algunas postergaciones, de cambios de presidentes, con varios de los campeones mundiales, Riquelme tendrá formalmente su despedida ante su gente. Será un día después de su cumpleaños, para que el fin de semana sea completo.

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