El domingo en el estadio Icónico de Lusail hubo alrededor de 88000 espectadores que vieron como Argentina y Lionel Messi se consagraron campeones del mundo después de 36 años. Durante el entretiempo, las cámaras de TyC Sports mostraron a un hombre de 73 años con las manos en su cara y gestos de preocupación. A pesar del 2-0, su expresión denotaba que venía del futuro para avisar que el cierre iba a ser más duro de lo esperado. También con él podríamos viajar al pasado para recordar que mucho de lo que se vivió el domingo fue producto del trabajo que hizo años atrás. Ese hombre era José Pekerman, en algún punto, uno de los padres de la criatura. En 1995 fue campeón mundial Sub 20 en Qatar y 27 años después sus herederos cerraron el círculo.
La llegada del Proyecto a Largo Plazo
En 1991 el seleccionado juvenil dirigido por Reinaldo Merlo quedó eliminado del Mundial de Portugal en la zona de grupos, que compartieron con Corea del Sur, Irlanda y los locales. Justamente con los lusos jugaron en la segunda fecha, en un partido que terminó en derrota 3-0 y desencadenó una batahola al final. Hubo tres expulsados: Claudio Paris, Mauricio Pellegrino y Juan Esnaider, que incluso amagó con cabecear al árbitro belga Guy Goethals. La FIFA suspendió por dos años a Argentina que no jugó el sudamericano Sub20 de 1993 y tampoco el Mundial de Australia.
Hasta entonces los juveniles tenían vínculo directo con el cuerpo técnico de la mayor, pero Julio Grondona decidió hacer de ellos asunto separado. Para eso creó una comisión integrada por los dirigentes Pablo Abbatángelo, de Boca, Héctor Gaudio, por Velez, Norberto García Martín, representante de Ferro, Carlos De Giacomi, de Banfield y Enrique Marelas, en nombre de la Primera B. Muchos pensaron en el viejo axioma peronista sobre la creación de una comisión como un paso protocolar para que Don Julio terminara decidiendo en soledad.
Se presentaron 16 proyectos y Pekerman, que llevaba dos años coordinando las inferiores del Colo Colo chileno, dejó una carpeta de 72 hojas con el detalle de lo que sería su proyecto. Los favoritos eran Carlos Griguol y Jorge Griffa, maestros de jugadores, y responsables de promover gran cantidad de juveniles en Ferro y Newells, protagonistas en esos años. El 21 de septiembre de 1994 la AFA confirmó que José se haría cargo de los juveniles masculinos. En esos años Pekerman era sinónimo de Videomatch, no de fútbol, pero él invirtió la carga.
"El mío es un proyecto a largo plazo, pero estoy un poco condicionado porque tengo un contrato de un año, aunque por supuesto es renovable. Además, dentro de tres meses hay que jugar y sacar buenos resultados, y no contamos con una base preparada con el tiempo suficiente. Sí tenemos, en cambio, jugadores con capacidad. ¿Cuál será la filosofía? Conseguir resultados, pero por el mejor camino, que para mí surge de un equipo ordenado que sepa resolver las situaciones que se presentan en un partido”. Esta fue su declaración de principios en una larga nota a la revista El Gráfico en lo que fue su presentación en sociedad.
En paralelo Daniel Passarella asumió en la mayor con la promesa de mano dura y pelo corto tras la tumultuosa eliminación del equipo de Coco Basile en 1994, que incluyó el doping positivo de Diego Maradona, enemigo público del Kaiser. Pekerman reconoció que entabló rápidamente un buen vínculo con Passarella, algo que para él era fundamental. El primer objetivo de José fue el Sudamericano Sub 20 donde salió segundo detrás de Brasil y le permitió clasificar al Mundial de Qatar, que reemplazó de urgencia a Nigeria, sumida en un caos institucional y sanitario en medio de un gobierno militar que había derrocado al presidente dos años antes. La estrella que quería llevar al Mundial era Marcelo Gallardo, pero River no lo cedió. Argentina tuvo su revancha contra Brasil, le ganó 2-0 en la final y Pekerman festejó su primer título importante, lo que automáticamente le garantizó la continuidad. José ganaría en 2001 el Mundial de Argentina, mientras que en 2005, mientras dirigía a la mayor, Francisco Ferraro conduciría a Lionel Messi y compañía al título en Holanda. En 2007, ya con él fuera de la AFA, Hugo Tocalli estuvo al frente del último equipo campeón mundial en Canadá con Sergio Agüero y Angel Di María como banderas.
Ese triunfo despejó el camino para trabajar, profundizó la metodología que habían implementado y les permitió reforzar la base del seleccionado Sub 17 que había sido tercera en el Mundial de 1995. A Pablo Aimar, Esteban Cambiasso -arrancó ese torneo con 14 años-, Fabián Cubero y Aldo Duscher se sumaron para 1997 Diego Placente, Bernardo Romeo, Walter Samuel y Lionel Scaloni, todos parte de la estructura de selecciones nacionales hoy. El actual entrenador no jugó el Sudamericano de Chile, pero fue al Mundial de Malasia donde rompió el partido de cuartos contra Brasil con un gol fuera de contexto y encarriló el doblete de Pekerman que en la final ganó 2-1 contra Uruguay. Sin saberlo, Pekerman estaba forjando un cuerpo técnico que este año iba a cerrar una suerte de efecto mariposa que había empezado con el título inicial en Qatar.
Gestando la solución
Hugo Tocalli, histórico asistente de José, reconoció que a Scaloni lo habían visto jugando en Estudiantes, a donde llegó desde Newell´s, y lo sumaron al equipo. En ese equipo había dos grupos, el de Cambiasso y el de Riquelme. El único que estaba en ambos lados sin problemas era Scaloni, prueba de su capacidad de diálogo y consenso. Dueño de una personalidad histriónica y un juego batallador, la gestión de grupo asomó desde que era jugador. Así lo graficó Pekerman este año. “Siempre fue muy inteligente para ver el fútbol. Y eso es lo que lo llevó a las grandes ligas y a ser parte de la Selección. Siempre fue muy detallista y observador. Con una virtud que quiero marcar: siempre se preocupó por la unión del grupo más allá de su rol y eso hoy en la unión de este plantel se ve claramente reflejado”.
José canjeó la indisciplina que marginó a los juveniles en 1991 por una catarata de títulos de campeón y premios al juego limpio. Scaloni lidera la mayor con Samuel y Aimar, entrenador además de la Sub 17, Javier Mascherano la Sub 20, Diego Placente la Sub 15 y Romeo coordina las juveniles. La matriz Pekerman no solo se ve en el juego, sino también en el comportamiento. El propio Aimar ha hablado sobre la necesidad de formar no sólo jugadores, sino personas y permitirles a los futbolistas equivocarse. Más allá de las tensiones que hubo en Qatar, de acusaciones de ser malos ganadores, del #quemirásbobo, Scaloni logró pekermanizar a este equipo. “José para mi es Dios”, dijo tras su segundo partido en la mayor que terminó en empate contra Colombia en 2018. Pekerman se había ido tras el Mundial de Rusia, pero su idea seguía flotando en los cafeteros.
Pekerman jugó doce años al fútbol, ocho en Argentinos Juniors, época donde la mascota del equipo era Diego Maradona, y cuatro más en Independiente de Medellín. En Colombia dejó el fútbol a los 28 años por una lesión en la rodilla y a su vuelta comenzó a manejar un taxi para ganarse la vida. Cuando paraba a almorzar, lo hacía rápido y generalmente paraba en plazas para ver a los distintos grupos de chicos que jugaban al fútbol. Comenzó como asistente de Ricardo Trigilli y luego pasó a las inferiores de Argentinos donde entrenó a Fernando Cáceres, Carlos MacAllister, Fernando Redondo o el Bichi Borghi. Esos diez años en La Paternal lo depositaron primero en Chile y luego en el predio que la AFA posee en Ezeiza. Cuando Passarella dejó de ser el entrenador, no quiso reemplazarlo, asumió como coordinador de selecciones y fue el encargado de elegir a Marcelo Bielsa como reemplazante. Lo reemplazó en 2004 y llevó al Mundial de Alemania a un plantel donde había 16 jugadores sobre 23 que habían pasado por su proceso. 13 de ellos habían sido campeones mundiales Sub 20. En octavos contra México Argentina terminó jugando con Messi, Aimar, Juan Román Riquelme y Carlos Tevez, una imagen que auguraba que Argentina dominaría el fútbol en el corto plazo. Hubo que esperar un poco más. Ese fue uno de los tres que compartieron como profesionales Messi y Scaloni. De hecho en el gol de Maxi Rodriguez, la primera persona que abrazó al rosarino fue el de Pujato, que inmediatamente se puso a dar indicaciones. Una imagen que recién se conoció este año cuando FIFA+ desempolvó su archivo y mostró esa perla inédita. Ese día en Leipzig se estaba gestando la solución que el domingo terminó con la tercera estrella. Pekerman lo hizo.