El escritor y poeta Fabián Casas aseguró, un poco en broma un poco en serio, que se inspira para escribir cuando le llega la cuenta del colegio de sus hijos. "Ese es mi método, me llega y digo escribo algo. Me llegó una cuenta por una excursión que era carísima y llamé a la editorial para decirles que tenía una novela", contó en diálogo con Mejor País Del Mundo, por Radio Con Vos.

Casas relacionó su vínculo con la poesía con la admiración que tenía de chico con un mago que veía en TV porque "siempre tuve un vínculo con las cosas que no encajaban con nada". Entonces, esa fascinación que tenía por un truco de magia le pasó más tarde con la poesía: "Tenés ese tipo de sensibilidad, una sensación de enrarecimiento como cuando te estas por enamorar, una sensación de inminencia".

En este sentido, le consultaron como convivía esa sensibilidad con la necesidad de escribir por un ingreso, en relación al comentario del principio: "Esa sensibilidad para mí la tenemos todos. A algunos les interesa desarrollarla y a otros no, no es algo que tengo yo solo. Había poesía en la Tierra antes de que llegáramos y va a haber cuando nos vayamos. No me gusta el culto al poeta raro, sofisticado. Poeta eres tú, cualquier persona puede ser poeta".

No me gusta el culto al poeta raro, sofisticado. Cualquier persona puede ser poeta

"Después en la vida cotidiana adquirís habilidades. Con el periodismo me pasó que tenía que terminar la nota si o si, no podes dejarla por la mitad. Siempre sentí que eso generaba cierto oficio, y eso se da también cuando tengo que escribir y dar clases", afirmó, y agregó que esto último le gusta más que escribir, al igual que la lectura.

Durante la charla recordó un poema de Juan Gelman y aseguró que "muchas veces nos pasa que elegimos el goce de sentirse mal y las pasiones tristes" porque "convertir el dolor en aventura es más difícil". "Uno elige vivir el síntoma de la tristeza, hay gente que vive sufriendo y se queda ahí, te acostumbras y te volves adicto a eso", agregó.

Su infancia rodeado de famosos

Después de decir que su familia le inculcó mucho el valor a la amistad y rememorar que siempre había mucha gente en su casa por reuniones de esa índole, Casas contó que su padre fue amigo de personalidades del cine argentino como Leonardo Favio, Javier Portales y Alberto Olmedo.

Olmedo a la noche estaba siempre deprimido, y al día siguiente estaban todos re arriba

"Olmedo era la contracara de mi papá. Eran como mis tíos, un delirio", recordó el escritor, y dijo que cuando iban a su casa lo hacían irse a dormir. "A esa hora siempre estaba deprimido Olmedo, y al día siguiente estaban todos re arriba", contó divertido.

Otro que solía ir a su casa era el ventrílocuo Mister Chasman con su muñeco Chirolita: "Mis padres nos hacían creer que no venia con Chirolita, pero lo tenía siempre encima y lo guardaba en una caja de seguridad. Él nos decía si lo queríamos ver antes de dormir, entonces lo sacaba, lo hacia hablar, y él fumaba y hacía la voz perfecto".