En el cuidado del medio ambiente y la separación de residuos, hay un problema que se presenta con frecuencia: qué hacer con las pilas usadas. Son objetos que se utilizan en todos los hogares en mayor o menor cantidad, y requieren una recolección diferenciada porque contienen contaminantes para el suelo y el agua.
Según la Ley Nº 24.051, este tipo de residuos electrónicos son considerados como “residuos peligrosos universales”, una característica que establece que, los desechos compuestos por elementos de riesgo para la salud, deben recibir una recolección diferenciada de los residuos sólidos urbanos.
En Argentina existe un programa que se llama RIPPilas, del que participan un conjunto de empresas del sector que se unió para gestionar la recolección y el tratamiento diferenciado de pilas y baterías en desuso. Cuenta con 150 puntos de recolección públicos y Axion Energy cuenta con 22 estaciones de servicio que funcionan como puntos de recolección en la ciudad de Buenos Aires.
Además, las pilas se pueden desechar en los Puntos Verdes de la ciudad, en las estaciones cabeceras de Trenes Argentinos y en otros puntos privados, como los locales comerciales de Dr. Ahorro, AySA, Pago24, locales de pilas y ferreterías. En la web de RIPPilas se puede encontrar todos los puntos que hay, aunque casi el 100% están en CABA.
Para quienes no tengan acceso a estos espacios, hay otras opciones, como llevarlos a supermercados, tiendas de artículos eléctricos, farmacias y tiendas de bricolaje. Estos tienen la obligación de aceptar las pilas y baterías usadas que hayan tenido en venta. Muchos municipios también tienen centros de reciclaje donde se pueden llevar.
Las pilas que se suelen aceptar para desechar son las primarias y secundarias (recargables) de geometría cilíndricas, prismáticas 9v y pilas botón. Se deben llevar sueltas o en una bolsa o envase. Esto es necesario porque pueden contener elementos potencialmente perjudiciales para la salud y el ambiente, y además porque contienen metales que pueden ser recuperados y reciclados.