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Cultura & Espectáculos

"Procrear no es crear y la mujer tiene derecho a las dos", María Luisa Bemberg a 100 años de su nacimiento

El viernes que pasó fue el natalicio de María Luisa Bemberg (1922-1995). A la hora de reconstruir la vida y obra de una mujer artista lo que se suele hacer es individualizar y separar: la versión oficial construye héroas, únicas y solas, inspiradas por vaya a saber quién, que son excepcionales y, por ende, excepciones. En la mayoría de los casos el proceso creativo y productivo de las mujeres en el arte no se da así.

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María Luisa no creaba sola, al contrario, estaba acompañada por varias generaciones de mujeres actrices, fotógrafas, cineastas, escritoras, realizadoras, figuras influyentes de la cultura, investigadoras, críticas de arte, activistas feministas y amigas. Toda una red de relaciones femeninas que compartían y nutrían los procesos creativos de las otras. Lita Stantic, la productora y directora argentina, produjo casi todas películas de María Luisa durante 10 años, excepto De eso no se habla (1993), porque Lita estaba dirigiendo su propia película, Un muro de silencio (1993), para citar un ejemplo.

La Mujer y el Cine

Si bien Bemberg es cofundadora del festival de cine feminista La mujer y el cine, cuya primera edición se realizó en 1988 en Mar del Plata, este no habría podido realizarse sin el trabajo de Susana López Merino, gestora cultural que convocó a las primeras invitadas: reunió a Sara Facio, Annamaría Muchnik, Gabriela Masuk, Marta Bianchi, entre muchas otras.

Annamaría cuenta que ella fue invitada porque tenía un programa de radio feminista en radio Belgrano, con la vuelta de la democracia había empezado a conducir Ciudadanas. En el festival, primer festival sobre cine feminista y de mujeres en Argentina, Muchnik cuenta que para elegir los cortos y largometrajes que se iban a proyectar, los sometían a un círculo de debate en el que decidían en función de si los films pasaban la prueba de no tener tramas “machistas ni autoritarias”. Las mujeres que aparecían en pantalla tenían que ser personajes “no estereotipados”.

El festival, además de recuperar la tradición cultural de las mujeres realizadoras y cinéfilas, creaba las condiciones de apoyo económico y simbólico y garantizaba la difusión y la inserción de esas directoras y trabajadoras del cine que se acercaban a proyectar tu obra. Hoy en día, Annamaría es la Presidenta de La mujer y el cine, que sigue reuniendo e impulsando producciones de mujeres después de 35 años de trabajo.

Hay dos condiciones, dos responsabilidades para un director: una, que el espectador no se aburra; otra, que cuando salga del cine sea diferente a como entró. Aunque sea un mínimo click que lo sacuda o conmueva

María Luisa Bemberg, 1982, para Mercado

María Luisa hacía cine feminista. En una entrevista de 1995, dijo, “en mi cine las mujeres son transgresoras, porque considero que la transgresión es el máximo exponente de la libertad. Mis personajes femeninos se atreven, se la juegan”, para Página 12. La primera película que dirigió fue Momentos (1981). A ella la presidieron dos cortos, El mundo de la mujer (1972) y Juguetes (1978).

El mundo de la mujer

Este corto lo filmó durante la exposición del ’72 que se realizó en la Sociedad Rural, “Femimundo”. En él desfilan una serie de modelos, que no hablan, y una serie de mujeres que publicitan productos para limpieza de la casa y embellecimiento corporal. Las mujeres de todas las generaciones, entre ellas niñas, que acuden a la exposición, las miran y aprenden.

María Luisa expone no sólo la opresión patriarcal que relegaba a las mujeres a las tareas del hogar y al mismo tiempo las obligaba a embellecerse con maquillaje, peinados, ropa incómoda, tacos altos, cientos de productos para adelgazar, para “tonificar”, cera depilatoria; sino que además, en su película, propone un problema sobre la mirada. Vemos una serie de rostros femeninos curiosos, muchas veces angustiados, furiosos, que se miran entre ellos.

El mundo de la mujer (1972), dir. María Luisa Bemberg

Laura Mulvey en 1975 publicaba “Placer visual y cine narrativo”, que cristalizaba los debates del movimiento feminista que habían comenzado en Estados Unidos en los ’60 en un texto fundador de la crítica fílmica feminista orientada a los procesos cognitivos y psicológicos. En él proponía, por primera vez, el concepto de male gaze, la “mirada masculina” que le imponía a las mujeres unos patrones de presencia específicos delante de la cámara.

En el cine hollywoodense, el "cine narrativo”, las mujeres no formaban parte de la creación de significado sino que estaban en las películas para producir placer visual, dice Mulvey, y revoluciona la forma de entender el cine.

En este tipo de cine la mujer está para ser contemplada, y se producen momentos en donde la narración se detiene y se congela la imagen de las mujeres para que produzcan placer erótico. La mujer, acá, funciona como una imagen-ícono para los hombres de la narración, pero también para los espectadores masculinos que consumen las películas de este lado de la pantalla.

Podemos pensar a las estrellas de la Paramount o de la Warner, como Greta Garbo o Marlene Dietrich, actrices devenidas íconos del cine clásico que sobreviven en la memoria colectiva recordadas como bellezas angelicales o femmes fatales.

El mundo de la mujer (1972), dir. María Luisa Bemberg

María Luisa se inmiscuía en este debate, que denunciaba los estándares femeninos impuestos por los varones, que les imponían cosificación, maternidad obligatoria y heterosexualidad. Hoy puede sonar cliché, pero en realidad en las películas estos signos de sometimiento aparecían (y aparecen) de manera más profunda: a la hora de decidir qué mostrar y cómo hacerlo, en los planos, en el guión, en el argumento, en la forma de encuadrar la imagen, en la música que acompaña las tramas.

De de todo esto se ocupa en El mundo de la mujer, que también denuncia las imposiciones del mercado, que había encontrado en las mujeres, ya desde el siglo XIX, a las consumidoras ideales.

Bemberg había sido co-fundadora de la Unión Feminista Argentina (UFA), junto con Gabriela Cristeller, agrupación de la que formaron parte, por nombrar a algunas, Sara Torres, Leonor Calvera, Alicia D’Amico.

En el corto se las ve repartiendo volantes a las mujeres que concurrían a la exposición, generando contraste con las imágenes de mujeres de feminidad exacerbada, cadavéricas y monstruosas, que vemos entre plano y plano, pero también, constituyendo una documentación histórica del activismo feminista en Argentina. Las integrantes de la agrupación habían ido a protestar y María Luisa documentó esta iniciativa con la cámara.

Juguetes

A este corto sirve ponerlo en serie con el primero. María Luisa lo filmó en 1978 en una exposición sobre juguetes, que también convocaba a toda la familia (heterosexual) y que le tenía dedicada a las niñeces secciones y ofertas muy diferentes.

María Luisa cuenta que se había propuesto la tarea de preguntarle a las niñas y niños que acudían, “¿qué vas a ser cuando seas grande?” y que se había encontrado con que “fue abismal la diferencia entre las respuestas de los hombres y las de las mujeres […] Las niñas con el dedo en la boca y vacilantes respondían: “No sé… Como mi mamá. Maestra”. Ese es el tipo de mujeres que ven. Los varones, en cambio, contestaban: “Físico nuclear, astronauta, policía. Esos varones son los que ven. La referencia es la imagen”, según le cuenta a la revista colombiana Kinetoscopio 13 en 1992.

Juguetes (1978), dir. María Luisa Bemberg

Los juguetes y los cuentos no son inocentes: son la primera presión cultural” es lo primero que vemos, las letras blancas sobre una pantalla negra. En El mundo de la mujer, una voz en off leía La Cenicienta de Walt Disney mientras la cámara filmaba los stands. Acá, las niñas tienen casi los mismos stands que las adultas: los “juguetes” son cocinas, tablas de planchar, escobas, lavarropas, ollas y espátulas. Había stands que maquillaban a las niñas chiquitas, igual que a las adultas en los campeonatos al “mejor peinado” de Femimundo.

En cambio, los niños tenían juguetes como circuitos electrónicos, que les enseñaban sobre astronomía y físca, “en el espacio detecta la presencia de los rayos cósmicos, descubriendo iones”, lee un nene en uno de los stands. Los varones también tenían western, El Zorro, armas. Con voces en off, como la de Ernesto Sábato, que decía “es que por debajo de las formas históricas hay radicales condiciones biológicas y metafísicas que apartan a la mujer de la creación y el descubrimiento”, María Luisa agregaba imágenes de guerra.  

Juguetes (1978), dir. María Luisa Bemberg

María Luisa Bemberg forma parte de una genealogía de mujeres cineastas argentinas, que se remonta a Emilia Saleny, que fue la primera mujer en dirigir una película en Argentina, El pañuelo de Clarita (1919), en blanco y negro y muda. En 1960 Vlasta Lah dirigió Las furias, película de cine experimental que hoy es considerara una de las mejores películas del cine nacional. Lucrecia Martel dirigía La ciénaga en 2001, con Graciela Borges como protagonista, que también había protagonizado las dos películas que María Luisa Bemberg guionó antes de convertirse en directora: Crónica de una señora (1971) y Triángulo de cuatro (1975). Todo un universo de mujeres artistas y de la cultura que se entrecruza y se nutre con los aportes de cada una.

Camila

Uno no elige los temas. Los temas lo eligen a uno. Por lo menos así me ocurre a mí. Elegí a Camila y a Sor Juana por transgresoras. La idea era mostrar dos mujeres que de alguna manera se atreven a salirse del molde. Las mujeres se han quedado encerradas en sus casas durante mucho tiempo, mansas y calladas”, cuenta María Luisa para Kinetoscopio.

Además de dirigir Yo, la peor de todas (1990), una película sobre Sor Juana Inés de la Cruz, en 1984 dirigió Camila, una película que reescribe la historia de Camila O’Gorman, hija de clase alta y Ladislao Gutiérrez, sacerdote jesuita, un “amor prohibido” que durante el segundo gobierno de Rosas escandalizó a la gente de Corrientes y de Buenos Aires. Rosas ordenó su fusilamiento.

Y que cada vez en el cine haya más miradas como las de Varda o Lina Weismuller. O María Luisa Bemberg

María Luisa Bemberg, 1982, para Mercado

María Luisa sostuvo, “Camila es un drama de dos amantes, donde hice la inversión de los roles. En todos los libros de historia que leía decía: “Y la dulce e inocente Camila fue seducida por Ladislao” […] A los escritores varones les gusta que los roles se queden como están. El hombre agrede y la mujer se deja. La mujer pasiva y virtuosa que nunca se atrevería a seducir a un hombre”. Poner a Camila a desear y decirlo era un cambio radical en la narración, enterarnos de sus pensamientos e inquietudes, también.

Camila (1984), dir. María Luisa Bemberg

Miss Mary

Todas las películas de María Luisa generaban polémica. En esta película, de 1986, muchos la acusaron de traidora de clase: representaba a una familia de la oligarquía argentina durante dos décadas del siglo XX pero ridiculizando sus costumbres y exponiendo sus incongruencias y contradicciones.

Las hijas e hijos de la familia le preguntan a miss Mary, una institutriz inglesa, una y otra vez, “¿cree que mi familia está loca?, ¿cree que tengamos dinero en exceso?”, mientras vemos a una madre de familia (Nacha Guevara) desquiciada por el encierro, la soledad y las infidelidades de su marido y a unas hijas sobre las que pesan todos los mandatos sociales, que crecen siendo disciplinadas y castigadas cada vez que se corren del molde.

Miss Mary (1986), dir. María Luisa Bemberg

María Luisa cuenta, además, que a la película la inspiró su propia biografía: miss Mary es una maestra inglesa victoriana, pudorosa y estricta, que está inspirada en las institutrices que ella tenía cuando era chica; Bemberg era miembro de la familia de Otto Bemberg, el fundador de la cervecería Quilmes. Sus colegas cuentan que más allá de que mucha gente había dicho que filmaba sólo para pasar el tiempo, María Luisa aportaba recursos materiales para impulsar las carreras de muchas mujeres artistas a su alrededor.

Miss Mary (1986), dir. María Luisa Bemberg

Más sobre su obra

La mayoría de sus películas se encuentra gratis en YouTube, en el sitio oficial de María Luisa está subida su biografía, su obra, muchas entrevistas y fotos.

Julia Kratje, doctora en Ciencias Sociales (UBA) y Marcela Visconti, doctora en Teoría e Historia de las Artes, compilaron “El asombro y la audacia. El cine de María Luisa Bemberg”, libro que se publicó en 2021, con motivo de los 100 años del fallecimiento de la cineasta. Se trata de una compilación de testimonios, entrevistas y material de archivo publicado por el Festival de Cine de Mar del Plata.

Dividido en tres partes, en el libro abordan el homenaje de manera interdisciplinaria, la primera, “Enfoques”, con textos de Leila Guerriero y Mónica Tarducci, por ejemplo, contiene acercamientos críticos y teóricos, el resto de los apartados, “Encuentros” y “Espejos”, tienen, por un lado, entrevistas a personas que trabajaron con ella, por el otro, entrevistas a realizadoras de cine de la actualidad que expresan de qué manera dialogan con la obra de María Luisa en sus propias producciones.

Entrevista a las autoras y colaboradoras para la presentación del libro, entre las que está Annamaría Muchnik y Lita Stantic

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