El asado es una tradición fundamental de la cultura argentina. Y dentro de las opciones de entradas o acompañamientos para la carne, la provoleta a la parrilla se destaca ampliamente. Cuáles son las cosas que se debe y no hacer para prepararla y que sea un éxito.
El queso provolone es uno de los mejores para colocar encima de la parrilla. Su textura suave y cremosa por dentro y su cobertura crocante por fuera es una verdadera delicia, capaz de conquistar hasta a los paladares más exigentes.
Pero la provoleta perfecta tiene sus trucos y conocerlos es necesario para que se convierta en la entrada estrella. ¿Qué es lo que hay que hacer y evitar para que la provoleta a la parrilla salga increíble?
Los sí y los no de la provoleta a la parrilla
Los sí
- Elegir el queso adecuado: cada pieza debe pesar, en promedio, 200 gramos. Debe ser de buena calidad para que no se desarme con el calor y pueda mantener su forma tradicional aún colocándolo directamente sobre la parrilla.
- Colocar el queso bien frío en la parrilla: el shock de temperaturas hará que la consistencia mejore y que no se desarme al llevarlo al calor, algo que sí sucederá si está a temperatura ambiente.
- Precalentar la parrilla a fuego medio-alto y engrasarla con un poco de aceite de oliva o manteca.
- Cocinar la provoleta a la parrilla durante 5 o 7 minutos de un lado y otros 3 a 5 del otro. Evitar extender este tiempo. El fuego tiene que ser medio.
Los no
- Un queso provolone de baja calidad: esto puede afectar el sabor y la textura de la provoleta. Es importante elegir un queso con un buen contenido de grasa para que se derrita correctamente.
- Cocinar con fuego demasiado alto: esto hará que la provoleta se queme por fuera pero quede fría y sin derretir por dentro, lo que afectará inevitablemente el sabor.
- Mover la provoleta durante la cocción: el movimiento excesivo puede hacer que se deshaga o desarme, hay que manipularla con cuidado.