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Cultura & Espectáculos

Furia, de Cylo Mendoza: una versión latinoamericana de Sodoma y Gomorra

Por Jonas Schuvaks

La editorial Sigilo acaba de agregar un nuevo libro a su catálogo que se caracteriza por una literatura profunda y sutil. En este caso, es una novela de una joven mexicana, Cylo Mendoza, que se llama Furia. La versión en papel es una edición muy cómoda y tiene un arte de tapa interesante, de Citlali Haro, otra joven mexicana, que mezcla el collage con la pintura.

Podemos pensar que este libro se inscribe en una serie de relatos de los últimos años que proponen una vuelta al realismo mágico. Por momentos, leer Furia genera la sensación de estar frente a una nueva novela de García Márquez. Es una historia situada en un lugar inhóspito e incierto en el que la naturaleza, particularmente el desierto, se vuelve un personaje determinante en los acontecimientos. También aparecen hechos que mezclan las supersticiones con la brujería y la locura. 

Sin embargo, leer Furia no es lo mismo que leer un libro del boom latinoamericano. Han pasado unos 60 años y el mundo es diferente. Todas las marginalidades y los mestizajes a los que estamos acostumbrados en esos textos, en este caso, se ven atravesados por complejidades otrora sumergidas como la homosexualidad o las identidades trans. Aparecen mujeres que contagian a otras mujeres y les hacen dejar de desear a los hombres, personajes que se transforman en perros y muerden y violan como salvajes, y un ser dividido que es habitado a la vez, o de forma intermitente, por un hombre y por una mujer.

Aparecen mujeres que contagian a otras mujeres y les hacen dejar de desear a los hombres, personajes que se transforman en perros y muerden y violan como salvajes, y un ser dividido que es habitado a la vez, o de forma intermitente, por un hombre y por una mujer.

Toda la historia comienza con Vicente Barrera, un vendedor de hilos, que tiene una maldición en sus genes. Sus hijos están destinados a una vida rodeada de muerte y promiscuidad. Se pierden y se encuentran sin saberlo en medio de una guerra y un destino incestuoso. Uno de ellos se llama Juan y al principio de la novela se dice el origen de su nombre: soldado de Dios. Otro se llama Lázaro y nunca se aclara su significado. Sin embargo, la cruz cristiana que los atraviesa a ambos está presente. Lázaro, el pobre, el que renació, quizás tendrá distintas vidas. El otro deberá luchar para acabar con esta maldición.

Todo esto hace que leer Furia, de Cylo Mendoza (1993), se vuelva más que interesante. Es una novela cambiante, de relatos breves, que por momentos construyen casi una prosa poética en la que se describen pequeños gestos humanos o salvajes paisajes, y, a la vez, se entrama con historias profundas y crudas que atrapan y generan suspenso.

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