Tras varios reveses para el oficialismo en el capítulo de facultades delegadas para el presidente y, con un cuadro intermedio mediante, el proyecto volvió de nuevo a comisión cuando se complicaba la votación de artículos clave y tocaba tratar temas como las privatizaciones, el sistema de endeudamiento y temas de seguridad.
La jornada estuvo signada por un debate en la Cámara de Diputados sin antecedentes. No sólo por las desprolijidades con respecto al dictamen, que llevaron a que muchos diputados a no saber lo que estaban votando en medio de la sesión, sino incluso porque el oficialismo llegó al recinto sin tener un acuerdo terminado con la oposición para la Cámara diera media sanción a la ley.
En ese sentido, el Gobierno confiaba en que la presión de tener que decidir en el momento si apoyar o no cada artículo iba terminar obligando a los diputados opositores a aprobar los principales puntos de la ley, inclinando la balanza a favor del oficialismo.El cálculo no pudo estar más alejado de la realidad. El debate dentro de la Cámara fue un despelote y el Gobierno se quedó con las manos vacías.
El oficialismo había conseguido que Diputados le aprobara las emergencias en seis materias pero, tras ello, comenzaron a caer incisos clave de cada uno de los artículos que se sometían a votación. El envión con que el oficialismo había arrancado la sesión se frenó con la votación del artículo cuatro de la ley.
Éste establecía las bases de la delegación de factultades extraordinarias para el Ejecutivo a partir de las emergencias declaradas. En ese punto la oposición logró sacarle las facultades extraordinarias en materia de seguridad, energía, y del manejo de los fondos discrecionales (cajas por fuera del presupuesto).
Tras ello, se debatió el artículo 5 referido a la Reforma del Estado, punto crucial de la Ley Ómnibus para el gobierno de Milei. La negociación estaba estancada y el presidente de la cámara, Martín Menem pidió un cuarto intermedio con miras a intentar reconducir la sesión. Al finalizar el intervalo, tuvieron que devolver el proyecto a comisión dado que no conseguían los votos.
“Al oficialismo le pedimos que tenga alguna cuota de flexibilidad, les encanta seguir perdiendo”, bromeó Pichetto. Y les recomendó intentar "receptar algunas propuestas y ganar". "No hay que perder, hay que ganar", concluyó con su experiencia, frente a un oficialismo que había quedado patas arriba en su primera prueba en el Congreso.