En las últimas horas se viralizó un video poco conocido de Martín Palermo en el que convertía un gol desde un edificio a otro. En el marco de una publicidad de Gillette y Head & Shoulders For Men previo al Mundial 2010, el Loco se animó a un reto muy particular. A 157 metros de altura y con un viento a 120 kilómetros por hora, el exfutbolista de Boca hizo posible lo imposible.
De esta forma, Palermo el secreto para lograr todas sus metas: "Hay una sola forma de lograr un desafío como éste y es con confianza en uno mismo. No podés dudar, hay que poner determinación, coraje y pasión. Porque, al igual que en la cancha y en la vida, hay que dejar todo y animarnos a desafiar nuestros propios límites".
Con una campaña de Gillette & Head & Shoulders For Men que consistía en premiar con viajes a Sudáfrica y camisetas de la Selección Argentina a aquellos que quieran desafiar los límites como Palermo, el Loco demostró que todo es posible. "Ahí vemos al irresponsable de esta locura", se escucha al principio del video mientras enfocan a la mente maestra de este reto.
Luego se lo ve al Titán con la camiseta de la Selección Argentina perfilándose de zurdo para patear una pelota desde la terraza de un edificio. Lo curioso es que desde otro edificio se observa un arco de fútbol. Además, el cielo nublado y las intensas ráfagas de viento provocan que la pelota no se quede quieta.
"¿No hay una tapita de gaseosa para parársela? Ahí va, toma carrera Martín", se oye de fondo. "Espera que pare un cachito el viento. Pero mira la red como me frena mucho hasta allá. ¡Frená un poquito, viento!", se queja Palermo.
Después de unos segundos, el exfutbolista (quien en ese momento aún se encontraba en actividad), se decide por patear al arco. Lamentablemente el viento frena la pelota y se queda corta. Sin embargo, el Titán tendría un segundo intento.
"Ya lo tiene. ¡Esta es la que vale! ¡Esta es la que vale, lo tiene, lo tiene!", advierte el conductor. Finalmente, el Loco corre hacia la pelota y le da un zurdazo impecable. Poco le importó estar a 157 metros de altura o que las ráfagas de viento superen los 120 kilómetros por hora. Palermo tenía en la mira el arco y eso era lo único que importaba.
La pelota ingresa en el arco y la terraza del edifico es una fiesta. Todos celebran. Palermo volvió a hacer posible lo imposible. El hombre con una carrera de película volvía a escribir una historia más en su guion. Por si fuera poco, meses después la vida le regalaría otro momento inolvidable: convertiría su primer gol en un Mundial.
