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Columnistas

CFK en modo Ramón y una inflación que te clava el visto

“Los fideos se comen con queso”

Néstor Kirchner

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Hay un momento que como hincha de River siempre me molestó muchísimo. Ramón Díaz, que era uno de los técnicos sinónimo de éxito en el club, salía expulsado de la cancha de Boca en 2013 y la tribuna del clásico rival le cantó el “vos sos de la B”. Con su media sonrisa, el “Pelado” miró con sorna y se tocó el pecho como aclarando “yo no me fui, yo no descendí”

Pocas actitudes me parecieron más egoístas que esa. Después dio explicaciones varias pero un gesto vale más que mil palabras. Todos en River hicimos carne el descenso y nos revolvimos en puteadas y dolor futbolero, en un proceso que indudablemente era necesario para llegar después a la gloria única y eterna, que mudó el duelo por ahora sin fin a la vereda de enfrente. ¿Cómo es eso de que Ramón se alegra por Twitter de todas las buenas que vinieron en estos años pero que de las malas que hay en la historia de estos colores, él puede mantenerse al margen? 

Bueno, esta semana me vino la imagen clarita. Cristina Fernández está en su momento “yo no me fui, yo no descendí” de cara al último tramo de este gobierno del Frente de Todos

La aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en el Congreso con el fulgurante rechazo y abstención de los legisladores que le responden, y la lluvia de pronunciamientos públicos por carta, documentos, videos y mensajes en redes sociales de La Cámpora y los suyos, muestra el esfuerzo por gritarle al mundo que ella no fue, que no tiene nada que ver con la suerte del hombre que puso al frente de la fórmula presidencial en 2019.

Cristina Fernández está en su momento “yo no me fui, yo no descendí”.

Además, la proliferación de las frases de su finado marido Néstor Kirchner en cada toma de posición revela en última instancia la obsesión por que el destino de esta administración no se lleve puesto el lugar que supuestamente una parte de la historia le habría dado a esta familia patagónica. “Los muertos no pagan. Néstor Kirchner”. Así se encabezó el texto que el viernes a la mañana los senadores de la pretendida oposición interna publicaron para explicar su voto negativo a la refinanciación que había pedido la Casa Rosada con el aviso de que si no caminaba, vendrían consecuencias catastróficas. 

Por más de que a cada cita del ex presidente 2003-2007 se le puede contraponer otra de él mismo con un sentido contrario, lo importante es que Cristina está queriendo decir “yo no firmé este acuerdo con el Fondo”; “yo no subo las tarifas”; “yo no voy a bajar el déficit”; “yo no voy a ser responsable si se frena la economía”. Al no estar presidiendo la sesión en la cámara alta el jueves pasado en el momento de la votación, la firma de la presidenta del Senado no aparece en la publicación en el Boletín Oficial de la ley que avala el pacto. Claudia Abdala puso la rúbrica. Que la historia la juzgue.

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“Los fideos  se comen sólo con aceite”

Néstor Kirchner

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Es un gran timing para querer decir “yo no tengo nada que ver con mi gobierno” y hasta dejar de contestarle los mensajes y directamente clavarle el visto a Alberto Fernández, como reveló la vocera oficial Gabriela Cerruti. Y no por el eventual impacto del acuerdo con el Fondo, o no únicamente. 

Tarda en llegar. El viernes, el Presidente mostró el acuerdo con el FMI como un punto de inflexión y dijo que batallará contra la inflación.

Es que el Presidente acaba de decir -otra no le queda- que le declara la guerra a la inflación justo en el momento en que la remarcación de precios está tomando estas últimas semanas una velocidad todavía mayor a la que traía, porque a nuestros quilombos de siempre le está pegando de lleno el efecto de la invasión rusa a Ucrania sobre la oferta y las cotizaciones de la energía y los alimentos, en especial los derivados del trigo (pan) y todo lo que incluye maíz (pollos o cerdos).

Para tener una idea, en febrero la canasta básica alimentaria, que es un conjunto de productos alimenticios básicos que toma el Indec como referencia para medir la indigencia, saltó 9%. Eso es casi el triple de lo que había aumentado en el mismo mes del año pasado, cuando ya preocupaba. Los artículos que integran la canasta básica total, con la que se mide luego el umbral de la pobreza en las estadísticas, saltó 6%, también tres veces lo que había subido hace un año. Traducido: se están volviendo a disparar los indicadores del deterioro social que ya era un drama.

La inflación en febrero marcó 4,7% y eso que todavía no estaba el impacto de los misiles cerca de Kiev. El salto récord de los alimentos el mes pasado, además, fue justo en el Gran Buenos Aires, con un espeluznante 8,6%. Cómo la vicepresidenta no va a estar en modo Ramón si se pudre así en su base histórica. Marzo, anticipan los relevamientos semanales de las consultoras LCG y PxQ, va para 5% con incrementos que se aceleraron luego de que el jefe de Estado avisó que iba a tomar medidas que finalmente lanzó, con gusto a poco, en la noche del viernes. Qué baja estaba la inflación cuando estaba alta.

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“Las medias se guardan en bollos”

Néstor Kirchner

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A todo esto, ¿qué apoyos tendrá el Presidente para su intento de amortiguar el desbocado salto de la comida? Cara de piedra, Juntos por el Cambio, ya presentó un proyecto de ley contra la mínima suba de derechos de exportación a derivados de la soja con la que se intentará subsidiar la bolsa de harina, que dejó a las panaderías en el horno, valga la redundancia. La cámara aceitera amenaza con judicializar el retoque de dos puntos porcentuales en las retenciones. 

¿Y el Frente de Todos? ¿Volverá aunque sea temporalmente la unidad frente “al campo” o ya es tarde y lo que viene es tan fulero que mejor tratar de salvar la ropa? “La unidad solo sirve si le mejora la calidad de vida a la gente”, le dijo Cristina a organismos de derechos humanos. O sea. El riesgo es que Alberto quede frente a los precios como Zelensky pidiendo que le cierren los cielos mientras la OTAN, de algún modo, también le dice “yo no”.

El riesgo es que Alberto quede frente a los precios como Zelensky pidiendo que le cierren los cielos mientras la OTAN, de algún modo, también le dice “yo no”.

El ranking de inflaciones mensuales y resultados electorales que publicó Consultatio Plus en su último informe a inversores sirve de contexto. En 1989, los tres meses previos a la elección, los precios subían locamente al 20% mensual. No es lo de hoy. El oficialismo obviamente perdió. En 1987, segunda mayor inflación preelectoral, el costo de vida trepaba al 11,8% por mes. Fue derrota del gobierno también. En el tercer lugar ya aparece 2019, cuando el promedio del IPC del trimestre preelectoral dio 4% y, claro está, cayó la administración de Cambiemos por escándalo. 

Si el pronóstico nada alocado fuera una inflación de entre 3,5 y 4,5% por mes antes de las elecciones del año que viene -arriesga el trabajo de José Echagüe- la performance del gobierno actual pelearía el podio entre las peores en materia de precios desde la vuelta de la democracia. Ahí es donde Cristina le dice “yo no” a la tribuna. Su presidente, en cambio, cree que puede evitar una espiral y arañar como sea dos años seguidos de crecimiento aún con el FMI viniendo cada tres meses y el mundo viviendo una guerra que bombardea cualquier idea de estabilidad.

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“El papel higiénico se cuelga para afuera”

Néstor Kirchner

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El mensaje grabado de Alberto tras la ola de chistes y memes por poner en Google Calendar el día de la guerra contra la inflación, mostró además hasta qué punto tomó el cierre del acuerdo con el FMI como un punto de inflexión en su administración

Sin embargo, algunos en el Poder Ejecutivo no duermen tranquilos hasta que el propio Fondo dé el OK definitivo. Ayer se informó que esto ocurrirá el viernes que viene en un trámite supuestamente burocrático por parte del directorio, donde los países miembro votan según su peso en el organismo. El vocero Gerry Rice saludó con beneplácito el respaldo del Congreso pero también dijo que es para dar más tiempo a evaluar los impactos de la guerra. 

Por algún motivo, en el Palacio de Hacienda no tenían del todo seguro por estas horas el voto positivo de Estados Unidos, que tiene el 17% del poder de decisión. ¿Se puede abstener porque no ven el “ownership”, es decir, el compromiso de toda la coalición de gobierno tras la votación en el Parlamento? ¿Eso puede poner en riesgo todo? Sería la maldición de un pacto que no querrían avalar ni el kirchnerismo más duro ni los halcones de Washington

¿Alguien se enteró? La fábrica de pinturas Axalta cerró en 2020 y se fue del país. Esta semana anunció que volverá en 2023 para proveer a Toyota

“No nos pidieron nada, debe estar todo encaminado”, dicen cerca de Sergio Massa, ese otro puente siempre a mano con la Casa Blanca. Para evitar sorpresas, el equipo económico estuvo rosqueando por vías diplomáticas y corporativas para asegurarse el respaldo de los países que tienen entre el 3 y el 4% del peso en el board. Si todo sale como esperan, en el corto plazo se podrá fortalecer las reservas netas del Banco Central, que hoy están en terreno negativo, según calculan en la consultora Eco Go. 

En definitiva, es lo único cierto que surgirá en lo inmediato del trabajoso entendimiento hecho con estimaciones previas al avance de las tropas de Vladimir Putin. La palabra clave será “recalibración”, es decir, la discusión con los técnicos sobre cómo cambiar las metas del programa en línea con mayores urgencias sociales sobre una población que acumula cuatro años de licuación de ingresos. Dato: los investigadores Christian Bogmans, Jeff Kearns, Andrea Pescatori y Ervin Prifti publicaron esta semana en el blog del FMI un trabajo sobre cómo el aumento de los alimentos por la guerra golpeará a los países más pobres. Subrayan las peores calamidades para el África subsahariana (https://bit.ly/3D9ltPr).

Todo un samba de incertidumbres, con liderazgos que se licúan y bolsillos extenuados donde el Gobierno ni siquiera se da cuenta de las buenas para inventar un mínimo momento de hay-futuro. En 2020, la Casa Rosada se comió tapas de diarios y notas sobre el éxodo de empresas cuando, entre otras compañías, la multinacional de pinturas Axalta cerró su planta y pasó a producir en Brasil. Esta semana anunció que volverá a fabricar acá en 2023 para atender la demanda de las camionetas que Toyota hace en Zárate. ¿Alguien se enteró?

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“El papel higiénico se cuelga hacia dentro”

Néstor Kirchner