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#NiUnaMenos: 6 años de una lucha que continúa

Por Feminacida

Se cumplen 6 años de aquel acontecimiento que convocó a más de medio millón de personas bajo las consignas de “Ni Una Menos” y “Vivas nos Queremos”. En este período de tiempo, que va del 2015 al 2021, hubo 1.733 femicidios, según los datos del Observatorio “Adriana Marisel Zambrano”, de La Casa del Encuentro.
Como cada 3 de junio volvemos a embanderarnos con estas palabras que cambiaron la historia de Argentina y de la región, e impulsaron el protagonismo de las mujeres y las disidencias en el escenario político. Sin embargo, es preciso mantener la mirada crítica para prevenir el dogmatismo y promover un movimiento feminista amplio, que abone a la diversidad y la garantía de los derechos de todes. ¿Qué significa hoy Ni Una Menos? ¿Qué hitos marcaron la historia de este movimiento y qué demandas quedan por saldar? ¿Cómo continúa la lucha luego de haber conquistado el derecho a la Interrupción Voluntaria del Embarazo? ¿Cómo se organiza el movimiento en un contexto donde la tasa de femicidios y travesticidios continúa siendo preocupante? 

Los inicios

El femicidio de Chiara Páez, una adolescente de 14 años que estaba embarazada y fue asesinada por quien había sido su pareja, no fue la gota que rebalsó el vaso, sino aquella que dio origen a la marea que días después inundó las calles de todo el país. El 11 de mayo de 2015 Argentina amaneció con la noticia de que Chiara había sido encontrada enterrada en la casa de Manuel Mansilla, su femicida. Menos de un mes después, el 3 de junio, el nudo que atravesaba la garganta de la sociedad se desató en un grito, y las voces de miles de personas se unieron en un reclamo:  "Ni una menos, vivas nos queremos". 

El movimiento nació del hartazgo por la violencia machista y en esa doble consiga dio cuenta del quid de su propósito: por un lado, denunciar los femicidios y transfemicidios que suceden a diario, y por el otro, sostener que no sólo se levantan consignas contra la muerte, sino que desde el movimiento se proponen y desean proyectos de vida donde podamos ser libres, íntegras y soberanas

“Desde hace 6 años Ni Una Menos tiene una influencia fundamental dentro de los movimientos feministas por la posibilidad de ampliar las bases y de volver sus reivindicaciones, luchas y consignas un saber popular”, asegura Marta Dillon, periodista, militante y fundadora del movimiento. “Esta fortaleza primera se advierte en las últimas revueltas populares en Chile, Colombia, Ecuador y Brasil, donde los feminismos han tenido un protagonismo enorme, no sólo en las calles, sino en el diagnóstico de las crisis socioeconómicas, basado en una lectura feminista de las realidades sociales”, agrega. 

Ni Una Menos tiene una influencia fundamental en los movimientos feministas por la posibilidad de ampliar las bases y de volver sus reivindicaciones, luchas y consignas un saber popular” (Marta Dillon, fundadora)

El colectivo se reconoce como parte de un movimiento histórico y diverso. Con sus muchas expresiones regionales “tuvo y tiene hitos organizativos fundamentales en las tres décadas de Encuentros Nacionales de Mujeres y en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, seguro y gratuito. También se reconoce en las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, en las mujeres revolucionarias que fueron sus hijas, en los movimientos LGBTIQ+, en las que se organizaron en sindicatos y en las piqueteras, en las mujeres migrantes, indígenas y afrodescendientes y en la larga historia de luchas por la ampliación de derechos”, tal como señala en su carta orgánica.

La jornada de lucha del 3 de junio se repitió anualmente desde su rito inicial. Incluso el año pasado, en pandemia y con la imposibilidad de movilizarnos a la Plaza del Congreso de la Nación, se organizó desde la virtualidad. Este año convocan a un “cartelazo” llamando a quienes quieran sumarse a colocar en sus puertas, ventanas, balcones y redes sociales carteles que den cuenta de la gravedad de la violencia machista en todo el país e inviten a visibilizar y reflexionar al respecto.  Además, se transmitirá una Asamblea feminista latinoamericana organizada por el colectivo por el canal de YouTube de Ni Una Menos hoy a las 19 horas.

Los logros

El Ni Una Menos fue un punto de inflexión que evidenció problemáticas que históricamente interpelaron a los feminismos. Sin dudas, uno de los mayores cambios que se generaron a partir del 2015 fue la masividad que tomaron estos reclamos, y la capacidad de organización para llevar adelante acciones concretas que atendieran las distintas demandas. Desde entonces, el compromiso social creció, y la organización de quienes habían llevado a cabo los reclamos hasta ese momento, junto con la potencia de una juventud encendida, lograron materializar la pelea en acciones concretas, en busca de una sociedad más justa. 

En 2016 se presentó el primer Plan Nacional de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, cuyo objetivo era monitorear e implementar políticas públicas orientadas a combatir la violencia de género, así como la construcción de estadísticas oficiales.

Foto: Micaela Arbio Grattone.

Con la urgencia de visibilizar la violencia machista más extrema para dimensionar la gravedad del asunto e incitar a que se avance en políticas públicas que cambien esa realidad, distintas organizaciones sociales empezaron a recabar información de los medios de comunicación para elaborar relevos y datos sobre los femicidios de todo el país. Entre ellos, hoy están el Observatorio Ahora que sí nos ven, la Casa del Encuentro, el Observatorio Lucía Pérez y Mumalá.

Entre 2008 y 2014, antes del primer Ni Una Menos, el Observatorio de Femicidios Adriana Zambrano, de la asociación La Casa del Encuentro, había registrado 1.808 víctimas de femicidios. Hoy, a seis años de la creación del movimiento, el mismo organismo contabilizó 1.773 mujeres asesinadas por el solo hecho de serlo entre 2015 y 2021. Los últimos números, publicados por el organismo el martes pasado, aseguran que desde el 1° de enero hasta el 29 de mayo de este año fueron cometidos 103 femicidios, 1 cada 35 horas, y 4 transfemicidios. 

Como parte de las luchas que se volvieron ley, desde los feminismos se conquistó la Ley Brisa (27.452) en 2018, que otorga una reparación económica equivalente a una jubilación mínima para hijxs de víctimas de femicidios (entre 2015 y 2021 hubo 2015 niñxs que se quedaron sin su madre por la violencia machista).

Desde 2018, cuando el aborto legal se trató por primera vez en el Congreso, la marea verde se convirtió en una metáfora viva, que instaló la discusión del derecho a decidir sobre el propio cuerpo tanto en el espacio público como privado.

Un año después, a raíz del femicidio de Micaela García, una joven militante del Movimiento Evita asesinada en 2017 en Gualeguay, Entre Ríos, se peleó y conquistó la Ley 27.499, que lleva su nombre. La misma se promulgó en 2019 y establece la capacitación obligatoria en género y violencia de género para todas las personas que se desempeñan en la función pública. Aún resta lograr su implementación efectiva y que se amplíe a otros sectores, como los medios de comunicación.

Otro de los hitos que se obtuvo gracias al impulso colectivo fue la visibilización, debate y sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Desde 2018, cuando se trató por primera vez en el Congreso, la marea verde se convirtió en una metáfora viva, que instaló la discusión del derecho a decidir sobre el propio cuerpo tanto en el espacio público como privado. Gracias a la fuerza del movimiento, el 30 de diciembre de 2020 se aprobó la Ley 27.610. 

Dillon señala: “La lucha nunca fue sólo por el aborto legal ni empezó con el aborto legal. La lucha sigue igual que antes, por suerte tenemos una pelea ganada a favor de nuestra libertad y de nuestros derechos, como mujeres y personas gestantes”.

A partir de la victoria del Frente de Todos en 2019 y la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad Sexual -tanto a nivel nacional como provincial- se materializó institucionalmente una de las luchas que tiene que ver con la representatividad y participación de las mujeres y disidencias dentro del terreno político. Aún así, la conquista de este espacio es en realidad un punto de partida hacia la construcción de políticas públicas que no sólo estén destinadas a mejorar nuestras vidas, sino pensadas e implementadas desde nuestro lugar de sujetxs políticxs. 

Lo que resta

Si bien el camino recorrido es largo, todavía quedan muchos espacios por disputar y conquistas por lograr. La emergencia en materia de violencia de género es alarmante y es sabido que la pandemia puso, aún más, en peligro a quienes ya se encontraban en situaciones de vulnerabilidad

“Tenemos el enorme desafío de conjurar la precariedad de nuestras vidas, de terminar con la violencia machista, de pensar las alianzas con los movimientos ecologistas y cómo dialogan con movimientos indígenas y de proyectar cómo vamos a vivir. Nuestra agenda sigue siendo antirracista, anticapitalista y antipatriarcal; y, sobre todo, de la protección, del deseo y la desobediencia”, describe la periodista.

Foto: Catalina Filgueira.

A seis años de la primera concentración del Ni Una Menos, siguen sin cumplirse algunos de los puntos del petitorio que realizaron en ese entonces las referentes del movimiento. La necesidad de un Registro Oficial Único de víctimas que sea articulado y sistematizado por el Estado es, todavía, una deuda pendiente. 

Además, resta la implementación efectiva de la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos, consigna que se reforzó con la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. 

Este año, los ejes sobre los que se convoca a visibilizar giran en torno a la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans con su respectiva reglamentación e implementación en todo el territorio nacional; la implementación efectiva de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo; la Reforma Judicial Feminista para una justicia que nos proteja a todes; la aparición con vida de Tehuel a más de dos meses de su desaparición; la vacunación y salarios para promotorxs de género, trabajadorxs estatales y esenciales; y basta de violencia económica de las corporaciones: no hay soberanía de lxs cuerpxs sin soberanía alimentaria.

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