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Columnistas

Misiles en las panaderías, guerra fría en el Congreso

Las facturas ya de por sí tienen nombres que te llevan a una guerra. Bombas y cañones, por ejemplo, esconden su belicismo entre cremas y dulces, pero desde esta semana las panaderías se transformarán en un inesperado teatro de operaciones ligado a los ataques de Rusia sobre Ucrania, debido a la batalla local por el trigo.

Desde que Vladimir Putin empezó a preparar la invasión, las materias primas se volvieron locas. Y si bien todos miramos el salto del petróleo y el gas por cómo nos pega en la cuenta de subsidios energéticos, y también monitoreamos la soja porque todo gobierno argentino un poco ata su suerte al yuyito, la disparada del trigo, insumo clave para la harina y el pan y los fideos, agregó un motivo de preocupación en un gobierno que no puede bajar la inflación del 50% anual.

“Flor de quilombo”, graficó con poesía un ministro del Poder Ejecutivo el jueves, cuando el precio internacional subía 5,7% hasta los 340 dólares la tonelada. “Los productores tienen todo guardado esperando que suba más para vender”, explicó, anticipando nuestra propia guerra del miñón. A la flauta, dije.

Es el dilema del que exporta lo que come. El récord del cereal debería ser para festejar, visto desde el mercado externo. Aunque, de los 14 millones de toneladas cosechados a fin de 2021 ya está prácticamente todo vendido, ya se está colocando por anticipado la cosecha que viene.

El tema es que lo que se vuelca al mercado interno, cerca de 8 millones de toneladas más, se va entregando de a unas 500 mil por mes que van comprando los molineros, y es ahí donde está la pelea ahora. Los productores más grandes tienen espalda para amarrocar el trigo y esperar que el mercado local le convalide el salto internacional. Por la sensibilidad, parecen hijos de Putin.

El drama es que antes de que hubiera misiles rusos sobre Kiev, acá febrero ya había empezado con un aumento del pan del 25%, y había activado al Gobierno a tratar de tomar medidas porque, además, todos los alimentos siguen subiendo a un ritmo superior del promedio del costo de vida. 

Los productores más grandes tienen espalda para amarrocar el trigo y esperar que el mercado local le convalide el salto internacional. Por la sensibilidad, parecen hijos de Putin.

Por eso esta semana es posible que se ponga en marcha el llamado “fideicomiso del trigo”, una medida que tuvo su mejor aplicación en el mercado del aceite durante los gobiernos de Cristina Kirchner y consiste en una compensación entre privados donde los exportadores financian el desacople del precio interno ante los aumentos del mercado internacional.

Es todo lo que hay por ahora, porque imponer retenciones móviles, que es lo que algunos piensan más adecuado por la emergencia global de comida más cara por un conflicto bélico, es una herramienta que por más que sea útil no pasaría en el Congreso por el recuerdo que trae sobre la experiencia de 2008.

Para pensar: cómo se queman herramientas al pedo en el kirchnerismo, eh. Por esa voracidad recaudadora de hace 14 años, hoy te tenés que coser la boca porque no podes nombrar la idea de poner derechos a la exportación crecientes a la par de la cotización del trigo. Y para pensar II: qué limitada una fuerza política como Juntos por el Cambio cuando se impone eslóganes tipo “no subimos impuestos”. ¿Y si es en un mundo en guerra y hay que tomar medidas excepcionales como esa, tampoco? Qué gilada.

El show de la mueca

Con este tipo de problemones como trasfondo, habrá esta semana una escena cumbre de la guerra fría del oficialismo. Ningún guionista de Netflix se atrevió a tanto. 

Cuando el martes se inauguren las sesiones del Congreso, aparecerán juntos por primera vez en público desde que se anunció el entendimiento con el FMI el presidente Alberto Fernández y la vice en jefe Cristina Fernandez. Ella hasta ahora no escribió ni medio tuit de respaldo al camino que está siguiendo la Casa Rosada. De hecho, el propio jefe de Estado admitió que tiene matices pero bueh.

A ver esas caras. Como en 2021, Alberto hablará con Cristina al lado, pero ahora en plena interna por el FMI.

Dado que una característica de Cristina es que no disimula desagrados, hay chances de que asistamos al show de la mueca cuando Alberto explique la refinanciación de la deuda heredada. ¿Y si repite el pedido a Rusia de que pare la mano en Ucrania? El feeling de la Jefa con Putin es histórico.

Para sumar a la transmisión picture in picture en el recinto estará ahora como diputado raso Máximo Kirchner, tras haber dejado la presidencia de su bloque por el arreglo con el organismo.

Además, la oposición puede protagonizar el show de la hipocresía, porque se entusiasma con críticas aún cuando la crisis que derivó en ir al Fondo Monetario Internacional nació de mala praxis de su gestión para resolver la herencia anterior del kirchnerismo.

Como sea, el plan del Presidente es poder defender su estrategia económica y con eso sostener a su ministro de Economía, Martín Guzmán, al tiempo que envía a Diputados casi en simultáneo el detalle técnico total del pacto con el Fondo. 

El plan del Presidente es poder defender su estrategia económica y con eso sostener a su ministro de Economía, Martín Guzmán.

Se anticipa otra escalada de cruces al interior de la coalición, visto lo que ya generó lo que el cristinismo filtró hasta ahora. Dos caminos ahí: más abstenciones, o planes B tipo la idea que el sindicalista Omar Plaini le llevó a Máximo en el PJ bonaerense de extender por 10 años el aporte de las grandes fortunas. Recaudaría -dice- el 62% de la deuda.

La hoja de ruta desde ahora es ajustada. La idea es que el titular del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo, Ilan Goldfajn, le ponga el gancho a los memorandos técnicos este lunes, así el martes Alberto ya anuncia que al día siguiente va al Congreso. 

. Lo de siempre. O se suben tarifas o se compensa el recorte de subsidios por otro lado, la clave del cierre de la negociación

Claro, por eso es un fin de semana de definiciones sobre cuánto se van aumentar las tarifas para bajar los subsidios. Si 60% como quiere el FMI, 40% en dos tramos como muñequea Guzmán o 20% con segmentación como impulsó el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, antes de tomarse un descanso en Villa Gesell el fin de semana largo. Destino: un apagón oscureció toda la costa el sábado a la noche.

Ojo, por la disparada de la energía en el mundo y los problemas internos de la coalición oficialista, en las últimas horas apareció la palabra “compensación”: qué nuevo ingreso o recorte extra ofrecería el Gobierno para tocar menos las boletas de luz y gas.

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