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Columnistas

Seis años sin Lohana Berkins: cómo se recuerda a las mariposas

Lohana Berkins

Por Feminacida

El 5 de febrero se cumplen seis años del fallecimiento de Lohana Berkins. Referente indiscutible por los derechos del colectivo travesti trans, Lohana militó las consignas de la comunidad LGBTTINBQ+ hasta sus últimas horas de vida. Convocó a amigues y compañeres de militancia al hospital y allí dictó sus últimas palabras, inmortalizadas en una carta dedicada a quienes se apropiaron de las consignas por las que ella vivió y luchó: “El tiempo de la revolución es ahora, porque a la cárcel no volvemos nunca más. Estoy convencida de que el motor del cambio es el amor”. A seis años de su partida, su espíritu continúa vivo en el corazón de las mariposas que defienden los derechos conquistados y pelean por su memoria. ¿Cómo es adecuado recordarla? ¿Por qué su legado es subversivo dentro y fuera de los feminismos?

Ni hombre ni mujer, travesti

“Yo no sé de qué tengo más orgullo, si de ser travesti o de ser salteña”, dijo Lohana Berkins en una entrevista a Ana Cacopardo para Historias debidas, el ciclo de entrevistas de Canal Encuentro. La pregunta sobre la identidad motorizó a gran parte del colectivo travesti de los años 90 en adelante, y fue al calor de esa organización que Lohana comenzó a encontrar el rumbo de una militancia que mantendría hasta sus últimas horas.

Desde el día que eligió el nombre con el que sería recordada, pasando por aquella anécdota en la que denunció discriminación a la Defensoría del Pueblo por no aparecer correctamente en la lista de la carrera en la que se había anotado, hasta formar parte del Frente nacional por la Ley de Identidad de Género, la Berkins se abrió paso a los derechos.

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Convencida de que la ignorancia era una condena perversa para las travestis, adquirió cuanta herramienta pudo de sus compañeras, quienes la formaron en las artes de la supervivencia y le heredaron sus estrategias para llevar el pan a la mesa. También de quienes poco a poco comenzaron a militar a su lado, compañeras con las cuales discutía los textos que aún hoy le quedan grandes al ámbito académico. Luego puso esos recursos al servicio de la lucha por la dignidad y la memoria del colectivo.

En las filas feministas

Pensar la apropiación travesti de las consignas feministas es interesante, no solamente porque amplía las redes del movimiento y lo previene de aplicar el mismo mandato biologicista que repudia, sino porque además permite complejizar las consignas relacionadas con la soberanía sobre el cuerpo propio. La expresión “mi cuerpo, mi decisión” pensada en términos de disidencia es una oportunidad para despatologizar y descriminalizar las corporalidades e identidades que trascienden “lo normal”, que no encajan en los modelos de cómo hay que ser y cómo se debe amar, aquellas verdaderamente revolucionarias.

“La primera bandera que nosotras sostuvimos como una demanda de derechos bien concretos es la del aborto. Ahí, otra vez, empezamos a tomar un tema que no nos era propio directamente, pero sí veíamos la demanda de la propiedad del cuerpo como un derecho absoluto, como dijo Lucy Stone en 1854: ‘No quiero el derecho a la propiedad y al voto si no puedo mantener mi cuerpo como un derecho inalienable’”, contó Lohana en una entrevista a Daniel Jones, en 2008.

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Así fue que cuatro años después de su muerte, cuando por fin la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo fue una realidad, en las filas feministas también festejaron las travestis y las trans, que desde las primeras veces que se levantó la bandera del aborto pusieron el cuerpo para sostener esa bandera. Y así es como los feminismos tienen la tarea de incorporar voces plurales que encarnen su discurso.

Lohana Berkins dijo en más de una oportunidad que el feminismo le había facilitado herramientas para pensarse por fuera de la binariedad hombre/mujer y construir y abrazar el cuerpo y la identidad. No sin denunciar, sin embargo, las resistencias dentro del propio movimiento a la incorporación de las travestis a sus filas (algunas de las cuáles pueden hallarse aún hoy). Lo cierto es que ella, junto con las travestis y trans que comenzaban a abrirse camino, devolvieron al movimiento todo eso y más: sembraron con su militancia implacable lógicas amorosas de trabajo, y una pregunta acerca del binarismo que hizo rebalsar las categorías históricas con las cuales pensar a la sociedad.

Luchar por la compañera

El silencio no fue una opción para Lohana Berkins y eso es tal vez lo que hace que su nombre aparezca en el recuerdo inmediato. Es casi imposible encontrar testimonios de quienes pelearon a su lado que no la mencionen. A pesar de la ausencia física, la historia feminista la devuelve una y otra vez al discurso vivo, y su nombre está en las leyes y los libros. ¿Por qué?

“La voz de Lohana saca del destierro al travestismo y construye un relato no sólo del ‘estar travesti’ en el mundo, sino también uno sobre las historias vitales de quienes tuvimos el privilegio de tenerla cerca”, cuenta Josefina Fernández, antropóloga y amiga de Lohana, en La Berkins. Una combatiente de frontera. Allí también recuerda el modo en que Berkins iniciaba las charlas que le dieron vida a esa biografía: “Prendé el grabador, quiero darle voz a La Pocha y a La Perica, quiero que se sepa de Katiluz y de la cacería policial, quiero que aparezca mi agradecimiento a Patricio por darme el primer trabajo y se conozca también nuestro mundo amoroso y que esté el feminismo, que me abrió la cabeza”.

“La comandanta de las mariposas”, como fue bautizada luego de su muerte hace ya seis años, comprendía que era necesario, en simultáneo a la lucha en la calle -por cierto, nada fácil para las travestis-, dar cuenta de cómo se había gestado el proceso colectivo.

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Alrededor de 30 años tendría cuando fundó la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT), para luego pelear durante una década hasta lograr el reconocimiento de su personería jurídica. Conocedora de la realidad travesti, trabajó hacia adentro del movimiento organizando espacios laborales como alternativas a la prostitución. Pero no se conformó con eso, sino que, además de ser parte activa de la militancia por los derechos de las mujeres y las disidencias, participó de la publicación de dos libros que son parte de la bibliografía obligatoria de los transfeminismos: La gesta del nombre propio y Cumbia, copeteo y lágrimas.

“Nos empezamos a dar cuenta que lo que pasaba en la comunidad travesti-transexual era que había toda una historia de una oralidad, pero que eso constituía un discurso unipersonal, individualizado. No había un relato colectivo de todo el recorrido de la lucha. Entonces nosotras pensamos cómo podíamos empezar a construir ese relato colectivo y a dar cuenta de todas las tensiones, los altos y bajos, los recorridos que hizo toda una comunidad para constituirse como tal”, afirmó Berkins en una entrevista con Daniel Jones.

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El nombre de Lohana Berkins aparece en las consignas del colectivo travesti trans y las disidencias en general porque ella fue parte de la primera línea que invitó a manifestarse en busca de los derechos arrebatados. Sus ideas todavía lideran el espíritu militante de un sector que es sometido a la violencia y no se doblega, resiste con lógicas de cariño y eso lo hace revolucionario. Las grandes conquistas de la comunidad abrieron puertas: la Ley de Identidad de género y la Ley de Cupo laboral Travesti Trans son herramientas para sobrevivir a la hostilidad en la que aún permanece gran parte del colectivo. Todavía la esperanza de vida de las travestis no supera los 40 años y el acceso a los derechos básicos como salud y vivienda se encuentra vulnerado. A pesar de la representación, incluso a nivel institucional, todavía la población travesti es de las más violentadas en la sociedad desde edades tempranas. La misma Lohana fue exiliada de su hogar siendo aún niña. La causa de muerte de la mayoría de ellas está relacionada con ese abandono del Estado, y ni los gobiernos, ni los feminismos, ni la sociedad pueden mirar ya para otro lado.

Por eso recordar la muerte de Lohana Berkins es recordar su recorrido. Su nombre está vivo en la memoria de la furia travesti, y en el arte que florece a pesar de la adversidad.

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