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Columnistas

La noche mágica de una campaña sin dólares

Por Jairo Straccia

Hacía falta una semana así, de circo y dolor. 

Tenía que llegar el punto en el que se dieran casi en simultáneo el arranque de una campaña electoral a pura chicana con la irrupción de un caso como el del músico Santiago “Chano” Moreno Carpentier, baleado en el abdomen en plena crisis por su adicción.

Quizás dramáticamente necesitábamos que coincidieran un desfile de bardeos superficiales de candidatos y precandidatos con un caso que sintetiza algunas de las preguntas sobre qué estamos haciendo con los problemas serios, como la salud mental o la formación de las fuerzas de seguridad que, ante la amenaza de un cuchillo, le tiran un balazo a un adicto. Así quedó expuesta la trampa del debate al que estamos asistiendo en este 2021 de pandemia en fade con la vuelta de nuestros karmas económicos y sociales de siempre.

Es un caldo en el que estamos todos por igual. El entretenimiento de la decadencia lo cocinamos con cruces de declaraciones falopa que generan rating, del que somos cómplices los periodistas. Picamos buscando que fulano le responda a mengano en nuestro programa para que, entonces, lo levante el portal sarasa que caza clicks, así después en la radio le citamos la declaración a perengano para que también lo ataque y así todo renzca rumbo a la nada.

Picamos buscando que fulano le responda a mengano en nuestro programa para que, entonces, lo levante el portal sarasa que caza clicks, así después en la radio le citamos la declaración a perengano.

A nadie se le ocurre dejar a la pasada una idea o al menos hacer una pregunta sobre cómo encarar los temas graves posta que reflejan el deterioro de una sociedad, que explotan en la cara cuando se descubre la historia de las vidas a la deriva, como los miles de Chanos de todas las clases sociales que viven al límite de sus penas acumuladas, o las miles de mamás de Chanos que sufren en el anonimato sin encontrar una red que las contenga y los miles de policías que disparan como respuesta al drama de los miles de Chanos.

Manes y desmanes

Cómo será la pérdida de tiempo que la Unión Cívica Radical, ese centenario sello con tradición de moderación o tibieza -según quién lo señale- lidera las zambullidas al barro nivel Juegos Olímpicos. La decisión del médico Facundo Manes de disputar la interna por la candidatura a diputado de Cambiemos/Juntos por el Cambio/Juntos en la provincia de Buenos Aires, los puso al palo. Como si hubieran salido del coma político en que los había dejado el fin del gobierno de Fernando De la Rúa en 2001 y la sumisión posterior al PRO en la experiencia 2015 y hubieran despertado en una especie de excitación por sobredosis de autoestima y ambición. 

El propio Manes hace gala de su falta de pasado y tira sin piedad hacia dentro de la oposición. No tiene nada que perder. Gerardo Morales, el gobernador de Jujuy que tiene unas ganas de 2023 que ni te cuento, sale por cuanta radio haya y dice que el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, otro José presidenciales, está bancando una campaña de desprestigio contra el médico o que es el pibe que cuando no le gusta el partido se lleva la pelota.

En el PRO, mientras ven cómo devuelven cada repregunta sobre por qué sus principales candidatos se cambiaron de lado de la avenida General Paz, tiran también magia vacía. Diego Santilli, el ahora precandidato bonaerense para entrar a la Cámara Baja, dice que “no cree en los domicilios” o se ríe de los tuits de su mechón rojo admitiendo que era su pelo, pero con el color retocado. Duran Barba vive. Cristian Ritondo, ladero de María Eugenia Vidal, ahora en la Ciudad de Buenos Aires, le dice a Manes que se calme, que no hacen falta más candidatos kirchneristas. Margarita Stolbizer, la novedad antigua en el manesismo (?), dice que ni sabía que estaba el ex barón peronista Jesús Cariglino en la lista que integró. Manes responde algo así como “qué querés, no se pueden importar noruegos”. La cosa sana.

El oficialismo se sienta a ver la interna opositora mientras hace control de daños en la coalición. Falta que armen un hospital de campaña para atender la cantidad de heridos que dejó la confección de las candidaturas, entre ministros que renunciaron por televisión, intendentes que están a las puteadas y movimientos sociales que sienten que los limpiaron lindo cuando vienen poniendo la cara para dar de morfar en plena disparada de la pobreza. Pero tampoco es tan dramático, si se compara con el tic tac de un escándalo difícil de dimensionar: las jodas en Olivos en plena cuarentena estricta del año pasado, un flanco que combina todo lo que el mundo de los medios y las redes necesita para vivir, y al que le faltan explicaciones oficiales mas allá de que quieran instalar el hashtag #Albertogatero.

La pasantía peronista

Como sea, haya debate serio o manden Twitter o los zócalos, el campeonato se juega en la economía. Junio está empezando a mostrar indicadores que llevan algo de alivio a la Casa Rosada, con cierta recuperación del ritmo de reactivación después de un par de meses donde la segunda ola había puesto freno al rebote tras la caída del año pasado. Y la apuesta del Gobierno es potenciar la expansión con más plata en la calle en el segundo semestre: reapertura de paritarias, bonos a la seguridad social y créditos al consumo.

Lo que pasa es que, por más que el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof, hable de que en el fondo se enfrentan modelos como el keynesianismo o el liberalismo, la Argentina está dominada por su propio paradigma argento: el mantacortismo, o cómo la escasez de dólares te patea en contra de las políticas que consisten en aumentar la cantidad de pesos que tenés en el bolsillo.

Mantacortismo. El Gobierno empuja el consumo en cuotas de bienes que le insumen dólares.

Lo han puesto en sus últimos informes economistas de distinto palo y con distintas palabras. “¿Se puede inflar la actividad y desinflar los dólares paralelos?”, se titula el último trabajo de la consultora PxQ, de Emmanuel Álvarez Agis. “Volver a la actividad pre pandemia, una carrera llena de obstáculos”, postuló la Fundación Mediterránea, en la mirada de Jorge Vasconcelos.

La Argentina está dominada por su propio paradigma argento: el mantacortismo, o cómo la escasez de dólares te patea en contra de las políticas que consisten en aumentar la cantidad de pesos que tenés en el bolsillo.

Traducción: no es sólo que si le devolvés Ganancias a los empleados mejor pagos la plata que inyecta el fisco se puede ir a las cuevas y el blue llega a $ 180; es que si lanzás 30 cuotas para que se vendan más heladeras, esas heladeras tienen adentro componentes importados que se compran con dólares de las reservas; y es también que si conseguís que una familia se pueda comprar más fideos porque le aumentaste el subsidio, la fábrica que se los vende agarra los pesos y los cambia dólares a través de la bolsa y así las cotizaciones paralelas se alejan de la oficial y esa llamada brecha cambiaría retroalimenta un círculo que nos viene licuando desde 2018.

En ese camino, esta semana pasó inadvertido el intento del Ministerio de Desarrollo Productivo de atacar el desempleo joven con un plan llamado “Te Sumo” que subvenciona la contratación de personal de 18 a 24 años por un año y también el entrenamiento laboral de hasta 6 meses por 4 horas diarias a cambio de $ 15 mil por mes. Otro tema que hubiese estado bueno prendiera para el debate los futuros legisladores. Sólo tomaron nota en sectores gremiales como la CTA donde se mostraron preocupados por el nacimiento de la pasantía peronista, lo que señalaron como la peor combinación de las experiencias laborales de las últimas décadas.

Está pasando