Llega el frío y muchas personas recomiendan tomar agua caliente por diversos motivos. Pero este pequeño ritual tiene sus orígenes en la tradición y la medicina china. Se remonta a mucho tiempo atrás cuando se creía que padecer una enfermedad respondía a tener un flujo inadecuado de la fuerza vital.

Según la creencia, tomar un vaso de agua caliente o tibia es saludable ya que ayuda a hacer la digestión y combatir la congestión, además de reducir los niveles de estrés. Y aunque la cultura china es la principal defensora de este ritual, existen otros estudios científicos que respaldan sus beneficios.

De acuerdo a estos estudios, alivia la congestión y combate el resfriado. ¿Cómo? El agua caliente servida en una taza genera vapor, al sostenerla cerca de la nariz e inhalarla profundamente supone romper con la congestión.

Por otro lado, este ritual ayuda al sistema digestivo. La temperatura del agua ayuda a mejorar el movimiento intestinal, para que sean más regulares, y, a la vez, a suavizar las heces. ¿El resultado? Un remedio eficaz para aliviar el estreñimiento.

Finalmente, mejora el sistema circulatorio ya que ayuda a relajar los músculos, contribuye a reducir el estrés y aumenta la sensación de relajación. En consonancia, hidratarse de esta manera se traduce en un mejor funcionamiento del sistema nervioso central.

De esta forma, tomar agua caliente trae varios beneficios para la salud: desde la mejora digestiva, el alivio del resfrío y el estrés hasta la purificación del organismo de toxinas. Todos estos beneficios se derivan de la capacidad del agua caliente para activar el metabolismo, facilitar el tránsito digestivo y contribuir al bienestar general del cuerpo.