Martes, 07 de Mayo de 2024 Nubes 19.4 °C nubes
 
Lunes, 11 de Octubre de 2021 Nubes 19.4 °C nubes
 
Dólar BNA: $924
Dólar Blue: $1040
Columnistas

100.000 muertos por Covid-19: escribir para entender

Córdoba Covid Paciente Familia

Por Maxi Legnani

Escribo para entender. Para intentar romper dentro de mí la maraña de voces altisonantes, violentas, mezquinas políticamente, irrespetuosas ante una tragedia humanitaria como la que seguimos viviendo.

Es demasiado lo que pasó, y mucho más lo que se dijo y arguyó.

Pero bien, comencemos:

1) Tengo la (dolorosa) sensación de que, en medio de las mezquindades políticas, hemos perdido de vista la dimensión de la tragedia que vivimos como humanidad: lo que no sucedió (por ejemplo: nunca hubo muertos apilándose en las calles, como -se dijo- iba a suceder) se da por sentado, como si siempre nos correspondiera a los argentinos un derecho divino de privilegio.

2) Argentina pudo haber extendido el ASPO demasiado. No lo sé. Tengo argumentos para decir que sí y que no. Porque los hay. Y no me atrevo a sentenciarlo en ningún sentido porque no tengo el conocimiento necesario para hacerlo. Desde el punto de vista económico -y arrastrando un crisis feroz-, fue de enorme impacto. Pero, ¿podríamos haber enfrentado aquella primera ola como estábamos? Creo que todos sabemos que no. Con la mirada retrospectiva, las decisiones pueden ser divergentes a las que se tomaron. Pero...

Es nuestro desafío moral observar quiénes son los que hicieron las cosas bien, porque lo otro quedó demasiado expuesto.

3) Hubo errores y contradicciones. Hubo discursos en un sentido y acciones en otro. Esto le cabe a los diferentes Gobiernos, independientemente de sus aciertos y errores objetivos, y -fundamentalmente- del apoyo mediático que tienen, o del que carecen.

4) No estábamos preparados y nos creíamos que sí. Quizá el desconocimiento, la soberbia de creer que todo debe funcionar bien en una pandemia nos hace olvidar que el país venía roto en muchos sentidos, y en otros tantos lo sigue. Pienso en el insultante nivel de ingresos de la mayoría del personal de salud, verdaderos héroes y heroínas en este contexto, y me vuelvo a preguntar: ¿se tomarán las decisiones políticas de pagarles lo que corresponde? La Ciudad tuvo paro ayer y anteayer por esta cuestión.

5) Creo, como me dijo en una entrevista Mauricio Kartun, que la pandemia no nos modifica demasiado: profundiza y evidencia lo que somos. Un zoom-in. Un rey desnudo, cada uno de nosotros y nosotras.

6) Faltó empatía con el dolor y los padecimientos. Esto le cabe al 90% de los personajes públicos, incluyendo políticos, claro. Incluyendo a quienes se mostraron desde su peor costado posible.

Las convocatorias a movilizarse no-importa-a-favor-de-qué en plena pandemia, hayan tenido mayor o menor impacto epidemiológico, son  una huella de inmoralidad de los agitadores.

7) Duelen ciertas imágenes, ciertas contradicciones: las convocatorias a movilizarse no-importa-a-favor-de-qué en plena pandemia son (hayan tenido mayor o menor impacto epidemiológico) una huella de inmoralidad de los agitadores.

8) La pequeñez política. Exabruptos, denuncias, haber retado a la ciudadanía, haberle hecho creer que alguna vacuna era veneno o que vencía (con resultados de alto impacto hasta hoy) son parte de una náusea inevitable que no pueden sino generar muchos "dirigentes".

9) Hubo mucho, pero no alcanzó. Hablo del apoyo a comerciantes, que venían tambaleando en los últimos años. La fatalidad y lo inevitable de la pandemia (no viajar por turismo) nos deja abierto el interrogante sobre si no pudo haberse hecho más.

10) La educación. La hipocresía de quienes la desfinanciaron y la errancia de quienes la conducían: desde el capricho judicial hasta la extensión por demás, y sin argumentos del todo claros, de la virtualidad.

11) La falta de empatía. Me vuelve esto. Me vuelve esta sensación de que poco nos pusimos en el lugar de quienes la peleaban con un respirador y de otros que tenían que asistirlos, ahogados de ropajes especiales y de una entrega que, nobleza obliga, ojalá tengamos nosotros.

La pandemia se llevó mucho y nos dejó mucho. Nos dejó vacíos, ausencias, dolores, enseñanzas profundas a las personas y también a quienes tienen deberes públicos. Muchos, en aquellos lugares, hicieron labores que poco hemos mencionado y valorado. Pero han sido fundamentales. A veces, disueltos en el efectismo de los discursos políticos-mediáticos. Y es nuestro desafío moral observar quiénes son los que hicieron las cosas bien, porque lo otro quedó demasiado expuesto. Decía eso Chesterton, aunque sea muy duro decirlo ahora, también corresponde: "Lo que está mal en el mundo es que no nos preguntamos lo que está bien". Quizá, como sobrevivientes, debamos hacer algo con todo esto. Lo que se decía al principio, en marzo de 2020: salir mejores.