Ningún otro pueblo se merece una alegría futbolística como se la merece el argentino. Los argumentos son varios y de distinto tenor: la extensa crisis económica, política y social que tiene a la población en un estado de indefensión y con el fútbol casi como única vía de escape; la espina de la final perdida en 2014 con Alemania; y el hecho de que estamos totalmente locos, con una pasión que no se ve en otro lado.

Este último punto sale a la luz en cada final de partido de nuestra Selección. La adorable "abuela la la la la la" es solo un ejemplo de esto: cada vez se pudo ver más gente rodeándola para cantarle sin ningún tipo de sentido, más que expresar la felicidad del momento. Incluso ahora empezaron a hacerlo en diferentes lugares, con otras ancianas, además de visitar geriátricos. De yapa, ligó saludo la abuela de Messi.

Los argentinos además parecemos tener algún tipo de fetiche con subir al lugar más alto posible para celebrar. Sea una estatua, un semáforo, un mástil o carteles enormes, en cualquier festejo se pueden ver imágenes como estas.

Siempre hay imágenes insólitas en estos festejos. En este caso, gente que se armó la pelopincho en la caja de la camioneta, alguien que llevó una oveja para celebrar, o incluso festejos dentro de una iglesia, donde se deja un rato a Dios para rezarle a D10S.

Otras escenas espectaculares son monjas festejando en la calle con banderas y cornetas, una persona que no le importó el calor para caer disfrazada de Iron Man, y un cura llevado en alzas mientras sostiene una réplica de la Copa del Mundo.

En Qatar no somos menos. Sino, pregúntenle al nene que se largó a llorar asusado por los cantos de los hinchas, por lo que ellos decidieron arrullarlo entre todos. Otros, también en el subte, se burlaron de la bandera de Croacia, mientras que algunos decidieron festejar levantando por el aire a niños qataríes.

A los argentinos se ve que también nos gusta colgarnos de vehículos, ya sean colectivos, camiones de soda, de basura o incluso patrulleros. Otra, de hace unos días, podría haber asustado a algún desprevenido, porque salieron colgados a un tanque de guerra.