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Sociedad

Cuando el victimario también es la Justicia: Fueron víctimas de una secta, los encarcelaron y ahora están por liberar a sus explotadores

El lugar donde operaba la secta Seshen.

C.U. fue víctima de Álvaro Aparicio Díaz y Carolina Laura Cannes por más de 10 años, en el marco de la que se conoció como secta de los “sanadores egipcios” o “Fundación Seshen”. Prometiendo enseñanzas ancestrales y terapias sanadoras, los “maestros” forzaban a sus “estudiantes” a duras y extensas jornadas de trabajo, les cobraban altísimas sumas de dinero constantemente y los manipulaban emocionalmente para aislarlos de sus seres queridos, hasta que también los aislaron físicamente en un campo de Pozos Azules.

Cuando en lugar de reconocerlo como víctima de la secta, la Fiscalía de Villa Cura Brochero resolvió acusarlos a él y a otras seis personas de integrar una “asociación ilícita” junto con sus tratantes, C.U. fue preso por un año y medio y la carrera laboral que había construido por más de una década se redujo a cenizas en lo que se redacta un telegrama de despido. Mientras tanto, lejos de ofrecer esperanzas de libertad y reparación, los funcionarios judiciales quisieron hacerlo confesar un delito que no había cometido y resolver con un juicio abreviado, cosa que, al parecer, en Córdoba es más común de lo que se cree.

“Yo empecé a hacer terapia vincular con mi pareja y terapia personal, él como psicólogo y yo como su paciente. Estamos hablando del año 2013”, recuerda C.U. en referencia al tratamiento que comenzó a recibir de parte de Álvaro Aparicio Díaz, quien ahora está preso en Córdoba por el delito de trata de personas y podría quedar en libertad el próximo 17 de marzo si la causa no es elevada a juicio. “En el 2012 yo empecé a trabajar en una multinacional”, retrocede a continuación.

Cuando en marzo de 2021 cayó preso, la firma para la que trabajaba accedió a mantenerlo un tiempo en su puesto, hasta que finalmente lo despidieron y dejaron a su reemplazo en su lugar de forma permanente. Con ese despido se esfumaron la estabilidad económica y la prometedora posibilidad de ascender en la empresa. Para él, el mayor daño económico vino de parte del sistema judicial, porque a pesar de que Aparicio lo “iba desplumando de a poco”, quitándole lo que ganaba en su trabajo, lo que provocó el despido fue precisamente el encarcelamiento. 

Ahora estoy viviendo como de prestado, estoy en un departamento, alquilándolo a la familia de mi cuñada. Trabajo como personal trainer cobrando la jornada y mi viejo por ahí me tira plata. Con lo que sale voy haciendo changas, como quien dice, pero me pasó eso, que los 12 años de trabajo bien remunerado yo no los puedo recuperar y volví a fojas cero con 46 años”, lamenta y evalúa sin dudarlo que “lo peor” con lo que se encontró desde que cayó en manos de la secta “ha sido la Justicia”.

Lo peor ha sido la Justicia.

Cuando fue acusado de asociación ilícita por la cuestionada fiscal Analía Gallarato, creyó encontrar quien lo defendiera en un abogado de su barrio. Sin embargo, “cuando me di cuenta él también estaba metido en la Justicia de la provincia, queriendo que yo pida un abreviado, que levante la mano y me deje de culpar. En ese primer mes de prisión preventiva me dio la idea de que no se podía hacer nada”

Por aquel entonces, se encontró con una solicitada publicada en el diario La Voz que parecía describir su situación a la perfección. “Justicia de Córdoba, ¿dónde estás?” se titulaba el comunicado publicado el 26 de septiembre de 2021. Allí, los ciudadanos cordobeses reclamaban saber “por qué no se respeta la presunción de inocencia de las personas acusadas”, “por qué la prisión preventiva es la norma y no la excepción en la provincia” y “por qué una persona puede llegar a estar detenida hasta tres años sin que se inicie su juicio”, entre otras cuestiones.

Se dice que es una negociación entre tu abogado defensor y el fiscal, hay un arreglo económico ahí”, explica C.U., que inmediatamente sospechó que su representante era uno de esos “vinculados con la Justicia de Córdoba, que se manejan haciendo plata”. “Les dije a mi papá y a mi mamá ‘yo voy a quedarme los tres años que dura, pero le sacan ya el poder a este chico’”. A la mitad de ese período, las víctimas lograron que la causa pase al juzgado federal a cargo del magistrado Miguel Hugo Vaca Narvaja y salieron en libertad.

La fiscal Analía Gallarato, quien investigó la secta originalmente.
La fiscal Analía Gallarato.

En este mismo sentido, C.A., otra de las víctimas, recuerda “la realidad cotidiana y espantosa de la cárcel”, donde “está lleno de personas esperando un proceso, esperando un juicio e incluso inocentes cumpliendo condenas injustas”. De su año y medio en el sistema penitenciario, ella recuerda “la corrupción que hay ahí adentro, los abusos constantes, la humillación”.

“Estamos engañados porque no somos conscientes de la desprotección jurídica en la que vivimos, de la cantidad de gente que está condenada por dichos, cuando la ley expresamente prohíbe ese tipo de condenas. Es decir, no hay pruebas y la gente cumple condenas. Y ahí puede ser que algún abogado, tal vez inescrupuloso o tal vez desesperado, trate de salvar o de rescatar a una víctima con lo único que te puede admitir la Justicia, que es que si dicen que sos culpable, mejor que digas que sí y que salgas por buena conducta, cosa a lo que nos negamos todos, todo el tiempo. Ninguno quería tener que asumir algo que no hizo”, señala.

Las amenazas y los castigos eran moneda corriente. “Yo estuve castigada por el sistema penitenciario en el pabellón de reincidentes cuando no era el alojamiento que me correspondía. Y me mandaron castigada porque me explicaron que era porque me gustaba ‘mandar papelitos a tribunales y llamar a los derechos humanos’. Y también me dijeron que no pidiera nunca nada porque la respuesta iba a ser siempre no. Y que tuviera cuidado con lo que hablaba con mis amigos o con mis familiares porque ahí adentro la única verdad era la que escribían ellos mismos, no la que yo contaba”, recuerda. También le negaron asistencia psicológica y psiquiátrica de calidad.

Si dicen que sos culpable, mejor que digas que sí y que salgas por buena conducta, cosa a lo que nos negamos todos, todo el tiempo. Ninguno quería tener que asumir algo que no hizo.

Las irregularidades componen una lista interminable y C.A. se encarga de enumerarlas con la entereza de una víctima que tuvo que reconstruirse e informarse por su propia cuenta. “El hecho de que se venzan los plazos, y de que la prisión preventiva finalice el 17 de marzo, está relacionado con que, de esos tres años, un año y seis meses la Justicia de Córdoba, la provincial, se negó a pasar la causa al fuero federal. Primero, no reconoció el delito. Segundo, confundió víctimas con victimarios. Tercero, no se atuvo a las pruebas. Cuarto, no hicieron pericias psicológicas. O sea, errores un millón. Por eso también sospechamos que no son errores”. 

“Desde que tomó la causa el juez Vaca Narvaja -continúa C.A.- todo su accionar ha sido absolutamente irreprochable, intentó hacer todo con la celeridad que marca la ley. Pero se encontró con muchas dificultades. Porque en la provincia ni siquiera le entregaban la causa, las pruebas. De hecho, no nos ha podido devolver ni restituir nuestras pertenencias cuando sí era su intención. Porque estaban desordenadas, sin etiqueta, no sabían qué era qué. Muchas de las pruebas ni siquiera habían sido revisadas. Y también intentaron elevarnos a juicio a las propias víctimas sin haber terminado de analizar esas pruebas”.

Miguel Hugo Vaca Narvaja, actualmente a cargo de la investigación de la secta Seshen.
Miguel Hugo Vaca Narvaja.

A esto se suman dos datos alarmantes. Primero, Carolina Laura Cannes, cómplice de Aparicio y su mano derecha en el liderazgo de la secta, goza de prisión domiciliaria desde diciembre sin que las víctimas hayan sido notificadas. Segundo, Máximo, uno de sus hijos, jamás estuvo detenido a pesar de haber colaborado con sus padres y de haberse hecho cargo del “negocio familiar” tras la captura de ambos. “El 29 (de diciembre) a las 13:50, 10 minutos antes de que comenzara la feria, la Cámara (de Apelaciones) había dado la orden de otorgarle ese beneficio a Cannes sin ninguna otra explicación”, reconstruye C.A.

Y añade, rememorando las conversaciones de un chat que ella integraba: “El hijo, que fue declarado inimputable, asume el mando y el liderazgo y dice que a partir de ahora es el maestro que está a cargo. Prohíbe que circule otro tipo de información, prohíbe a las personas que lean los diarios, que lean las noticias, dice que el único punto de información va a ser lo que él diga y lo que diga el maestro. Cuando hicieron los allanamientos encontraron en su habitación libros sobre cómo liderar una secta, o sea, se dedicaron a estudiar para hacer todo esto”. Entre las pruebas que se aportaron a la Justicia, hay audios de Aparicio dando instrucciones a su hijo sobre cómo hacerse pasar por inimputable y para que escondiera altas cantidades de dinero.

No puedo dejar de pensar, tengo la fecha del 14 como un plazo mortal en mi vida, porque realmente si ellos salen en libertad yo no encuentro cómo vivir acá. No encuentro cómo vivir con el pánico, con el terror de cruzármelos en la calle.

Ninguna de estas pruebas parece haber alcanzado para la Fiscalía de Villa Cura Brochero, a cargo de Gallarato. 

Por su parte, refiriéndose a los “maestros” que lideraban la secta, C.U. alerta que “estamos hablando de gente poderosa” que hizo altísimas sumas de dinero “por ser manipuladores y por haber estafado a muchísima gente”. En esa línea, recuerda que cuando asistía a los encuentros de la Fundación Seshen había “muchísimas personas” de varias provincias y que muy posiblemente superaban, al menos, las 400”. Dicho esto, dice “no poder aceptar que le den libertad” a Cannes y que ni ella ni su esposo y su hijo reciban la condena que merecen.

También reclama un juicio contra la fiscal Gallarato, quien por haberlo apresado por un año y medio siendo inocente, y teniendo enfrente sobradas pruebas de que se trataba de un delito de trata, destruyó su trayectoria laboral llevándolo “a la indigencia”.

Una mirada "desde afuera"

Al coro de reclamos contra los “maestros” de la secta Seshen se suma G., un casero que reviste la particularidad de haber atestiguado el accionar de Aparicio desde afuera, dado que no se acercó al clan en calidad de “estudiante” o “paciente” sino como empleado. G. conoce a Aparicio desde hace más de 20 años. “Muy estricto, muy exigente, había que hacer lo más que se pueda, él tenía la última palabra y siempre definía toda decisión”. Así es como caracteriza al “maestro”.

Su testimonio indica, además, que Aparicio se manejaba de forma irregular y abusiva también con sus empleados. A principios de los 2000, “le pedí unos días para arreglarle el techo de la casa de mis padres en la sierra y se negó. Le  dije que los necesitaba y me dijo ‘si te vas no te pago’, y me fui lo mismo. No me pagó”, rememora el casero, quien entre otras cosas se encargó de construir la emblemática pirámide en la que el tratante celebraba iniciaciones y otros rituales.

Cuando llegó el aislamiento social con la pandemia, G. había vuelto a trabajar para Aparicio y la secta convenció a sus “estudiantes” de que el fin del mundo se aproximaba, por lo que debían recluirse en el campo de Pozos Azules. “Eran seis o siete personas, eran como una sociedad donde todos los meses ellos ponían una cierta cantidad de dinero, aparte de trabajo, pero mucho trabajo, muchas horas. Eran trabajos muy duros, porque había que desmontar, había que hacer alambrados, había que hacer corrales, había que construir, y había que juntar la fruta para hacer dulces, era duro”, relata.

Eran trabajos muy duros, porque había que desmontar, había que hacer alambrados, había que hacer corrales, había que construir, y había que juntar la fruta para hacer dulces.

Para el momento en que finalmente Aparicio, Cannes y sus víctimas cayeron presos, y mientras su hijo Máximo los visitaba en el penal de Bouwer, G. se quedó a cargo del cuidado del campo. “Yo empecé a gastar mis ahorros, porque empecé a comprar comida para los animales, medicamentos, no me podía tomar mis francos, mis hijos me llevaban comida para mí, estaba solo”. Llegado un punto, se enfermó de coronavirus y el clan lo echó: “Nunca más me pagaron el tiempo que lo acompañé a Máximo y les cuidé la casa mientras Máximo iba a Bouwer a visitarlos. No me pagaron nada, ni esos tres meses de trabajo, ni los francos, ni nada”.

Caer en una secta: "La víctima no es un objeto ni una persona estúpida que se dejó engañar"

- ¿Qué le están reclamando a la Justicia en este momento?

- C.A.: Varias cosas. En principio, que realmente nos escuchen. Por mucho tiempo no fuimos vistas como lo que realmente éramos, víctimas. Y comprendemos que hay derechos, que hay garantías, que están justamente destinadas a que esto no suceda. A que la víctima no es un objeto ni una persona estúpida que se dejó engañar. Es una persona que fue elegida y que sufrió un proceso de transformación para ocupar el lugar de la víctima. Además de tener que desandar este camino, también nos encontramos con un montón de prejuicios.

- ¿Cómo te diste cuenta de quién era Aparicio realmente y de que eras víctima de una secta?

- Estaba teniendo tics, insomnio, episodios de angustias graves, de crisis de ausencias. Todo esto era por la presión que estaba viviendo ahí adentro. Y mi psiquiatra lo pudo identificar. Y ella ya me había preguntado varias veces, por ejemplo, si yo podía irme. Yo le decía que era un grupo de autoayuda, que era mi maestro, que sabía un montón, que yo quería aprender. Y la psiquiatra no me lo negaba, pero me preguntaba todo el tiempo si yo podía irme. Me planteó varias veces opciones o formas de tomar distancia. Y no podía. Y me daba cuenta que cuando yo intentaba tomar distancia, las represalias eran tan grandes que terminaba aceptando, digamos, el castigo menor. Porque era o castigo menor o castigo mayor. Esas eran mis opciones. 

Secta Seshen
Carolina Laura Cannes, Álvaro Aparicio Díaz y su hijo máximo.

Entonces fue en parte la insistencia de esta psiquiatra, que empezó a atenderme antes de que nos detuvieran. Y en parte la buena acción de los abogados que no aceptaron, por ejemplo, que yo pagara los honorarios de Aparicio (cosa que él le había ordenado). Ellos se comportaron de una forma ética, haciendo ver que no correspondía y que ellos no iban a ser parte de estas situaciones. Eso por un lado. Y por otro lado, leer la imputación. O sea, cuando al mes de estar detenidos por fin me llaman a indagatoria donde te leen tus derechos y donde te dicen de qué se te acusa, era clarísimo que no teníamos nada que ver. Y era clarísimo, y es la primera vez que yo lo vi, el enriquecimiento que tenían estas personas. Yo ni sospechaba. 

Aparicio nos manipulaba muchísimo, sobre todo a las que éramos madres en particular, con el temor de que le pase algo a nuestros hijos, con unos rangos de exigencia y de trabajo siempre utilizando el nombre de ellos para exigirnos más y más. En algún rincón yo todavía pensaba, no, él no va a permitir que los hijos estén sin las madres, él no va a permitir que sufran de esta manera, nos va a cuidar, va a proteger.

- Pienso que hay un paralelismo entre cómo Aparicio se manejaba usando la culpa contra ustedes y cómo después encima la Justicia también las culpabilizó…

- Eso fue tremendo. Era terrible el grado de sumisión, de credulidad. Realmente se llama sometimiento. Se llama reducción a la esclavitud. Se llama coerción psicológica. Pero vemos como algo muy grosero que sus abogados defensores y ciertas personas involucradas con el Poder Judicial, que se supone que estudian y que están formados en lo que es la trata de personas, admitan estos términos, ¿no? Como, ‘bueno, pero fueron por su propia voluntad’. ‘Bueno, pero dieron el consentimiento’. Cuando está escrito desde el primero hasta el último librito, desde el primero hasta el último tratado internacional, nacional, provincial, lo que quieras, la víctima de trata de lo primero que es despojada es de su voluntad.

La víctima de trata de lo primero que es despojada es de su voluntad.

Ahora, desde hace tres años, a cada citación, cada declaratoria, tenemos que volver a escuchar lo mismo: ‘Ay, bueno, ¿y por qué no te fuiste? Ay, bueno, ¿y por qué no lo dejabas?’ Es insultante. Aún después de que los funcionarios lo hayan comprobado con sus propios ojos, durante la prueba ocular. La distancia que había hasta el pueblo, la inmensidad, la soledad, la ausencia de todo, de agua potable, de electricidad, o sea, las condiciones en ese momento sí que fueron realmente precarias, sumamente precarias, trabajando, con machete, con pico, con pala, cuidando animales, sembrando, tapando plantas. No había descansos. 

- ¿Ustedes sospechan que, con su poder económico, los líderes de la secta ejercieron influencia sobre la Justicia?

- Sin lugar a dudas, no hay otra explicación. Cada vez me sorprende más que sí se sabe sobre la trata de personas, que hay información. Y no puedo creer que lo estén llevando con esta impericia. Porque son personas que tienen acceso a todo esto. Yo estoy haciendo esto por mi cuenta, estoy siendo autodidacta, pero ellos tienen todo a disposición. Para formarse, para hacer cursos, para actualizarse. Y además es su obligación, porque cobran los salarios millonarios que cobran, y asumen una responsabilidad dentro de unas normas éticas, de un servicio profesional en el que deberían estar al tanto de todo esto. 

Está pasando con Argentina, que adhiere y firma los tratados, que crea y genera todos los organismos, y sin embargo sigue siendo primero o segundo en América Latina. O sea, es por la impunidad, sin lugar a dudas. Por eso te digo que tiene que haber un contacto (de Aparicio) en el Gobierno. Porque cuando se han creado todas las medidas para prevenir, sancionar, proteger, restaurar, reparar a las víctimas de trata, como supuestamente lo ha hecho Argentina, ¿Por qué sigue subiendo el número? Evidentemente es una fachada también. Las medidas se adoptan de cara a la galería, pero no se cumplen. Y ese mensaje para el delito organizado -que no es el motochorro, el delito organizado es un delito inteligente, con cooperación, con contactos- es un mensaje muy claro.

Está pasando