Carlos III, el nuevo rey del Reino Unido, despidió a al menos 100 empleados de su antigua residencia oficial. Un gremio de trabajadores públicos calificó el hecho como "nada menos que despiadado" por parte del heredero de la reina Isabel.

De acuerdo a información de The Guardian, este lunes, decenas de trabajadores de la residencia del hasta ahora principe de Gales recibieron el anuncio de que perderían su trabajo luego de que se concrete la asunción del nuevo monarca. Algunos de ellos llevaban décadas en sus puestos.

Decenas de trabajadores de la residencia del hasta ahora principe de Gales recibieron el anuncio de que perderían su trabajo luego de que se concrete la asunción del nuevo monarca.

Entre los empleados despedidos hay secretarias privadas, está el equipo de comunicación, empleados de la oficina de finanzas e incluso una parte del personal doméstico. Todos ellos habrían recibido la notificación durante el servicio de acción de gracias a la reina, que se realizó en la Catedral de Saint Giles, en Edimburgo.

Mark Serwotka, el secretario general del Sindicato de Servicios Públicos y Comerciales, planteó que "si bien se esperaban algunos cambios en los hogares, a medida que cambian los roles en la familia real, la escala y velocidad a lo que esto se ha anunciado es extremadamente insensible". Añadió: "Y aún cuando no sabemos qué personal podría necesitar el principe de Gales entrante y su familia".

Por eso, afirmó que desde su sindicato están trabajando para asegurarle la "seguridad laboral total" a los trabajadores de la residencia real. Sin embargo, no todo el personal de Clarence House, la antigua casa de Carlos III, forma parte de su gremio.

Por ahora, se espera que los trabajadores despedidos reciban nuevas ofertas de trabajo del resto de las residencias oficiales de la familia real, ayuda para encontrar empleo por fuera de la misma, y buenas indemnizaciones por los servicios prestados. Clarence House, la casa de donde fueron despedidos, es la residencia oficial del príncipe de Gales y la duquesa de Cornualles, cargos que, hasta la muerte de la reina, ocupaban Carlos de Gales y Camila Parker Bowles. Se esperaba que se llevasen a sus empleados al Palacio de Buckingham, pero decidieron deshacerse de ellos.