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Columnistas

Hacete amigo del árbitro griego

El fin de semana pasado, por la fecha 10 del torneo de Primera División masculina, San Lorenzo le ganó 3-1 a Atlético Tucumán en San Miguel, con un arbitraje muy malo de Fernando Espinoza. Eso llevó al presidente del Decano, el diputado nacional Mario Leito, a pedir que el referí no dirija más a su equipo y que le hagan un estudio psicológico para determinar si está apto para la tarea. El tesorero de AFA y mano derecha de Chiqui Tapia, Pablo Toviggino, publicó un tuit como respuesta en donde amenazaba que “EL QUE PIDE MÁS, MUERE PRIMERO” (sic). Si los árbitros están en sospecha permanente en el fútbol argentino, no se compara en absoluto con Grecia donde en los últimos doce años hubo dos escándalos por arreglos de partidos, amenazas, ataques y desde 2018 para los partidos calientes usan extranjeros para evitar parcialidad.

Al día siguiente del partido en Tucumán, a miles de kilómetros, en Atenas el AEK de Matías Almeyda le ganó 3-1 al Aris Salónica, pero el partido casi se suspende. El día anterior llegaron al país Pawel Raczkowski, Radoslav Siecka, Adam Kupcik y el VAR Krzysztof Jakubik, los oficiales polacos que se iban a hacer cargo del juego, pero que fueron acusados de emborracharse en pleno vuelo, discutir con los pasajeros en el aire y seguirla en tierra cuando buscaban su equipaje.

“Todo lo que se escribió sobre que estábamos borrachos es mentira. Somos árbitros profesionales y nunca nos comportaríamos de esa manera. Durante el vuelo lo que pasó es lo siguiente: dos pasajeros que hablaban ambos idiomas, comenzaron a insultarnos sin motivo alguno. Nos dijeron que apoyan al Panathinaikos y que al día siguiente contarían todo a la prensa y no pitaríamos en este partido”, esgrimió como defensa Raczowski en una nota con el diario griego Gazzetta.

A pesar de ello la comisión de árbitros helena los marginó y designó árbitros locales, ante lo cual el Aris amenazó con no presentarse. Finalmente hubo un arreglo, se jugó, el equipo ateniense se quedó con los tres puntos y comparte con Panathinaikos la punta de la Superliga, torneo que no es ajeno a su referato. Se disputó una primera ronda de 26 fechas todos contra todos, los seis mejores pasaron a una ronda campeonato con arrastre de puntos, nuevamente se enfrentarán a ida y vuelta y el que más puntos sume será campeón, en un claro homenaje en vida a la AFA. Los ocho restantes se debaten los descensos.

¿Pero cómo fue que el fútbol griego pasó de dar el mayor golpe en la historia de la Eurocopa y consagrarse campeón en 2004 a ser sinónimo de corrupción seis años después?


En 2011 un informe de la UEFA sobre arreglos en 40 partidos del torneo 2009/2010 dio origen al “Koriopolis”, el mayor escándalo de corrupción en el país. El nombre fue en alusión al Calciopoli, el fraude que estalló en Italia en 2005 y significó el descenso de la Juventus por arreglos. Korio en griego significa escucha telefónica y polis policía. El principal apuntado fue Evangelos Marinakis, presidente de Olympiacos y una de las diez fortunas del país. Junto a él fueron señalados jugadores, dirigentes, árbitros y hasta un jefe de policía. Marinakis fue absuelto, dos clubes fueron primero descendidos, pero apelaron y solo sufrieron quita de puntos.

Marinakis es un empresario naviero, de medios, posee el Nottingham Forest inglés y desde 2014 es concejal de Atenas por el partido independiente Piraeus Winner. En marzo de 2020 contrajo coronavirus y por ello el plantel del Arsenal inglés tuvo que ser aislado porque habían tenido contacto con él durante un partido de la Europa League contra Olympiacos.

Pero en 2015 el escándalo cobró dimensiones superiores cuando el fiscal Aristides Korreas presentó un informe de 173 páginas con más escuchas telefónicas donde argumentaba que Marinakis dirigía una organización criminal para el arreglo de partidos. Desde que compró el club a mediados de 2010, Olympiacos ganó diez de las doce ediciones de la Superliga, las primeras siete de manera consecutiva. En el informe se lo muestra a él junto a Theodoros Kouridis, ex consejero de la Federación Griega de Fútbol, Georgios Sarris, ex presidente de la comisión de árbitros y Aristides Stathopoulos, ex director de la federación, de ser quienes comandaban esta red de chantajes. Al empresario además lo apuntaban por amenazar jueces y mandar barras de su equipo a generar disturbios a partidos de otras categorías.

Entre todas las acusaciones del fiscal figuraba una sobre que en enero de 2012 Kouridis y Stathopoulos, a pedido de Marinakis, habían intentado chantajear al árbitro Petros Konstantineas para que ayudara a Olympiacos en un partido contra el Xanthi, cosa que rechazó. Un mes después, en condiciones nunca aclaradas, una bomba destruyó la panadería de Konstantineas que debió construirla de nuevo. Entre ese año y 2014 Sarris fue presidente del fútbol de su país

En otra pinchadura se podía escuchar como Emilios Kostonis, dirigente del club de Marinakis, pedía una reunión con un juez que llevaba la causa de su jefe. Actualmente Kostonis está preso porque la policía griega junto a la DEA lo encontró contrabandeando dos toneladas de heroína en un barco. Finalmente en junio de 2015, meses después de la acusación, Marinakis fue absuelto, pero debió pagar una multa de 200.000 euros, aunque cinco años después intentaron reflotarla sin éxito.

En octubre de 2016 la FIFA intervino la Federación y nombró una Comisión Normalizadora como la que hubo en Argentina. Un mes después, también de manera “curiosa”, incendiaron la casa del presidente de la comisión de árbitros y se suspendió el fútbol. Entre 2009 y 2018 se registraron veintisiete ataques a réferis, sobre quienes además pesan sospechas de corrupción. Un informe de aseguró que en 2017 el 75% de los juegos de la segunda división habían sido arreglados por corredores. Paradojalmente el sponsor principal del torneo era una casa de apuestas on line.

El 11 de marzo de 2018 se produjo un punto de quiebre cuando Ivan Savvidis, presidente del PAOK ingresó a la cancha a increpar al árbitro, tras la derrota 3-0 contra AEK, con un arma en su cintura. Se suspendió el fútbol otra vez y el dirigente estuvo tres años sin ingresar a los estadios. Seis meses después se tomó la decisión que los clásicos y partidos definitorios sean manejados por extranjeros. El debut fue el 23 de septiembre curiosamente en una victoria 2-0 de PAOK sobre AEK, donde arbitró el finés Mattias Gestranius. Desde entonces españoles, portugueses, italianos han refereado, aunque lo habitual es que sean ucranianos, búlgaros, polacos o macedonios, que son más baratos. Los de mayor prestigio se utilizan solo en situaciones especiales. Esto repercutió a nivel continental y mundial, porque si bien hay árbitros griegos en Champions League y el resto de los torneos de clubes, en lo que va del siglo, de cinco Mundiales y seis Eurocopas masculinas, solo dos veces hubo presencia griega: en Corea-Japón 2002 y en Austria-Suiza 2008, donde estuvo Kyros Vassaras, que se perdió Alemania 2006 porque sus asistentes no pasaron el test físico.

Dentro de una semana los cuatro mejores del torneo, Panathinaikos, AEK, Olympiacos y PAOK, se cruzan por la quinta fecha del playoff. Los dos primeros buscarán cortarse y los otros seguir con chances de ser campeones. Lo que es seguro es los árbitros concentrarán tanta o más atención que los jugadores.

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