El barrio de La Boca emana arte. Se lo suele asociar a la zona de Caminito, el tango, los alrededores de la Bombonera, las casas pintadas de colores o los muñecos de Evita y Gardel saludando desde un balcón. Sin embargo, cruzando la Avenida Almirante Brown, el barrio ya no es tan colorido. Pero eso está cambiando. Pegados a la Autopista Buenos Aires–La Plata, en el dique 0 del puerto de Buenos Aires, están los Silos Areneros. Ahí trabaja el muralista Alfredo Segatori en su última obra: “El Sueño de Quinquela”.
Al llegar a su encuentro, Segatori saluda con sus manos manchadas de pintura y se dispone a comer unas pizzas en el histórico Banchero del barrio, el original. Con su característico carisma y frescura para socializar, el muralista comienza a relatar sus orígenes en el mundo del arte y cómo le dio una vuelta de tuerca para mezclar el muralismo con el arte urbano figurativo, cosa que para fines del siglo pasado, en pleno auge del graffiti, no era muy común. “Me veían como un sapo de otro pozo”, comenta a Diario Con Vos.
El 27 de noviembre pasado el muralista recibió una distinción como persona destacada de la cultura de la Ciudad de Buenos Aires, con la particularidad de ser el primero que viene del arte urbano. “Es un mimo, está bueno. Espero que repercuta también en toda la instancia de trabajo y sume a la hora de conseguir proyectos”, dice el creador de la Universidad del Arte Urbano.
El reconocimiento tuvo lugar durante la inauguración de “El Sueño de Quinquela” una obra homenaje a Benito Quinquela Martín que mezcla todos sus estilos: el “Exabrupto de Color”, la figuración y el reciclaje a través de la incorporación de materiales de desechos. “Quinquela es el principal referente del barrio. Su sueño era pintar todo el barrio de La Boca, y estamos acá por lo menos interviniendo en una zona en que no había nada y volvió a revivir un poco, porque estaba bastante brava”, comenta Segatori.
De Quinquela a Maradona
No es la primera vez que el artista se ocupa de homenajear al mítico pintor de La Boca. En 2013 hizo “El Regreso de Quinquela”, un mural que recibió el récord Guinness como el de más metros pintados por una sola persona: “No fue un objetivo. Empezó a crecer en metros, y con la persona que me llamó averiguamos que había un récord de 1.600 metros. Al año siguiente cruzamos la calle, hicimos otra manzana y llegamos a los 2.100. Ahí vinieron los medios y salieron notas por todo el mundo. Ese mural fue bisagra, y el del Diego también”.
Hace poco más de un año pintó “San Diego del Barrio de La Boca”, un mural en homenaje a Maradona que comenzó apenas se enteró de su fallecimiento. Se lo puede encontrar en Aristóbulo del Valle 50 -a la vuelta de los Silos Areneros-, cuadra que, el artista asegura, solía ser la más peligrosa del barrio, aunque ahora está más tranquila.
El muralismo figurativo con la técnica del aerosol no es el único estilo en el que a Segatori le gusta incursionar. También realiza obras con chatarra, un aporte a la militancia por el cuidado ambiental, al que llega de la mano de la cooperativa El Ceibo, donde tiene su taller. De esta manera realizó obras como “El Viejo” del bar Desarmadero, en Palermo, o “Mundo Cuadrado–Mundo Compactado”, al ingreso de La Rural y en El Dorrego.
Hace un tiempo viene trabajando en la serie “Exabrupto de Color”, que revaloriza algunos de los conceptos del expresionismo abstracto como la improvisación total, la mancha, o el gesto. “A la gente le gusta mucho. Es algo totalmente libre y muy simple, y la simpleza garpa”, asegura el muralista.
El arte urbano siempre es político en algún punto, porque estás abordando un espacio que le pertenece a todos, y eso significa personas que piensan muy distinto a vos.
“Trabajamos sobre estas estructuras minimalistas, verticales, de grandes dimensiones pero también con colores más de ahora, más pop. Este expresionismo abstracto quedó un poco demodé en el mundillo de las galerías, donde está de moda el conceptualismo, el pop y el realismo en el arte urbano. Yo lo traje de nuevo”, explica.
Dentro de esta serie comenzó también a realizar algunas performances, como cuando se pintó a sí mismo en cuarentena, o la “Perfo Urbana” en la que pintó a un grupo de casi 70 personas: “Salen de la pared personas que son pintadas, es algo bastante novedoso y creativo que llegó para quedarse”.
Alejarse de los conflictos
Durante la entrevista, Segatori resaltó varias veces lo positivo de la libertad que le permite esa técnica más improvisada y explosiva, a diferencia de los murales más figurativos, en los que siempre debe consensuar en algunos términos: “El arte urbano siempre es político en algún punto, porque estás abordando un espacio que le pertenece a todos, y eso significa personas que piensan muy distinto a vos. Entonces trato de que haya un respeto hacia el prójimo”, contó.
Por este motivo, dejó en claro que con este estilo prefiere alejarse de las polémicas y no bajar una línea con su arte. Por el contrario, se inclina por pintar cosas agradables, que no generen una resistencia de los vecinos, como el “Panda Pandemial” o la jirafa “Mirando Miranda”.
“Si estuviera pintando un linyera durmiendo, quizás la gente no querría verlo. ¿Para que concientizar de algo que está a la vista, para agregar pálidas? Ya hay mucho bajón. Trato de generar un momento de buena onda. Si hago algo en la calle me gusta que vuelva una instancia afectiva, una palabra de buena onda, de aliento”, explica.
Si estuviera pintando un linyera durmiendo, quizás la gente no querría verlo. ¿Para qué agregar pálidas?
En la misma línea, remarca que no cree estar en posición de generar conciencia social o política de manera directa a través de sus obras. Eso no significa no tomar una posición, sino evitar que su arte sea un manifiesto: “Creo que el arte plástico se tiene que abordar desde lo visual, el lenguaje es ese. Después está todo lo conceptual atrás, pero eso es más personal, y está bueno dejar que la gente haga su propio filtro. La reflexión está siempre”.
Para cerrar el año, Segatori realizará, junto a la Fundación Cultural Andén 2222 y Paseo de las Artes, una nueva edición de Lunática, una muestra colectiva anual de apoyo y promoción a las artes visuales en la que participan centenares de artistas, mezclando grandes maestros y artistas emergentes.